Capítulo 50

2.4K 206 13
                                    

"Solo cuando llueve me buscas. Solo cuando hay frío te asustas".

Uno a uno se van levantando para saludar a Fabián. Yo miro a mis amigos, quienes me devuelven una mirada de miedo por la que pueda ser mi reacción.

Estoy completamente bloqueada, no sé cómo debería reaccionar. Mi mente me dice que responda, que le diga algo, que le de dos besos. Me grito a mí misma: ¡MUÉVETE! Pero soy completamente incapaz. No estaba preparada para este momento. Pensé que me resultaría incómodo, pero no sé esta manera. Creo que si me hubiese encontrado con él a solas mi reacción hubiese sido diferente, pero con la mirada inquisitiva de todos clavada en mí... No puedo. Sencillamente no soy capaz de ser yo. No puedo.

De reojo veo que se acerca a mí esperando que yo haga algo. Me saluda y yo ni siquiera le contesto. Me limito a darle una mirada fugaz y una pequeña sonrisa. No me reconozco a mí misma.

Mis amigos charlan con él y envidio esa soltura. Estamos al lado el uno del otro y yo me quedo estática. No soy capaz de hacer ni un solo movimiento. Él parece tranquilo, de vez en cuando le miro fugazmente y le pillo mirándome, esperando a que yo dé el primer paso, pero no puedo.

Comemos y todos actúan con normalidad, menos yo, que siento que el corazón se me va a salir por la boca. No suelo dejar nunca nada en el plato, pero hoy me dedico a esparcir la comida para que parezca que he comido algo. Todos notan mi incomodidad, soy consciente de ello, pero no puedo... De verdad que no puedo.

— ¡Nusa, reacciona!— la voz de Sergio se alza sobre la del resto y yo descubro que soy capaz de tensarme mucho más de lo que ya estaba.

No, joder. Me encantaría gritarle que cerrase su maldita boca. Solo quería pasar desapercibida y que esta comida se terminase lo más pronto posible.

— Tengo que ir al baño,— dice Kira mientras se pone en pie y yo la imito.

— Te acompaño.

Una vez en el baño puedo respirar en condiciones.

— Pero, ¿se puede saber lo que te ocurre?— me dice Kira con un gesto serio en su cara.— No pensé que fueses a comportarte así. Me has decepcionado.

— No puedo hacer otra cosa, Kira,— digo agobiada sabiendo que tiene razón.— Me siento patéticamente. Sé que estoy haciendo el ridículo. Encima Sergio no me lo pone tampoco fácil.

— ¡Porque ha pasado mucho tiempo ya, Nusa! Eres una mujer adulta. No te quiero ver así. Akos te estaba hablando y tú no le has hecho ni caso, por eso te ha dicho eso Sergio. ¡Reacciona!

— No puedo... Es que... Muchas veces he pensado en cómo sería nuestro reencuentro. Lo que más me preocupaba era su reacción al verme y, de todas las que me he imaginado, una tan natural era lo que menos me esperaba y yo creo que me he bloqueado por eso,— al verme tan agobiada, Kira pone sus manos a ambos lados de mis brazos y me aprieta con firmeza.

— Nusa, relájate. Nada malo Te puede pasar. No puedo meterme en tu cabeza para saber por lo que estás pasando, pero quiero que te quede muy claro que nadie te va a juzgar, pase lo que pase,— asiento sin quitar los nervios de mí.— ¿Estás lista para volver?

— No.

— Lo siento, cariño, pero tenemos que hacerlo. Hoy es el día de nuestra mejor amiga,— asiento dándole la razón,— hazlo por ella.

Inspiro hondo y la acompaño de nuevo al comedor principal.

— ¿Estás bien?— me pregunta Moon al sentarme de forma discreta para que nadie lo oiga y yo asiento disimuladamente para tranquilizarla.

Ella solo quería juntar de nuevo a todos sus amigos para compartir uno de los días más especiales de su vida con nosotros y no puedo estropeárselo. Hoy no permitiré que parezca que yo soy la protagonista. Es ella y solo ella y me lo repetiré a mí misma las veces que haga falta.

— Y dime, Moon,— hablo por primera vez desde que vi a Fabián y todo el mundo pone atención,— ¿ya tienes todo listo para la boda?

Una pregunta estúpida teniendo en cuenta que la boda es en dos días, pero algo tenía que decir para romper el hielo.

Mi amiga sonríe animada al ver que lo estoy intentado y comienza a contarnos los últimos detalles del gran día, aunque debo admitir que no soy capaz de concentrarme en lo que dice. Doy un sorbo a mi copa y de reojo veo la mirada de Fabián clavada en mí, confuso, sin saber por qué me estoy comportando de una manera tan fría con él.

Finalmente, logro superar esa comida. Fabián ni siquiera se despide de mí y, sinceramente, lo entiendo a la perfección.

Cuando llego a la habitación del hotel estoy que me subo por las paredes.

— Dios, Nusa, ¡qué vergüenza! ¿Por qué das tanta vergüenza ajena? ¡Qué patética eres!— me digo a mí misma mientras camino de un lado a otro. — Era tan sencillo haberle dicho: ¡Hola, Fabián! ¿Qué tal todo? Con una maldita sonrisa fingida y haberle hecho creer que lo has superado y que no significa nada para ti ya. ¡Pero no! Tenías que dejar claro, no solo a él, sino a todo el mundo que estás loquita por sus huesos... ¡Qué tampoco es eso verdad! Seguro que se piensa que te impone muchísimo y que no puedes vivir sin él y que eres una loca enamorada y que te tiene en la palma de su mano y que... ¡Es más! No me da la gana que las cosas se queden así. ¡Le voy a mandar un mensaje para que vea que me es indiferente!

Cojo mi teléfono y busco su nombre en el whatsapp. Se ha cambiado la foto que tenía puesta. Obviamente llevo al día su foto de perfil por si pone una con otra mujer... ¡Joder, estoy como una puta cabra de loca!

Querido Fabián... ¡No, Nusa! Esto no es un jodido examen de Writing. Hola, Fabián... ¿Para qué tantos formalismo? Mejor le pongo un Hola y un emoticono de una manita saludando. Me alegro de haberte visto hoy. Eso está bien, algo simple, pero directo. Así sabrá que lo he superado, lo cual no he hecho, pero él no tiene por qué saber. ¡Enviado!

Un tick, dos tick, aún no se han puesto en azul, aún no lo ha leído...

¿Pero cómo demonios soy tan ridícula? ¿Para qué le he enviado nada?

Azul... ¡Lo acaba de leer! A ver qué me contesta.

Pasa un minuto...

Pasan dos...

No puede ser...

No creo...

¿Me ha dejado en visto? ¡Me ha dejado en visto! Dios mío, ¡qué vergüenza! Seguro que está enfadado. Normal, lo he ignorado durante toda la comida, no nos hemos despedido y ahora yo voy de colega y le mando un patético mensajito. Me tiro boca a bajo sobre la cama y reboto mi cabeza contra la almohada.

— Estúpida, estúpida, estúpida...

De pronto escucho la campana de sonido del whatsapp y mi corazón bombea frenéticamente. Las manos me tiemblan con miedo de ver su respuesta. Desbloqueo mi teléfono y lo leo.

Disculpa, ¿quién eres?

Qué...

Miro la foto y es él. No conozco tampoco a ningún otro Fabián; no me he equivocado de número. Solo puede ser que... Fabián borró mi número de teléfono.

Soy Nusa...

Esta vez no tarda en responder.

Ah, ok.

Definitivamente soy una estúpida.

Mi bombero ibicenco [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora