Capítulo 55

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"Juro que, juro que, juro que el tiempo que tú estés dentro, yo te esperaré".

— Perdona, ¿cómo dices?— pregunto incrédula.— ¿Te estás riendo en mi cara?

— No,— dice decidida,— realmente quiero que mi hermano y tú volváis a estar juntos.

— ¿Es una broma?— niega.— A ver si lo he entendido,— inspiro profundo y coloco las palmas de mis manos sobre la mesa,— después de todo lo que me habéis hecho, después de hacer lo imposible para separarme de Fabián, haberme humillado y haberme destrozado, ¿me dices que quieres que volvamos juntos?— juro que me estoy conteniendo para no tirarle mi quinto vaso de agua a la cara.— ¡Esto es de locos! No. Loca me vais a volver a mí.

— Escúchame, Nusa,— en su mirada se refleja decisión, como si fuese a hacer lo que sea por hacerse entender,— durante todo este año he visto a mi hermano totalmente hundido. Le he visto tocar fondo, como no hacía desde el día del accidente en el colegio de mis hijos. ¿Sabias que Fabián perdió diez kilos?— niego importándome poco, sobretodo porque yo engordé casi esos diez kilos por la ansiedad que tenía.— Estaba devastado. Cuando me enteré de que marchó a Hungría a buscarte, no me lo podía creer,— niega mirando hacia otro lado para después mirarme directamente a los ojos.— Nunca le había visto hacer nada igual por nadie, ni siquiera por Carla,— no puedo evitar sonreír disimuladamente.— Yo en ese entonces pensaba que sería por la emoción del momento,— se encoge de hombros.— Un amor de verano siempre es intenso, pero no era un simple amor de verano, como yo pensaba,— suspira con pesar.— Fabián no quería vernos, no contestaba a nuestras llamadas. Se alejó tanto de nosotros, como de sus amigos. Doblaba turnos constantemente en el trabajo, hasta que le obligaron a tomarse unas vacaciones porque sus compañeros sabían que no podía seguir así.

— Yo también lo pasé muy mal, Laia,— digo con la voz entrecortada.

Suponía que Fabián no lo habría pasado bien al principio, al igual que yo, pero también supuse que no tardaría en recuperarse.

— Estoy segura de ello,— asiente con sinceridad.— Ayer,— sonríe de lado pensativa,— hacía mucho tiempo que no veía a mi hermano disfrutar tanto. Dos meses antes de la boda, Xavier consiguió sacarlo de casa y comenzó a levantar cabeza, pero cuando venía a casa de mi madre a comer algunos días, se le notaba que no era el mismo,— hace una mueca triste.— Ya no sonreía como siempre lo hacía. Era como si sonriese por obligación,— respira hondo.— Lo sé porque esa sonrisa era la misma que yo llevo utilizando desde que mi hijo murió.

Vaya.

Debo admitir que me ha emocionado un poco lo que me ha contado Laia.

— Laia,— me decido finalmente a hablar, pero esta vez dejando a un lado mi rencor,— entiendo que te preocupes por tu hermano, yo le quise mucho y nunca he dudado de que él también me quisiese a mí, pero llevamos mucho tiempo luchando por olvidarnos mutuamente,— pienso un poco en lo que digo.— Bueno, olvidarnos no, pero si superarnos el uno al otro.

— Mi hermano no está ni siquiera cerca de superarte, como dices tú,— frunzo el ceño.

— Ayer hablé con él y yo creo que te estás equivocando. Siempre me tendrá para lo que necesite, pero como amigos,— niega rotundamente.

— No, Nusa. La que se está equivocando aquí eres tú,— me señala con el dedo.— Conozco a mi hermano lo suficiente como para saber que no está bien, que no te ha superado y que difícilmente volverá a ser feliz sabiendo que te perdió por su culpa.

— ¿Por su culpa?— no entiendo nada.

— Vamos, Nusa,— ríe,— todos sabemos que él fue quién tuvo que haberte pedido perdón.

— Ya lo hizo...— murmuro sintiéndome mal al recordar aquellos momentos tan dolorosos para mí.

— Te lo dijo con palabras, pero no con actos. Sí, él se fue a Hungría a buscarte, pero tanto tú como yo sabemos que eso no es un sacrificio,— me sorprende que su propia hermana esté hablando así de él.

— Tampoco le voy a obligar al chico a darse latigazos en la espalda, Laia. Los dos hicimos cosas mal y ya está,— ella sonríe.

— Dime una cosa, Nusa. ¿Qué hubiese pasado si Fabián te hubiese dicho que se quedaría contigo a vivir en Budapest? ¿O si te hubiese pedido que te quedases a vivir en su casa? ¿Te lo propuso alguna vez?— niego confundida; no había pensado nunca en eso.— ¿Fabián alguna vez te pidió empezar de cero? Olvidarlo todo, olvidar rencores o cualquier cosa que el uno le hiciese al otro.

— Quizás... A ver...— esta conversación remueve cosas dentro de mí que pensaba tener ya enterradas.— Yo también podía haberle propuesto esas cosas.

— ¡Sí! Claro que sí, Nusa. Cualquiera de los dos lo podría haber hecho, pero es Fabián quién apareció en mi casa anoche llorando y diciéndome todo eso.

Me quedo en completo shock. No me puedo creer lo que me está diciendo Laia. La esperanza que creía pérdida, ha vuelto a mí con más fuerza que nunca.

Laia sonríe al darse cuenta de que sus palabras han calado en mí.

— Por eso sé que mi hermano no podrá ser feliz, Nusa,— sujeta mis manos por encima de la mesa y yo estoy tan impactada por todo que ni siquiera se me pasa por la cabeza apartarme.— No podrá ser feliz porque vive torturado pensando que fracasó. Pensado en el "qué hubiera pasado si...".

Empiezo a respirar con dificultad. Mi corazón va a mil por hora.

— Pero... — No me salen ni las palabras.— ¿Qué debería hacer? Quiero decir, si esto que me estás diciendo es verdad, ¿por qué no es Fabián quién está aquí conmigo en vez de tú?

— Porque el orgullo es una puta mierda, Nusa,— suspira.— Él piensa que tú lo tienes superado, que has rehecho tu vida y que su tiempo ya ha pasado. Por eso, por mucho que le haya insistido yo a Fabián en que te viniese a buscar, solo he conseguido que se enfade conmigo y no quiera hablar más del tema.

— Pero si me has dicho que estaba arrepentido...

— Solo me lo admitió cuando volvió anoche de la fiesta, con unas copas de más.

— Es decir,— bufo,— que solo borracho quiere estar conmigo.

— No. Solo borracho fue capaz de desahogarse y sacar todo lo que llevaba guardado desde hace un año y que seguramente volvió a sentir ahora que has vuelto.

No sé ni qué decir, ni qué pensar. ¿Qué se supone que debería hacer yo ahora? No me puedo quedar con esta sensación.

— Yo ya he jugado mi papel, Nusa,— dice soltándose de mis manos y rebuscando en su bolso.— Si Fabián supiera que estoy ahora mismo contigo, contándote todo lo que me dijo anoche en privado, estoy segura de que me mataría,— saca su billetera y paga la cuenta.— Yo no te voy a obligar a nada,— dice levantándose.— Ahora te toca a ti decidir,— dice y se marcha, dejándome con un filete a medio comer.

Suelta la bomba y se va. Hay que reconocer que la chica tiene estilo.

— Al menos ha pagado ella,— murmuro para mis adentros, sin saber qué demonios voy a hacer ahora.












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Un saludo.

Mi bombero ibicenco [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora