Capítulo 29

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"No vine aquí para hacer amigos pero sabes que siempre puedes contar conmigo".

23 de julio de 2016

No he vuelto a tener noticias de Fabián desde el día de la fatídica fiesta. Creo que ya es hora de poner las cartas sobre la mesa y enfrentar los problemas de cara. Él ha luchado mucho por mí y ahora me ha llegado a mí el turno de luchar por los dos. Por esta razón ahora estoy yendo hacia su casa.

Durante todo el camino he ido muy decidida pero nada más llamar al timbre, esa valentía se ha ido tan pronto como vino. Por un momento he deseado que no estuviese en casa pero no ha servido de mucho.

— ¿Sí?— contesta a través del telefonillo.

— Soy Nusa,— nadie responde al otro lado.

Por un instante creí que no me abriría la puerta pero tran unos angustiosos segundos de silencio, un ruido suena y yo empujo la puerta del portal para entrar. Mientras subo por las escaleras, cosa que no me hace gracia porque las manos me duelen por las muletas, pienso en mi cabeza el discurso y la retahíla de cosas que le voy a soltar nada más verle pero cuando estoy frente a la puerta abierta de su casa y le veo, olvido todo lo preparado de golpe.

— Pasa,— me dice retirándose de la puerta y yo me quedo quieta por un instante.

Físicamente está fatal. Bajo sus ojos, unas marcas oscuras muy pronunciadas, su pelo es un desastes y su mirada parece estar cansada de todo.

Por fin entro, cierro la puerta tras de mí y le enfrento. Tiene la vista fija en cualquier sitio menos en mí.

— ¿Quieres tomar algo?— se aclara la voz antes de hacerme esa pregunta.

— No,— le contesto.— Fabián...

— Escucha,— me corta,— antes de que digas nada, lo sé, me he comportado fatal contigo. No te he llamado y te puedo asegurar que ganas de hacerlo no me han faltado, pero creí que sería lo mejor.

— ¿Lo mejor para quién, Fabián?— pregunto cruzándome de brazos.— Porque está claro que para ti no,— él resopla y se pasa ambas manos por su ya alborotado pelo.

— Sé que te he decepcionado y entendí que no quisieses saber nada de mí,— murmura.

— ¿Qué? Pero, ¿tú estás oyendo lo que estás diciendo?— pregunto alucinada.

— No soy idiota, Nusa,— ríe sin gracia.— Más de una vez me has dicho que soy perfecto y muy buena persona. Intenté que creyeras que era así durante un tiempo, pero al final las mentiras caen por sí solas,— no me gusta el rumbo que está tomando esta conversación.

— Todas las parejas se encuentran baches en sus relaciones, pero los solventan enfrentándolos y la mejor manera de hacerlo es hablando de ello y comunicándonos,— intento que entre en razón.

Por fin me mira a los ojos.

— Yo no soy lo que tú piensas...

— Pues dime tú quién eres y ayúdame a entenderte,— le digo dando un paso hacia él para intentar reducir, aunque sea sólo un poco, la distancia entre nosotros.

Mira hacia un lado, no sé exactamente a qué punto en concreto, pero parece estar planteándose mis palabras.

– De acuerdo,— susurra asintiendo lentamente con la cabeza.— El otro día, cuando comimos con mi familia, todo se me fue de las manos. Yo pensaba que no habría ningún problema y que les encantarías, pero no fue así,— yo también noté que no les guste, pero escucharlo de su boca duele aún más.— Y no es por ti, es por ellas. A veces siento que no hago nada bien cuando se trata de mi familia,— aprieta sus labios y yo noto que se está abriendo poco a poco a mí.— En fin,— suspira pesadamente,— todo se salió de madre y yo no supe actuar como debería haberlo hecho.

— Sé que no les gusté, pero no entiendo por qué dices eso último. Tú no podías hacer nada.

— Yo debí haberte prevenido de ellas o haberte defendido más. No son malas personas, sólo es que han sufrido mucho,— las intenta defender y a mí me frustra.

Empiezo a entender lo que me dijo Xavier. Las mujeres de su familia son unas auténticas arpías, pero Fabián las defiende a capa y espada, cuando se nota a la legua que ellas no harían lo mismo por él.

— Fabián, eres demasiado bueno y, de bueno, eres tonto. ¿No ves lo que te hacen?— intento hacerle entrar en razón, pero él niega repetidas veces.

— No, eso no es así.

— Sea como fuere, eso no explica el porqué de que te hayas peleado con Sergio,— le cambio de tema porque sé que si no no vamos a llegar a ninguna parte.

— De eso prefiero no hablar,— dice serio.

— ¿Por qué no?— arrugo mi frente sin entender.— Él es tu amigo y no entiendo por qué te pusiste como un loco con él.

— Deja el tema, Nusa,— me ordena, pero yo no quiero dar mi brazo a torcer.

— No quiero. Dime la verdad,— comienzo a exasperarme.— ¡Joder, Fabián! Si hasta te tuvo que golpear Xavier para que reaccionases.

— Nusa, ¿qué parte de "no quiero hablar de ello", no entiendes?— me dice y veo de reojo que aprieta sus puños.

— Mira, guapo,— digo con aires chulescos,— creo que ya somos mayorcitos como para andarnos con estos juegos,— me doy la vuelta y abro la puerta.— Cuando madures y estés dispuesto a tener una conversación de adultos conmigo, me avisas,— dicho esto salgo de su piso y me encamino hacia las escaleras.

Antes de que pueda poner un pie en el primer escalón, me sujetan del brazo reteniéndome.

— Tengo un problema con el alcohol.

Mi bombero ibicenco [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora