Capítulo 68

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-Levanta -dice una voz grave y firme.

Abro lentamente los párpados, viendo la oscura figura de mi padre en la puerta, iluminado por la leve luz que se cuela a través de la ventana. Lanza sin cuidado un montón de ropa negra al centro de la habitación:

-Vístete y sal.

Aprieto los labios, sin atreverme a responder. Cierra tras de sí, por lo que no tardo en ponerme el vestido.

Es un simple vestido de tirantes. Me llega algo por encima de las rodillas, pero unas medias opacas hacen que no sea algo de lo que preocuparme.

En cuanto a zapatos, veo unas simples botas del mismo color. No tienen tacón, ni ningún tipo de decoración.

Cojo a Trébol y lo guardo en mi bota izquierda. Al tocar el pomo que me separa del exterior suelto un lento suspiro.

Abro la puerta, no puedo quedarme dentro todo el día... aunque me gustaría:

-Buenos días, querida -exclama Bellatrix.

Me sorprende su cambio de actitud (aunque su tono sigue teniendo cierto toque de locura):

-Ahora desayunarás, y luego te enseñaremos cómo debes comportarte a partir de ahora -explica mi padre con sequedad.

Asiento sin decir ni una palabra. Ponen delante de mí un plato con lo que parecen gachas, e intento comerlas sin que me entren arcadas.

(...)

-Para que funcione tienes que sentir odio de verdad, no puedes simplemente decir crucio y a ver qué pasa -se queja Lestrange.

-Déjala, es su primer día -me defiende Charles.

-No tengo nada en contra de esta mujer, ¿por qué querría hacerla daño? -exclamo algo indignada.

-¡Sabía que esto pasaría! ¿No podías haber tenido a una hija algo más perversa? Normal que estuviera en Hufflepuff, no merece la pena.

-¡Bellatrix!

Mi sangre se hiela mientras Voldemort aparece en la escena, seguido por Lucius y Narcissa:

-Ya aprenderá, tenemos tiempo.

Posa su mirada en mí, lo que hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo:

-Acompáñame querida, tú y yo tenemos que hablar.

Todo mi cuerpo comienza a temblar cual gelatina, pero obedezco intentando no mostrar mi miedo:

-Sí... señor -digo con un nudo en la garganta.

Mis pasos se escuchan a lo largo de la sala, y en pocos segundos llego a su altura.

Él sonríe de manera extraña, y comienza a caminar a lo largo de la fría mansión Malfoy:

-Aprenderás... todos lo hacen. De una manera o de otra, aprenderás a disfrutar del sufrimiento ajeno, a apreciar nuestra compañía, y a olvidar a esos traidores de la sangre a los que considerabas amigos -su voz es pausada y lenta, y cada afirmación es como una daga para mí.

-Que esté obligada a quedarme a vuestro lado no significa que tenga que cambiar.

-Oh querida, yo no estaría tan seguro de eso. ¿Acaso piensas que nunca vas a matar a nadie? No mientras estés aquí.

Trago saliva, no me gusta pensar en ese tipo de cosas:

-Confío en que llegue el día en el que no necesites el trato para quedarte a nuestro lado.

Y yo confío en que no llegue...

Aparto la mirada, fingiendo interés por los cuadros que descansan sobre las paredes:

-Obliviate -escucho que dice.

-¡¡NO!! -grito, como si esas palabras fueran a detener sus actos... pero no lo hacen.

Intento alcanzar mi varita, pero no consigo llegar a tiempo.

Una luz verdosa llena el campo de visión del que dispongo, y empiezo a notar un mareo muy intenso, llegando un punto en el que no puedo mantenerme un segundo más en pie.

(...)

El dolor de cabeza hace que lleve una de mis manos a esta.

Mis ojos se abren con dificultad, y puedo comprobar que me encuentro entre las sábanas de mi cuarto.

Con el ceño fruncido y el dolor aún presente, intento recordar los últimos acontecimientos, pero me es imposible.

La puerta se abre de par en par, y Charles entra de manera apresurada:

-Menos mal que has despertado, llevas varias horas durmiendo -exclama con cierta preocupación.

-¿Q-qué ha pasado?

Aprieta los labios, y aparta la vista durante un segundo:

-Estabas hablando con el señor oscuro cuando te desmayaste. Te golpeaste la cabeza, y teníamos miedo de que no despertaras.

Asiento lentamente:

-¿De qué estábamos hablando?

-¿Qué es lo último que recuerdas?

Suspiro, frustrada por las lagunas de memoria que tengo. Ni que me hubiera emborrachado...

Aprieto los párpados, y mi padre parece darse cuenta de que soy incapaz de acordarme:

-Creo que quería avisarte de que los próximos días no estaremos, ¿de acuerdo? Tenemos que ir a... una reunión con otros mortífagos. Además, tenemos que investigar a unas de esas familias de traidores.

-De acuerdo... Entonces, ¿estaré sola?

-Exacto, los Malfoy confían en ti para que cuides de la mansión.

-Pero voy a estar muy aburrida aquí dentro, ¿no crees?

-Draco vendrá a hacerte compañía.

-¿No tiene que estudiar y esas cosas?

-No creo que importe si se marcha un fin de semana, diremos que es por motivos personales.

-Está bien... supongo...

-Así me gusta.

Besa mi frente, pero en vez de ser cariñoso parece frío, como si nunca hubiera mostrado afecto por nadie, lo cual me parece extraño. No es la primera vez que mi padre hace eso... ¿verdad? No soy capaz de pensar en ningún otro momento ahora pero...

Sacudo la cabeza, seguro que son sólo imaginaciones mías. Sonrío intentando parecer lo menos preocupada posible.

Él se levanta, dispuesto a marcharse por la puerta:

-Espera... 

Obedece, parando centímetros antes de cruzar el umbral:

-Esa familia a la que investigaréis... ¿los conozco? -pregunto con curiosidad.

El frunce el ceño:

-No estoy seguro, ¿alguna vez has oído hablar de los Weasleys?

-... ¿Quiénes?

Jokes And Sugar (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora