La noche cayó una vez más sobre Morrigan, fría, casi helada con una luna que era apenas un fina línea en lo alto. Gianna decidió que cenaría con los demás y salió de cama para vestirse pero entonces alguien llamó a la puerta; ella sabía que no era Andrea porque él nunca llamaba a las puertas de nadie.
-¿Cómo está?—preguntó Jim apenas la joven le abrió.Bajó la mirada, avergonzada, sabía lo que Jim pensaba y creía que la regañaría o algo así, pero él echó a reír hasta descomponerse, sus ojos estaban llorosos.
-De verdad que les ha pegado un susto a todos, Gianna pero en especial a Andrea—dijo Jim sonriendo.—Creo saber por qué lo hizo y si ha querido darle una lección lo ha logrado.
Gianna sonrió pues se sentía apoyada por el viejo, después de todo era lo más cercano a un familiar que tenía a mano.
-Cenará con nosotros imagino—dijo Jim.
Ella asintió.
-Jim, ¿cuándo partiremos?—preguntó en voz baja.
-Andrea se lo dirá—contestó él.—Pero creo que será por la madrugada.
-Estoy ansiosa—dijo mientras se ataba el cabello.
-Pues espero que sea así, ya todo está listo a bordo y Andrea lo sabe. Aunque sigue sin sentarle bien lo de las chicas—dijo Jim.
-Y a ti ¿cómo te sienta?—preguntó.Jim hizo una mueca.
-Al principio mal pero conforme conozco a las niñas, me agrada mas la idea. Su abuelo, habría hecho algo igual—contestó él.
-Jim, quisiera saber si mi abuelo era pirata—dijo como si no fuera gran cosa.El viejo marinero hizo un gesto de fastidio porque sabía que responder aquello no era cosa fácil.
-No sé si es algo que yo deba contestar, Señorita Gianna, pero tengo una carta para usted—dijo Jim y los ojos de la muchacha brillaron.
-¿De mi abuelo?—preguntó emocionada.
-Sí—contestó.—Pero no puedo dársela hasta que hayamos zarpado.
-¿Zarpado? ¿Danielle sabía de este viaje?—preguntó con más animosidad que antes.
-Bueno, no lo sé. Su abuelo sabía muchas cosas, imagino que sí porque me pidió que le entregara ésta carta el día que usted iniciara este viaje—dijo él.Lo miró con asombro y era en ese instante más que nunca que quería partir para poder leer la carta de Danielle. Abrazó a Jim con euforia y luego, seguida de él, se encaminó al comedor; ni siquiera pensaba en que algo malo podría sucederles. El sólo hecho de pensar en una carta de su abuelo para bautizar aquel viaje ya la ponía de buen humor. Cuando entraron en el comedor Andrea la miró detenidamente, por un momento parecía que no hubiera allí nadie más que él y ella. Le sonrió dulcemente pero él no hizo ningún gesto de darse por aludido al respecto. Se levantó de su lugar con lentitud y la apartó de Jim, lo cual la hizo pensar que ya sabía todo y le recriminaría al respecto.
-¿Está mejor, señorita?—preguntó después de un rato de mirarla a los ojos fijamente.—No es necesario que me conteste se le ve bien.
Andrea tenía el don de ser el único hombre, además de su padre, de ponerla nerviosa, así que sólo sonrió intentando no pensar mucho y que no se notara lo que él conseguía con ella.
-Lo que hicis... Lo que hizo no estuvo bien pero sé que no me pedirá una disculpa por ello—dijo.—Pude ahogarme pero a usted no le hubiera importado. Mejor será que cenemos, me muero de hambre y esta charla no tiene sentido.
Gianna se sorprendió a sí misma de aquella contestación y de que por primera vez Andrea no hubiera insistido. Se sentó al lado de Jamie y por fin pudieron iniciar la cena en paz. No pudo evitar mirar como ella miraba a Alessandro y como a su vez, éste, sólo tenía ojos para Amaraí; no le dio importancia porque de verdad estaba hambrienta. Miró entonces a Nasheli y le guiñó un ojo con complicidad. Cenaron en absoluto silencio o bueno, casi porque éste era roto por las olas al romper contra el casco de la nave; parecía que cada cual pensaba en algo diferente y quizá así era. Mielle anunció que partirían al alba y hubo aplausos y vítores para aquel anuncio de parte de todos. Luego, Verónica y Santiago se ofrecieron para levantar los platos y llevarlos a la cocina. Gianna salió cuando casi todos se habían ido menos Jim y Andrea que conversaban animosamente sobre el viaje porque en toda regla lo sería en ese preciso momento. El capitán la alcanzó cuando ella, parada en el medio de la popa miraba al horizonte.
-¿Nerviosa, señorita?—preguntó él fumando su pipa.
-Nunca—dijo al tiempo que el viento jugaba con su cabello.
-Mejor vaya a dormir, la haré despertar a las tres treinta de la madrugada—dijo Andrea dándose media vuelta para irse, ella volvió a mirar al horizonte pero Andrea regresó rápidamente con ella para decirle algo.—Si me hubiera importado—musitó él muy cerca de su oído.El capitán estaba consiente de lo que le había dicho a la nieta de Danielle pero ella no hizo ningún comentario al respecto pues esa noche no quería pelear más. Se quedó un rato allí y tras algunos minutos, la joven escuchó pasos furtivos y siguió el ruido por donde había venido entonces pudo ver a Alessandro que se dirigía a la sala del timón apresuradamente.
-Alessandro...—lo llamó.
Pero él no escuchó y ella tampoco hizo otro intento por llamarlo porque no estaba de humor de entablar otra conversación para discutir en aquel momento. Iba a pasar por la cocina para beber un poco de agua pero se arrepintió y mejor se fue a dormir. Verónica y Santiago intercambiaban miradas mientras dejaban los platos en la cocina, suerte tuvieron de no ser interrumpidos por una Gianna meditabunda.
-¿Qué le gusta, señorita Chase?—preguntó él.
-¿Qué?—preguntó Verónica
-Sí, a mí me gusta la música; tengo mi guitarra en el camarote—dijo Santiago.—Nos vendrá bien en las largas noches en que sólo nos veremos las caras.Verónica sonrió pensando en que a ella no le importaría tener que ver durante horas la cara de Santiago.
-Me gusta bailar—dijo ella dejando caer un vaso.
A pesar de apenas conocerse, ambos se sentían en confianza con el otro. Santiago tomó la mano de Verónica en un descuido y le susurró al oído:-Escribiré una canción para usted, señorita.
-Verónica, llámame Verónica—contestó ella sin ocultar el rojo de sus mejillas.Sonrieron en conjunto y continuaron su labor. Si Andrea los hubiera visto se habría quejado porque se veía a leguas que ése sería el primer romance que tendrían a bordo.
-Ahora a descansar, hermosa—dijo Santiago.—Debemos estar despiertos muy temprano.
Santiago besó con dulzura la mano de Verónica a la usanza de los más antiguos caballeros y haciendo una reverencia, se fue a dormir; ella hizo lo mismo pero su corazón se encontraba entre nubes y una gran sonrisa brillaba en su cara. Gianna escuchó pasar a Verónica tarareando una canción y luego finalmente se durmió ajena a lo que sucedía en la sala del timón.
-Tal vez deberíamos ir a dormir como los demás—dijo Alessandro mientras Amaraí le daba la espalda luego de haberse entregado a él.
Amaraí sabía que al día siguiente aunque él recordara lo que habían hecho no tendría el más mínimo interés por ella pero tampoco le importaba. Se vistió aprisa y subrepticiamente se dirigió al camarote habiendo conseguido el favor sexual de aquel que tanto le gustaba. Ya las chicas dormían, menos Nasheli y Amaraí no se dio cuenta de ello. Faltaban algunas horas para zarpar cuando Gianna fue despertada violentamente.
-¿Qué pasa, niña?—preguntó cubriéndose.
-Amaraí recién se fue a dormir—dijo ella en voz baja.
Gianna la miró como diciendo que aquello la tenía sin cuidado y ella tomó aire.-No entiendes—dijo Nasheli.—No estaba sola, yo la vi entrar y me levanté a tomar agua. Al pasar por la sala del timón, vi a...
-Habla ya—dijo volviéndose a envolver en las sábanas.
-A...—Nasheli no podía terminar la frase.
-¡Dilo de una vez por todas!—se desesperó Gianna.
-Andrea—dijo al fin.No sabía por qué pero se sentía rabiosa, traicionada, tenía una sensación de ahogo que no hubiera podido explicar si alguien le preguntara. Estaba al borde de las lágrimas aunque intentaba disimularlo sobre todo para no poner mal a su amiga.
-Maldito bastardo—pensó.—Esperemos que lo hayan disfrutado—dijo para su amiga mientras fingía una sonrisa.
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Las joyas del abuelo
RomanceGianna emprende un viaje en barco tras el último día de 1699 sólo para encontrar los tesoros más preciados de su abuela. Una compañía pirata que le cambiará la vida para siempre.