Capítulo 20

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"No me faltes".

16 de julio de 2016

Hoy es uno de esos días en los que cada mujer piensa qué ha hecho mal para merecer esto. Me duele hasta el alma. No quiero salir de la cama y el ibuprofeno en estos momentos es mi mejor amigo. No sé en qué postura ponerme para mitigar aunque sea un poco el dolor. Martha y Kira se han ido a un pueblo a media hora de distancia, porque Martha ha conocido a un chico de allí y le ha invitado a ir. Moon está con Xavier y Akos ha salido con su amigo de Noruega.

Llevo todo el día en la cama. Tenía pensado pedir algo de cenar pero no tengo ni ganas. Decido cerrar los ojos intentando descansar.

17 de julio de 2016

Mi teléfono suena a las seis de la mañana. Maldigo por haber interrumpido el sueño que tanto me ha costado conseguir. Veo en la pantalla que es Kira.

— Dame una buena razón para llamar a estas horas— murmuro molesta.

— Nusa, lo siento mucho. Necesitamos que alguien nos venga a buscar.

— ¿No podéis coger un autobús o un tren como la gente normal?

— No hay estación de tren y el próximo bus sale en tres horas— me explica.

— ¿Y qué hay del chico que os invitó?

— Ha salido todo mal, te lo cuento en el viaje de vuelta.

— ¿Das por hecho que voy a ir?

— Por favor, Nusa...

— ¡Vale! Maldita sea... Iré— termino aceptando.

— ¡Gracias, Nusa! ¡Te quiero!

— Ya, ya...

Me doy una ducha rápida y me encamino hacia el coche que Akos alquiló. Al menos ya no me duele la tripa, algo es algo.

Conduzco con la música de la radio a tope, cantando animada. Estoy de mejor humor que ayer.

Es domingo por la mañana por lo que me adelantan coches llenos de chavales que vuelven a sus casas después de una noche de fiesta. Voy metida en mis pensamientos cuando uno de estos coches pierde el control y choca contra el costado izquierdo del mío. Intento frenar y no salir de la carretera pero mis maniobras de poco sirven para evitar el choque violento. Lo que parecen horas, son simplemente segundos hasta que mi coche se detiene chocando con un coche detenido delante de mí. No he perdido el conocimiento. Cuando abro los ojos, el coche de delante tiene su parte trasera sobre el mío. Espero que no les haya pasado nada a las personas de ése vehículo. Me duele un poco el cuello. Creo que me ha dado un tirón, pero nada más. Parece que el accidente ha sido más aparatoso que grave, al menos en mi caso.

Me dispongo a salir para comprobar que la gente dentro del coche esté bien pero noto un dolor punzante en mis piernas. Me doy cuenta de que estoy atrapada. Si me muevo el dolor es insoportable por lo que intento quedarme lo más quieta posible.

— Señorita, ¿está usted bien?— escucho a un hombre decir a mi izquierda.

— No hablo español— digo nerviosa.

El mismo hombre viene con una chica más joven quien supongo es su hija. Ella me pregunta cómo estoy y yo le explico que estoy atrapada.

— Tranquila, la ambulancia viene de camino— asiento lentamente.

No se separa de mi lado. Me intenta tranquilizar y yo se lo agradezco. Cada minuto que pasa tengo más miedo.

Escucho el ruido de sirenas y no tardan en llegar los paramédicos hasta mí.

— ¿Cómo se encuentra?— me preguntan con calma.

— Me duele un poco el cuello y las piernas.

— ¿Las piernas?— yo asiento.— Esperaremos a que lleguen los bomberos para que te saquen de aquí. No te ocurrirá nada.

¿Por qué me da la impresión de que hay algo que no me quiere decir?

Pienso en Fabián. Quizás esté trabajando y venga a rescatarme. Me río por mis pensamientos aunque debo admitir que sería como vivir una película.

Los bomberos llega un par de minutos después.

— Hola, ¿cómo te encuentras?- miro con cuidado de no hacerme daño en el cuello y veo que quien me habla es el compañero de Fabián que me contó la historia de su sobrino.

- Eres Manuel, ¿verdad?- será por la conmoción cerebral porque si no no me explico cómo he conseguido recordar su nombre.

Por su gesto deduzco que le ha sorprendido que supiese su nombre.

- ¿Nos conocemos de algo?

- Soy amiga de Fabián; usted es compañero suyo- suelto un quejido involuntario al forzar demasiado mi cuello.

Cada vez me duele más.

- Cuidado, no te muevas- examina con detenimiento el interior del coche.- ¿Cómo te llamabas?

- Nusa- el ríe por lo bajo.- ¿Te resulta gracioso mi nombre?

- No, lo siento. Es solo que he oído hablar de ti- uno de los paramédicos se acerca a Manuel.

- ¿Ah, sí?- no recibo respuesta.

Intento escuchar lo que dicen pero hablan demasiado bajo para que les pueda escuchar.

- Nusa, ¿cómo están tus piernas?- me pregunta Manuel.

Me empieza a preocupar que me pregunten por ellas. 

- Me duelen- digo nerviosa.

No lo puedo evitar y un sollozo se escapa de mi boca.

- Tranquila, Nusa. Te vamos a sacar de aquí para que sigas dándole guerra a Fabián- me coloca un collarín en el cuello.

- Más bien es él el que me la da.

- Lo dudo mucho- murmura.- ¡Rafa, Jauma! ¿¡Queréis venir de una puta vez!?- les grita y aunque no sé lo que dice, no parece estar de buen humor.

- ¿Vais a tardar mucho en sacarme de aquí?

- Mis compañeros vienen ahora mismo con unas herramientas de extracción y en nada estarás fuera. 

Toda esta situación me está superando. Noto como empiezo a perder fuerzas y mis ojos comienzan a pesar.

- ¡Nusa! Escúchame, Nusa. No te duermas.

- Estoy muy cansada...

- Venga, cuéntame cómo os conocisteis Fabián y tú- sus compañeros ya están trabajando y el ruido es ensordecedor.

- En la discoteca donde trabajo. A mí me gustaba su amigo- escucho la risa de Manuel a mi lado.- Pero supongo que al final sus dientes me enamoraron o, mejor dicho, la falta de ellos.

- Es una historia digna de una película.

- Es ridículo- río pero me arrepiento al instante cuando el dolor en mi cabeza se vuelve insoportable y termino desmayándome.

Mi bombero ibicenco [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora