Capítulo XLI

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Ella se separó de Nicolás, nerviosa, un poco asustada y con mil cosas que pasaban por su mente, especialmente esa sensación de culpabilidad por haber disfrutado de aquel delicioso beso.

—¿Qué diablos fue eso?—preguntó cuando se sintió capaz de hacerlo.

Él sólo fue capaz de sonreír.

—Él te estaba molestando, yo sólo hice algo para que te dejara en paz—dijo con naturalidad.

—Yo me puedo defender de Andrea—dijo muy consternada.
—No lo dudo—dijo él,—pero me apetecía ponerlo en su lugar porque se lo merece.
—Se lo dirá a Valirio—
dijo ella alarmada.
—Me parece que a Valirio le importaría muy poco, está encantando con mi hermana y parece que ella con él—dijo él y ella bajó la mirada.— ¿Te decepciona?

—No, en absoluto—mintió.—Tu hermana es hermosa, alguien que merece estar con Valirio, ambos se merecen, ella es una dama. Me alegra que desista de su tonta idea de que me ama.
—Valirio te ama—
dijo Nicolás.

Ella lo miró seriamente.

—No, no seas condescendiente conmigo, Nicolás Moreau, si creyeras lo que me estás diciendo, no permitirías que Valirio pusiera los ojos en tu hermana—dijo ella.
—Tienes razón sin embargo creo que a su manera lo hace pero tú no sientes lo mismo por él, así que a mí también me alegra que se fije en Amy—dijo Nicolás un poco pensativo.—Y Gianna, tú también eres hermosa y una dama...

—¡Basta! Deja de ser bueno conmigo, no lo necesito. Realmente me desesperas—ella tenía un nudo en la garganta para entonces.—Sé que soy muy tonta pero lo sería más si creyera todas esas cosas bonitas que me dices.

El Vampiro tomó su barbilla con la mano izquierda y mirándola a los ojos dijo:

—No eres una tonta, sólo estás perdidamente enamorada del hombre más imbécil del mundo. Un hombre que no es capaz de ver en ti, lo que en realidad eres: una princesa perdida, noble, temerosa pero también valiente, dispuesta a todo por el único ser que ama y que es lo único que queda en la vida. Enamorada de un hombre que no le importa lastimarte para ver cumplidos sus caprichos, que no le importa entregarte a otro hombre sin luchar, que no le importa humillarte ante los demás. No sabes cuánto lamento que tu mirada se vea eternamente triste y que tus ojos lloren por él...
—¡Estás loco!—
interrumpió Gianna exhausta de tanta palabra.—Me revuelves la cabeza y tienes un serio problema de incontinencia verbal. Creo que tu único defecto es que hablas demasiado.
—Tienes razón—
dijo él y la besó de nuevo.

Esta vez su beso fue prolongado, tierno pero apasionado y ella no tuvo la fortaleza, ni el deseo para resistirse él. Nicolás le agradaba, era su amigo y además la valoraba como nadie había hecho ante de él y considerando que no estaban haciendo nada malo, que ambos eran libres, Gianna se convencía de que besarlo de esa manera estaba bien y no podía evitar seguir disfrutando de su delicioso sabor, de su lengua rebuscando entre sus labios. Tras un largo rato se miraron, él sonreía, ella aún tenía sus dudas.

—¿Qué estamos haciendo?—preguntó mirándolo a los ojos.
—Tratando de ser felices—respondió él.

—Pero tú y yo somos amigos, lo echaremos a perder—replicó ella preocupada.
—Hagamos un trato—dijo Nicolás y ella esperó porque quería saber qué nueva cosa se le había ocurrido.—Seamos conscientes para empezar que tú no me amas y no espero que lo hagas de un día para otro y por duro que pueda parecer, yo tampoco te amo. Nos gustamos, somos adultos, ambos disfrutamos de la compañía del otro, no perdemos nada con intentarlo... Gianna, no pretendo que reemplaces a Jamie y mucho menos pretendo reemplazar a Mielle, pero estamos solos y podría hacernos bien no estarlo tanto. Después de todo, ya todos creen que tenemos algo y como yo lo veo no nos debería importar lo que piensen. Puedes negarte si lo deseas, créeme que lo entenderé y lo respetaré pero sería un gran error tuyo y si tu mayor temor es echar por la borda esta hermosa amistad que tenemos, entonces, jurémonos que cuando cualquiera de los dos sienta que la relación no va mas, se lo dirá al otro y olvidaremos lo de ser pareja para ser sólo amigos. No me mires así, no estoy tan loco como crees, ¿qué dices?

Las joyas del abueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora