Capítulo XV

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A pesar que la tormenta había amainado, Andrea decidió que aún no era el momento y dio instrucciones para no zarpar hasta la mañana siguiente así todos estarían mucho más tranquilos. Salió de aquel camarote aprisa y fue a hablar con Alessandro; éste estaba ya enterado de todo lo que había pasado y fue a ver si podía hablar con Jamie pero no la encontró sola entonces les pidió a Nasheli y a Verónica que los dejaran a solas y las chicas accedieron con rapidez.

-Jamie, no sé qué ha pasado con Amaraí pero quiero que sepas, que no estoy con ella—dijo Alessandro.
-¿Por qué habría de importarme eso?—dijo Jamie fingiendo indiferencia.

Alessandro tomó el rostro de la chica y lo levantó de modo que sus ojos se encontraran con los de él.

-No sé si me lo he inventado yo y estoy a punto de cometer el peor error de mi vida o si por el contrario tu sientes lo mismo que yo—dijo Alessandro con dulzura.

Jamie bajó la mirada de nuevo, tenía miedo de las palabras de Alessandro pero al mismo tiempo su corazón rebosaba de alegría al escucharlo. Dejó caer unas lágrimas y Alessandro volvió a tomar su rostro con las manos para forzarla a mirarlo.

-No llores, Jamie, he dicho que te quiero aunque antes no haya sido muy explicito al decirlo—reconoció él.—Y es que en éstas cosas, no tengo mucha experiencia pero por favor...
-¿Por favor, qué?—preguntó temerosa Jamie.
-Dime que me quieres—pidió el joven.

Jamie sonrió débilmente, se estiró hasta acercarse a él quedando tan cerca que fue inevitable lo que a continuación sucedió. Sus labios se encontraron en un beso tierno y lleno de amor. Los ojos penetrantes y oscuros de Alessandro se cerraron a la par que los de ella y el beso se volvió más apasionado, la sola idea de estar juntos volvía a Jamie la mujer más feliz del mundo. Estaban a solas, querían estarlo pero las sonrisas que venían de afuera los interrumpieron, se separaron un poco cuando Nasheli entró con Oscar. Iban tomados de la mano, y por eso, Alessandro no soltó la cintura de Jamie, parecía mentira, no tenían ni una semana en alta mar y había dos parejas como se los dijo Alessandro en ese momento.

-Humm, creo que has olvidado a una pareja—dijo Nasheli con una sonrisa traviesa.
-¿A quién?—preguntó Jamie.
-No me imagino a nadie más—dijo Oscar.
-Pues al capitán y a Gianna—respondió Nasheli.
-Vaya, eso si que es noticia—dijo Alessandro tomándose la barbilla.—Nunca lo hubiera creído, se me hace tan raro. Porque los dos se han empeñado tanto en negarlo y siendo como es Andrea...

Nasheli pensó que quizá había metido la pata, que no debió haberlo dicho pero ya era tarde para echarse para atrás. Trató de cambiar el tema pero Jamie lo siguió.

-¿Cómo lo sabes? ¿Los has visto juntos o es que ella te lo ha contado?—preguntó Jamie ávida de noticias.
-No, no, no—dijo Nasheli preocupada.—Debo callarme, por favor no lo repitan, ¿si?

Los otros tres asintieron a regañadientes y se dirigieron a la cocina para ayudar a Jim con la cena, en la cocina no se habló de otro tema que no fuera el estado en el que había vuelto Gianna de la bodega pues era sospechoso y más aún que no les dijera nada de lo que había visto o sucedido porque tampoco es que estaban muy claros con ese asunto. Según Jim, Andrea le había dicho que Gianna cenaría con ellos pero el viejo no lo creía tras ver el estado en que la joven había vuelto de la bodega.

Mientras tanto, Andrea seguía intentando calmar a Gianna abrazándola en la intimidad de aquel camarote que se había convertido en un refugio para ambos; mesaba sus cabellos con una dulzura que nadie hubiera creído que ese hombretón medio agrio tendría. Si Gianna hubiera estado bien, seguro que él no lo habría hecho porque debía mantener su reputación y con aquellas acciones se notaba que era capaz de ser tierno y dulce con algunas personas.

-¿Me dirás que sucedió allá abajo?—preguntaba el capitán una y otra vez.

Las joyas del abueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora