Capítulo III

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III

Caminó unos pasos con Jamie, ella de verdad le agrada a la joven Zanetti, le contó sobre su salida de Arallanes, sobre el barco de su abuelo, un casi resumen; no omitió a Andrea pero si omitió que él sería el capitán en aquel viaje y detalles de la forma en que lo había conocido porque no era necesario poner nerviosa desde ya a su nueva amiga.

-Entonces-dijo,-necesito encontrar a tres señoritas más.
-Usted se ha empeñado en llevar mujeres a ese viaje-dijo Jamie.
-Pues sí, estoy segura que Andrea no se lo espera-respondió y esbozó una sonrisa.
-¿Andrea es su esposo?-preguntó ella.
-Ja ja ja. No, Jamie. ¿Cómo se te ocurre pensar algo así?-preguntó divertida.
-Yo, lo siento...
-Descuida, linda y otra cosa, ¿podrías llamarme Gianna simplemente?-preguntó algo nerviosa por la insistencia.
-Claro, es que...-dijo ella.

-Nada, Jamie, no hay pero que valga pues pasaremos mucho tiempo juntas y...

-Espere, sé de alguien-la interrumpió Jamie.

La tomó de la mano para tirar de ella y echaron a correr, a Gianna le asombraba lo atlética que era Jamie pero también le agradaba mucho porque de esa manera, sus labores en el barco serían más sencillas. Llegaron casi al centro de la ciudad, bordearon el parque aún corriendo, el calor era agobiante pero eso no las detuvo en ningún momento. Se metieron en un callejón de suelo adoquinado que le daba un aire casi romántico a aquel sitio y a continuación ambas entraron en una pequeña tienda algo vieja donde vendían ropa para obras de teatro. De uno y otro lado había pilas de ropa con plumas y brillos, vestidos de otras épocas, cosas de ese tipo que se usan en una puesta en escena, incluso había un cierto a olor a ese mundo. La nieta de Danielle no sabía muy bien qué estaban haciendo allí pero Jamie sí parecía saberlo muy bien, de repente empezó a gritar empeñando la vida en ello.

¡Verónica! ¡Vero! ¡Verito! ¡Verín!

Gianna estaba paralizada con todos aquellos gritos, no sabía cómo reaccionaría la persona a la que Jamie llamaba pero de repente tuvo su respuesta.

-¡Jamie! ¡Jamie! ¡Jamie!-dijo la que supuso era Verónica.- ¿Qué haces fuera de la taberna a estas horas?

Verónica no había siquiera reparado en la acompañante de su amiga o al menos eso parecía a simple vista hasta que la otra joven volvió su mirada a la noble. Jamie iba a presentarlas pero Verónica interrumpió antes:

-¡Wow! Ese si es un vestido caro.

La joven se sintió un poco avergonzada, pensaba que con el estigma de parecer o ser rica no iba a llegar a ningún lado y en verdad ella no tenía dinero, sus padres eran quienes lo tenían pero la ayudaban, incluso su padre había ayudado a emprender aquel viaje.

-¡Vero, nos vamos a Europa!-dijo Jamie por fin.
-¿Cómo que nos vamos?-preguntó Verónica dubitativa.

Gianna era una espectadora nada más, alguien que esperaba la decisión de otras dos personas y no se quería interponer.

-Ja, ja ¿Estás enferma? ¿Con qué bendito dinero podríamos tú y yo ir a Europa?-preguntó Verónica incrédula.
-No sólo tú y yo-dijo Jamie.- ¡Nasheli también irá!
-Veo que te has vuelto loca-dijo Verónica doblando un traje que estaba mal puesto por ahí, aunque casi todo lo estaba en aquel lugar.

La muchacha del vestido verde decidió finalmente intervenir al ver que Jamie con lo emocionada que estaba no diría todos los detalles y la otra chica se volvería loca.

-Jamie dice la verdad, aunque no sé quién es Nasheli-dijo.-Tengo un barco, Morrigan y estoy buscando tripulación. Jamie ha aceptado venir conmigo como parte de la tripulación.

Verónica miró a su amiga y luego a Gianna con suspicacia, ésta pudo ver que tenía un hermoso cabello color oscuro y lacio que le llegaba casi a la cintura, sus ojos eran increíblemente hermosos y de color café claro. Tendría más o menos la edad de Jamie. Verónica estrechó la mano de Gianna con fuerza, lo cual le hizo saber que era fuerte a pesar de su fisonomía delicada; parecía que la muchacha de la tienda de ropa estaba cerrando un trato.

Las joyas del abueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora