Capítulo XLVII

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De la mano, el buen Nicolás fue conducido aprisa hacia a la biblioteca por una entusiasmada Gianna que estaba feliz de verlo y sobretodo de que su visita la hiciera olvidar las eternas peleas con Andrea. Le contó lo que había sucedido de nuevo entre el capitán y ella, todo, incluida la última pelea porque no quería contarle mentiras jamás.

—No puedes permitir que ese hombre te siga usando de esa manera—dijo Moreau algo molesto.—Yo no sé cómo retomaremos lo nuestro...
—Nicolás, yo... No sé qué decirte—
dijo.—Mira, siento cómo si te hubiera engañado a pesar de que creí que no volvería a verte.
—No tomaré en cuenta nada de lo que haya sucedido a partir de que zarpó Morrigan, pues tú no sabías que yo vendría a buscarte y yo no he visto nada. Además, vine hasta aquí para apoyarte, estar contigo en lo bueno y lo malo, ese estúpido capitán no va a echar mis planes abajo—
dijo él convencido de aquello.
—Está bien, como tú quieras—aceptó ella.—Pero antes de hablar de retomar cosas, déjame que te cuente algo que quizá cambie tus planes para conmigo: Jamie y Alessandro están peleados de nuevo por causa de Alexia y esta vez parece más serio... Hace rato que no se hablan y Alessandro está muy unido a Amaraí, no sé si tienen algo o no pero quizá esta sería tu oportunidad con mi amiga...
—Gianna—
dijo Nicolás, en un tono que le dejaba claro que iba a escuchar otro de sus largos discursos, así que se preparó para ello encendiendo la pipa aunque a él no le agradaba y se acomodó en el viejo sillón de su abuelo.—Jamie y Alessandro podrán estar disgustados, pero se aman. Eso se les nota a miles de kilómetros de distancia sin que haya necesidad de que los conozcas... Yo sé que tarde o temprano se reconciliarán y ¿sabes, Gianna? Con mis padres yo tuve el claro ejemplo de lo que es forzar una relación y créeme, no lo pasaron nada bien. Tu amiga me encanta, me gusta, podría decirte y espero no ofenderte con ello, que me siento enamorado de ella pero ella no lo está de mí y nunca lo estará. Podré gustarle como nos gusta una tarde soleada de mayo o en tu caso, una tarde lluviosa de invierno pero nada más. Ella ama a su esposo y sé que cualquier desacuerdo que tengan, lo resolverán. Y no te rías, no soy ingenuo, al contrario, sé mucho de traiciones y demás epidemias y sé, por lo que veo, que Alexia no podrá separar a esos dos definitivamente por muchos besos que le robe a Alessandro. Tal vez un corto alejamiento o dos pero nada que no se resuelva con una buena dosis de amor y creo que Paolli es un buen tipo no como ese idiota de Andrea pero bueno, lo importante aquí es que... Que dejes de sonreír como una tonta y me escuches con seriedad que es como estoy intentando hablarte pero si sigues así voy a tener que morderte... Tus amigos se aman con tal fuerza que auguro que absolutamente nadie que sea mortal, podrá separarlos, es más, ni yo, que soy un vampiro y ahora puedes reírte mas si quieres pero la advertencia ya la has escuchado.
—No te enojes—
pidió ella poniéndose en cuclillas frente a él.—No me estoy riendo de ti, sólo me divierte encontrar en ti a un perfecto romántico como pocos he conocido, claro que tampoco conocí muchos.

Él tomó sus manos.

—Princesa, hay algo de lo que quiero que hablemos y es realmente importante—dijo él frunciendo el ceño.
—Lo que sea—se aventuró ella aunque no le gustaba para nada el gesto adusto de él.
—Dime qué pasó aquella noche, Valirio no fue exacto pero si no entendí mal, alguien te salvó la vida y eso me tiene preocupado pues quiere decir que tu vida estuvo en peligro...
—Espera, Valirio, ¿te contó todo?—
preguntó algo incómoda.
—Sí, bueno, lo que le dijiste en tu carta y más vale que me lo cuentes todo por que no permitiré que salgas de aquí sin hacerlo—dijo él.

A Gianna no le quedó más remedio que contarle todo sin omitir detalle pues confiaba en él y se merecía su honestidad ante todo.

—Lamento que Amy te haya causado tanto mal, de verdad que lo siento—se quejó Nicolás.

Las joyas del abueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora