Capítulo XII

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Caminó con ella hacia el comedor y se olvidó por un momento de la mala cara de Amaraí y de la actitud déspota de Andrea. Cuando entraron en el comedor ya todos estaban allí, la comida estaba servida y humeante, olía riquísimo; afuera, se divisaba una tormenta, motivo por el cual el capitán había hecho tirar el ancla y traer su barril de ron hacia allí, por algunas horas lo más seguro era permanecer anclados y no peligrando con su inexperta tripulación. Andrea la miró de soslayó y aunque Gianna vio a Amaraí muy cerca de Damián no la tomó más en cuenta de lo que hubiera hecho con alguien a quien no conocía, ella no merecía sentirse mal por la herbolaria. Nasheli corrió a sentarse al lado de Jamie y de Verónica que estaba cerca de Santiago y al lado de éste, Oscar y Jim. Gianna entonces tomó su lugar, desgraciadamente para ella, éste estaba al lado del de Andrea y comieron todos en silencio. Al final, Jim se levantó y sirvió ron para todos porque se suponía que estaban celebrando.

-Ahora, nobleza obliga y vamos a celebrar el cumpleaños de nuestro querido y viejo amigo, Danielle—dijo Jim emocionado.

A Andrea se le llenaron los ojos de lágrimas apenas levantó su tarro porque realmente había apreciado a Danielle y ese gesto hizo que por dentro Gianna se lo agradeciera, quien quisiera de esa manera a su abuelo, no podía ser una mala persona del todo pero el capitán parecía empeñado en demostrarle todo lo contrario a la nieta de aquel viejo hombre. Pronto estuvieron todos medio alegres, en verdad el ron tenía sus poderes mágicos que ponían simpático al peor de los hombres o a la mejor de las mujeres, algunos se mareaban con menos, otros necesitaban un barril como su capitán. Santiago propuso que salieran a cubierta a pesar de la lluvia, la mayoría aceptó porque no es como que pudieran pensar mucho en lo que estaban haciendo; los chicos llevaron el barril de Andrea y las chicas llevaron los tarros entre risas y cuchicheos. Alessandro se acercó a Gianna estaba visiblemente alterado por aquellos tragos y a la joven le hizo mucha gracia, sabía que era el único modo en que él se acercaría a ella.


-Gianna, tengo que decirte algo—dijo Alessandro mientras ella veía como Amaraí coqueteaba descaradamente con Damián.—Andrea no..., bueno, no tuvo nada que ver con ella, fui yo.

Ella volteó enseguida a ver a Alessandro, le parecía una treta de aquellos dos que le provocaba nauseas pero luego él le enseñó la marca en su cuello como una prueba de que lo que le estaba diciendo era verdad; el rostro de Gianna se iluminó con una bonita y boba sonrisa, por alguna razón se sentía feliz de que no hubiera sido Andrea el que se encontró con la herbolaria aquella noche. Después de decir aquello y tambaleándose un poco, Alessandro se alejó y se puso a conversar con Verónica que esperaba a que Santiago fuera por su guitarra, no hablaban de nada en especial, no hacía falta. Gianna sólo intentaba quitarse de la mente lo que le había dicho Alessandro porque ella "debía" seguir enojada con Mielle. 

Entre sonrisas y sonrisas, Alessandro, inesperadamente, besó a Verónica, fue un beso suave y largo. Ella estaba sonrojada, Gianna fue la única que puso especial atención en aquello pues Jamie conversaba con Nasheli y Oscar y les daba la espalda a la pareja. Verónica y Alessandro se miraron por algunos segundos y luego fueron interrumpidos por Santiago que había vuelto del camarote. No entendía muy bien qué había sucedido allí pero tampoco era de su incumbencia, cada quien podía hacer con su corazón lo que le viniera en gana mientras no molestara a nadie mas.

Jim fue hasta Gianna y al compás de la música de la guitarra de Santiago la invitó a bailar, aceptó aunque no con muchas ganas al principio, la verdad es que la joven tenía una mezcla de felicidad y tristeza que no sabría explicar y ésta era empeorada por el ron. Bailaban como si lo hubieran hecho toda la vida, su abuelo le había enseñado muy bien y aunque el viejo Jim no era un experto en bailes de salón, tenía una idea de lo que hacía. Andrea miraba al horizonte como añorando algo y Jamie había dejado a solas a Nasheli y a Oscar entendiendo que allí estaba de más, tendría que haberse negado a estar con el resto aquella noche pero no pudo, no le dieron oportunidad.


-Nasheli, hay algo que quiero decirte—dijo Oscar.—Aquella vez, cuando me preguntaste por mi familia y fui tan grosero lo fui porque me duele hablar de aquello y no estaba seguro de poder hablar ante ti de ellos...
-Shhh, no digas nada ahora, no es el momento—
dijo Nasheli.—Prefiero que lo hagas en tus cinco sentidos y cuando nadie nos moleste realmente.

Las joyas del abueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora