Capítulo XXXIV

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Gianna contó a Valirio todo lo que le había sucedido con Andrea aunque omitiendo algunos detalles que no tenía por qué saber y mientras lo hacía, notaba como se iba formando ese gesto de tristeza y decepción en su cara que le era imposible ignorar; mas debía contárselo, sentía la necesidad pero sobre todo la obligación de ser honesta con él, aunque cuando lo vio tan triste, hubiera deseado callar pero ya era demasiado tarde para echarse atrás.

—Pero como puede usted ver, Andrea no siente nada por mí y ya hasta está con Amaraí—terminó diciendo ella.
—Gianna, deje de hablarme de usted, ya que me ha confiado su secreto mas íntimo y si me lo permite, dejaré de hacerlo yo también. No entiendo cómo alguien no pueda amarte tanto como...—Valirio hizo un alto.
—Está bien lo de tutearnos—dijo ella.—Es normal que alguien no me ame, sobre todo en el caso de Andrea pues me tuvo tan fácilmente que es lo más lógico.
—Gianna, eso no importa, tú lo hiciste por amor, por lo que me has contado. ¿Te duele que no te ame?—
preguntó él aunque era lo más lógico.
—No sé qué me duele más, si el hecho de que no me ama o el haber decepcionada a personas que me aprecian como mi abuelo, mis padres, Jim e incluso a ti... O incluso a mí misma, si soy honesta—confesó Gianna.
—Querida, las cosas no son tan así, es verdad que me ha tomado un poco por sorpresa pero al mismo tiempo estoy muy orgulloso de ti porque tuviste el gran valor de contármelo. Ahora no sé si confesarte el grosor de mis sentimientos hacia ti, pues tal vez sólo vaya a confundirte mas—aseguró Valirio.—Sin embargo he de decirte que te apoyo, que si no deseas regresar a Arallanes mi casa tiene las puertas abiertas para ti y en cuanto a mis sentimientos... Yo soy un hombre mucho mayor que tú, he vivido muchas cosas que aún te faltan por ver, pero nunca había vivido algo como esto que me sucede contigo. Creo que te me enamoré desde aquel primer momento en que te vi—ella estaba muda, no podía decir nada o más bien no sabía exactamente qué decirle a aquel hombre que le confesaba sus sentimientos.—Pero no voy a ponerte en aprietos ahora—afirmó él con seriedad.—Ya tendrás tiempo de pensar en lo que quieres hacer y si en tus planes estoy yo, estoy seguro que sabrás cómo hacérmelo saber.

Ella le sonrió dulcemente, realmente con Valirio, ella se sentía segura, cobijada, muy al contrario de lo que le sucedía con el capitán: una bomba de emociones frenéticas le sucedían con él pero seguridad nunca.

—Te agradezco todo lo que me ofreces y me halaga sobremanera lo que sientes por mí pero ciertamente no puedo tomar una decisión ahora pues no quiero que el dolor que me provoca sentirme rechazada me lleve a tus brazos; eso sería tomarte como un tronco en un naufragio y no sería justo o no me lo parecería simplemente... Más no te doy una negativa absoluta, estaremos unos días aquí y me servirán para pensar—aseguró.
—Querida, aunque sólo me tomaras como tu tronco en el mar, yo sería feliz—dijo él con sinceridad,—pero he de respetar tu decisión. Ahora vayamos a cenar pues nos esperan los demás.

Gianna se colgó de su brazo hasta llegar al comedor, este era un enorme salón donde seguramente Valirio daba unas hermosas fiestas como las de sus padres. Tenía enormes ventanales que daban a la parte posterior del jardín, las cortinas estaban corridas y el lugar era iluminado por candiles, sobre la mesa estaba dispuesto un festín de esos que ninguno de los que estaban a bordo veía desde hacía mucho tiempo, por supuesto, sin desmerecer la comida de Jim que era exquisita. Ya estaban allí Alessandro, Andrea Amaraí, luego Jamie llegó al final de todos. Valirio se sentó a la cabecera de la mesa, su lado izquierdo se lo ofreció a Gianna y a la derecha de ésta, Andrea, cerca del capitán, Amaraí y a su lado Alessandro. Jamie estaba a lado de su amiga y se miraba furtivamente con su esposo al estar el uno frente al otro. Por suerte para todos tuvieron una cena tranquila, con algunas conversaciones irrelevantes, excepto por una casi al final de la noche.

Las joyas del abueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora