Andrea salió de aquel camarote después de hacerla beber un poco de agua porque de comida ni hablar, no pudo pasar bocado y él no se atrevió a obligarla. Para cuando el capitán la dejó, Gianna dormía profundamente gracias a alguno de los menjurjes que Amaraí preparaba y que el mismo le había pedido para ella. Alessandro y Jamie conversaban abrazados en el lecho que había sido provisionalmente armado para ellos; ya el capitán se había encargado de hacerles saber a ellos dos, las nuevas noticias pero lo que no les informó era que él no pensaba volver atrás por ningún motivo posible.
—¿Crees que Gianna se empeñe en volver a Arallanes tal como están las cosas?—preguntó Alessandro.
—No lo sé, no la conozco tanto como para saber lo que ella está pasando en estos momentos, es algo muy difícil que no le deseo a nadie—dijo Jaime mientras Alessandro olía dulce y tiernamente su cabello.—La verdad es que debo decir que no tengo ni idea de lo que hará pero según dijo Andrea volver es algo que no está en consideración...
— Él nunca permitirá que volvamos—interrumpió Alessandro.
—Pero Alessandro, Gianna es la dueña y...
—Y nada—volvió a irrumpir él.—Conozco muy bien a Andrea, casi me atrevería a decir que tanto o más que a mí, él jamás se daría por vencido y no dejará que ella se dé por vencida por nada del mundo. Él no lo dice pero Gianna es importante para él, es sólo que...Alessandro abrazó a su esposa, olvidándose de lo que estaba hablando que consideraba era lo mejor para no meterse en temas escabrosos y bajo las sábanas, fue quitándole suavemente la prenda que ella usaba para dormir. La muchacha se ruborizó pero accedió, mientras su corazón latía fuertemente; sin embargo, hizo un alto para preguntar sobre aquello que él había dejado sin terminar y ella no entendía el por qué. Lo único que quería era saber más sobre aquella frase que su esposo había dejado inconclusa.
—Momento, Alessandro Paolli—dijo ella tomando su mano.— ¿Qué es eso que no terminaste de decir sobre el capitán y Gianna?
Paolli no contestó pero sabía que su esposa no lo iba a dejar tranquilo hasta que le contara todo lo que supiera, así que se decidió y empezó a hablar porque entre más pronto lo hiciera, más pronto podría continuar con la tarea placentera que realmente quería hacer.
—Jay, promete por tu vida que no dirás nada sobre lo que te diré aquí hoy—dijo Alessandro y ella prometió solemnemente.—Mira, ese capitán que envió la carta con Alexia...—en este punto Jamie puso mala cara, pues la muchacha nueva no le agradaba para nada.—Tenía una mujer, una mujer única, hermosa como pocas, sin contarte a ti por supuesto; esa mujer conoció a un joven pirata amigo del pirata Demon. Pronto se enamoraron y decidieron huir juntos a pesar que sabían que aquello les acarrearía la furia del pirata más viejo. Nada les importó más que lo que sentían el uno por el otro...
Jamie escuchaba sin interrumpir, todo aquello aún no tenía sentido para ella y trataba de entender por lo cual asumía que era mejor no interrumpir y no estaba equivocada realmente.
—Un día, pasado menos de un año, aquella mujer, joven y hermosa, dejó al joven pirata sin ningún tipo de explicación... Creo, estoy casi seguro que ella nunca lo amó, sólo le divirtió dejar a Demon por uno más joven pero al fin se cansó de la vida errante que llevaba y se fue, dejando destrozado a aquel hombre que la amaba y que había cambiado, si bien no todas, muchas cosas por ella. Lo abandonó de la manera más cruel que te puedas imaginar, hiriendo su amor propio, riéndose del amor que él decía tenerle pero sobre todo, hiriendo su orgullo que no era poco. La mujer volvió con Demon y aunque éste estaba renuente, no se pudo negar al embrujo de sus ojos, de su cuerpo y le permitió quedarse pero no mucho tiempo después, quizá medio año, la mujer enfermó y murió lenta y dolorosamente. La causa fue alguna enfermedad que pescó en alguno de los muchos viajes que hizo a África con el joven pirata pero Demon jamás creyó aquello. Según él, su mujer había muerto seguramente, gracias a alguna maldición que el despechado amante había descargado sobre ella y, así, lo persigue hasta el día de hoy, espera matarle en cualquier momento... Pero que lo persiga Demon, no es lo peor, lo peor, según yo lo veo: es que lo persiga el recuerdo de aquella mujer a quien tanto amó...
—El joven pirata... ¡Es Andrea!—gritó Jamie.—Esta historia es terrible.
—Lo es, amor mío—dijo Alessandro.—Pero él ha salido adelante y ha vuelto a viajar... Y creo que ha vuelto a enamorarse pero le será muy difícil demostrarlo y ahora sabes el por qué. De hecho, escuchándome a mi mismo, refuerzo esa idea de que mi amigo no permitirá bajo ninguna circunstancia que Gianna vuelva a Arallanes...
—¿Y por qué no?—preguntó Jamie acomodando las manos de él en su cintura.
—Simple—contestó él.—Si volviéramos ahora, en algún punto del regreso, nos toparíamos de frente con Demon y eso pondría en peligro esta empresa y no sólo la empresa... No es que Andrea le tenga miedo a Demon pero creo que le parece mejor esperarlo en destino y evitar así poner en peligro a todos los demás a bordo si es que éste sólo viene por él. Sea donde sea que vayamos, el enemigo ya lo sabe y es probable que ahora se dirija hacia allí... Al llegar nosotros allí, Andrea y Gianna tal vez tomen por caminos distintos...
—Pero ellos se aman—reclamó Jamie.
—Sí pero no pueden estar juntos—dijo Alessandro.—Todos, o al menos todos los que los queremos, lo deseamos pero será imposible mientras sigan como van y sobre todo, si Andrea no obedece a Gianna. El odio crece entre ellos, Jay, muy a pesar de lo que puedan amarse..., pero de cualquier manera, será mejor, al menos así lo debe creer el capitán, pues si Demon llegara a sospechar que Gianna está ligada de una forma sentimental a él, su vida estará en peligro como nunca lo ha estado.Jamie escuchaba atenta pero el sueño empezaba a hacerse cargo de ella.
—Ah no—dijo Alessandro bajando las manos hasta los muslos de su mujercita.—Toda esta información, tendrás que pagarla y será justo ahora.
Jamie sonrió sintiendo una ligera descarga en toda su piel y aceptó el beso de Alessandro que era tan tibio como húmedo y que pronto estaba deslizándose por su cuello para ir bajando lentamente hasta sus pechos que eran dos frutas exóticas dispuestas a los labios de su amado esposo. Saboreó y disfrutó de ella, de su cuerpo, de sus besos, sus rasguños, jadeos y se hizo el silencio, el inesperado silencio tras la tormenta que había sido el clímax de ambos... De pronto Jamie se sintió con renovadas fuerzas y quiso preguntar mas a cosas a su esposo y éste que se encontraba orgulloso de llevar a su mujer de la mano por aquellas historias fantásticas, no podía negarse a seguir hablando.
—Alessandro, ¿y si Andrea y Gianna se quedaran juntos para siempre?—preguntó ella.
—No lo sé, lo veo tan difícil. Ya te dije, Andrea fue muy lastimado por aquella mujer y aunque esté entusiasmado con Gianna y me arriesgo a decir: hasta enamorado; él primero tendría que separarse de aquella mujer para siempre y de verdad...
—¡Pero está muerta y le hizo mucho daño!—gritó ella.
—Eso también lo sé y es cierto, pero él ha vivido para su recuerdo por años, no tienes ni idea, mi amor... No, tampoco voy a decir que le ha sido fiel a ese recuerdo,—dijo Alessandro al ver la cara incrédula de su esposa—sé que muchas mujeres han pasado por la vida y la cama de mi amigo, pero ninguna se ha quedado nunca en su corazón. ¿Por qué Gianna habría de ser distinta?
—Porque ella lo ama y él se enamoró como un tonto de ella—replicó Jamie.
—Puede que tus dos premisas sean verdaderas y de hecho creo que lo son—dijo él.—Pero ahora dime: ¿Por qué habría de cambiar Andrea su comportamiento por ella? No digas nada. Quizá por que Gianna es especial, distinta, si esa sería una buena respuesta pero sigue sin pesar realmente porque al fin y al cabo eso no puede sortear la mala suerte que tuvo Andrea con su única mujer, querida mía... No sé si algún día nuestros amigos estén juntos, pero si lo están, créeme que tendría que ser un milagro que espero ver con mis propios ojos para poder creerlo.Jamie asintió.
—No lo sé, pero si se pierden, serán un par de idiotas, muy idiotas—dijo ella.—Yo por ahora, le doy gracias a Dios por ponerme a tu lado.
Alessandro abrazó a su esposa.
—No más de lo que yo le agradezco, no me merecía tanta felicidad en la vida, pero la acepto de buen agrado—se besaron y volvieron a unir sus cuerpos en una danza tibia que al final les dejó rendidos.
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Las joyas del abuelo
Lãng mạnGianna emprende un viaje en barco tras el último día de 1699 sólo para encontrar los tesoros más preciados de su abuela. Una compañía pirata que le cambiará la vida para siempre.