Descubrió a Amaraí estudiándolas a todas cuidadosamente, no perdía ningún detalle de aquellos diálogos por superfluos que fueran. Gianna concebía en ella una mujer inteligente pero fría y aunque nunca lo aceptara, sabía que eso les iba a causar serios problemas. Ya era media tarde y los gritos de Verónica la sacaron de sus reflexiones y parte de sus temores.
-¡Nasheli! ¡Por fin llegaste!—dijo abrazando a su amiga con tanta efusividad como gritaba.
-Lamento mucho la demora—dijo Nasheli extendiendo su mano hacia Gianna.—He tenido que arreglar algunos asuntos antes de partir.Nasheli era una chica alta, cuerpo bien formado, piernas espigadas y curvas sugerentes, tal vez demasiado llamativa pero bonita. Llevaba el cabello castaño, atado en una cola y su sonrisa era abierta, dulce, liviana. Sus ojos eran dos aceitunas que brillaban cuando sonreía y lo hacía mucho, de forma bastante natural.
-No hay problema—respondió Gianna apretando la mano que le extendía.—Espero que Jamie te haya explicado todo pues es esencial que lo sepas.
-No te preocupes, lo hizo, incluso que no te llamemos señorita—dijo sonriendo.
-Bien, mejor aún—contestó contenta de que alguien lo hubiera entendido por fin.—Estaba un poco cansada de pedir que no me llamaran así.
Nasheli empezó a contar su historia de camino al muelle con lujo de detalle, una manera de conocerse según veía Gianna por lo cual no la interrumpió para nada. Todas tenían capa, menos ella pero la lluvia no le importaba, en realidad, caminar bajo la lluvia era algo que disfrutaba mucho desde que era una niña y su madre corría tras ella para abrigarla y que no enfermara, eso jamás le importó a la pequeña pero voluntariosa Gianna.
-Y así fue, Gianna, un día salí de casa, mi padre había muerto y mi madre no quería tenerme allí..., me cambió por su amante. Me dediqué a cuidar granjas pues amo los animales—dijo Nasheli emocionada.
-Nasheli—dijo.—No tendremos muchos animales a bordo.Ella sonrió, tenía un espíritu que parecía no amargarse por nada.
-Lo sé, Gianna pero en Europa seguro que los hay—dijo de forma optimista el último de sus marineros.
-Y si no, nos tiene a nosotras para no aburrirse—soltó Verónica a modo de broma.
-A mí no me cuenten—dijo Amaraí de mala leche.Jamie y Nasheli cuchichearon entre ellas, era fácil para cualquiera notar que Amaraí se separaba de aquel grupo, ponía una barrera ancha y fuerte, aquello a la larga, como ya había pensado Gianna momentos antes, les traería problemas sin embargo ya no había tiempo de buscar a alguien mas y la noble estaba decidida a darle una oportunidad a la herbolaria, todo el mundo merecía una.
-¿Cuántas veces has viajado en barco, Gianna?—preguntó Nasheli.
-He estado muchas veces—dijo y le relató brevemente la relación tan cercana y afectiva que tenía con su abuelo.—Pero nunca viajé, mi madre me lo prohibía. Esta sería la primera vez que...
-Vaya con la señorita—dijo Amaraí.— ¿Mami aún le arregla la ropa?Gianna no supo cómo responder a aquel malintencionado comentario de Amaraí que la dejaba sin palabras porque no sólo no estaba acostumbrada a ese tipo de ataques sino que también estaba cansada y aquello no había hecho más que comenzar.
-No le hagas caso, Gianna—dijo Nasheli.—Debe estar bromeando.Las cuatro sabían que no era así pero debían acostumbrarse las unas a las otras, aguantar algunas malas caras y maneras, finalmente apenas se conocían y eran muy distintas entre sí.
-¿Cómo es Andrea?—preguntó Jamie.
-¿Andrea? Extraño nombre para un hombre...—inquirió Nasheli que aún no sabía nada de él.
-Andrea es mi capitán—dijo refiriéndose a Nasheli.—Es un pirata, el mejor después de mi abuelo.
-¿¡Pirata!?—se emocionó Verónica.
-No me fío de los piratas—dijo Nasheli algo desconcertada.
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Las joyas del abuelo
RomanceGianna emprende un viaje en barco tras el último día de 1699 sólo para encontrar los tesoros más preciados de su abuela. Una compañía pirata que le cambiará la vida para siempre.