Jim no ocultó cuán sorprendido estaba y aunque Andrea trataba de simular que nada pasaba se sentía nervioso y Gianna podía darse cuenta de ello. Ella guardó silencio, no quería por nada del mundo empeorar las cosas diciendo alguna estupidez. Sin duda se encontraban ante una situación difícil para los tres y por eso nadie se atrevía a decir nada en primera instancia. Jim quizá era quién se sentía mas acongojado pues sentía mucha responsabilidad por la nieta de su amigo y eso no lo podía sólo pasar por alto. Andrea iba a decirle algo cuando el viejo lo evitó con un gesto poco amable de su parte, no quería escucharlo a él en ese momento, claramente parecía que el ron había hecho olvidar al viejo la noche anterior, de lo contrario no habría estado tan desconcertado.
-Bien—dijo Andrea resignado.—Iré por ese libro mientras ustedes hablan.El capitán salió esquivando a Jim mientras Gianna le indicaba a éste que pasara y cerrara la puerta.
-Gianna, no quise molestar, sólo quería decirle que estamos todos listos para el almuerzo—dijo Jim sin mirarla a los ojos.
-No nos esperen—dijo.—Debo hablar algunas cosas con Andrea así que coman tranquilos.
-Sí, claro, hablar—murmuró Jim.
-¿Qué?—preguntó ella en baja voz, aunque había oído todo lo que él había murmurado.Jim no contestó y salió aprisa del camarote como temiendo decir algo de lo que pudiera arrepentirse, sin mirarla, sin decir nada más porque al fin y al cabo él no era nadie y no tenía derecho a decir nada. Quizá Gianna no estaba siendo justa con el viejo pero consideraba que no tenía que darle cuenta de sus actos a él ni a nadie. Lo apreciaba y todas esas cosas que se sienten por alguien que se conoce de mucho tiempo atrás y que siempre ha sido bueno contigo pero ella ya era una adulta y no sólo debía sino que podía tomar sus propias decisiones, por eso se había ido de casa que no era poca cosa. Cuando volvió Andrea, ella estaba envuelta en una bata, caminando de un lado al otro y fumando de la pipa de su abuelo.
-¿Gianna?—inquirió Andrea.
-Dime—contestó ella aunque miraba para otro lado.
-¿Estás bien? ¿Jim te dijo algo?—quiso saber él.
-Absolutamente nada—contestó.
-Me dirá a mí—dijo.—Gianna, tendrás problemas con él por esto...
-¡Tu también los tendrás!—dijo ella.
-Lo sé, lo sé, pero es diferente. Sé cómo tratar a Jim—dijo el capitán con toda la paciencia de la que era capaz.—De cualquier manera, creo que de las pocas cosas que Jim no me perdonaría en el mundo, una de ellas es ésta.
-Se moría de ganas de decirme que habría decepcionado a mi abuelo en toda la plenitud de la palabra—dijo ella.— Lo peor, es que creo que tendría razón...
-Shhh—dijo Andrea acercándose a ella.—No pensemos ahora, la vida sigue y no podemos, ni debemos, desaprovecharla, ¿verdad?Andrea sonreía maliciosamente y Gianna era incapaz de negarse a sus demandas, todo en él la tenía fascinada. No esperaba que lo suyo fuera una historia de amor pero iba a disfrutar lo que fuera, el tiempo que durara. Desanudó su bata y se metieron en la cama, era verdad, no estaban pensando en nada más. Una vez bajo las sábanas le entregó el libro que su abuelo había dedicado para él, allá por el año 1691, nueve años atrás. Casi sintió —una vez más— que el abuelo estaba allí y eso la hizo ruborizar.
-Gianna, tu abuelo era una gran persona, muy especial para mí, yo lo apreciaba muchísimo... Y creo que él a mí.—confesó Andrea.
-Lo sé y tú lo eras para él, claro—dijo.—Pasaba horas hablando de ti y de la fe y el cariño que te profesaba.Andrea entrecerró los ojos haciendo ese gesto que la invitaba a besarlo, se acercó lentamente a él, cerró los ojos, lo supo cercano a ella, sintió su tibieza, todo en dos segundos pero un fuerte grito que venía de la borda los hizo saltar de la cama; apenas se vistieron, de hecho Andrea salió sin camisa. La primera persona que pudo reconocer Gianna en la borda, fue a Jamie recargada del barandal, mirando hacia abajo. La muchacha corrió hacia ella, estaba empapada y pálida, cuando la tocó pegó un salto y echó a llorar.
-¿Qué sucedió?—preguntó Andrea.
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Las joyas del abuelo
RomanceGianna emprende un viaje en barco tras el último día de 1699 sólo para encontrar los tesoros más preciados de su abuela. Una compañía pirata que le cambiará la vida para siempre.