Capítulo 40

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"Y vencer al amor".

8 de agosto de 2016

— No me gusta verte así, Xavier,— me dice Moon mientras desayunamos en una cafetería del centro.— ¿Has dormido algo?

Suelto un suspiro profundo y miro mi taza de café.

— No he podido pensando en Fabián,— miro sus preciosos ojos que desbordan compasión por mí.— No debería haberlo dejado solo.

— Él te lo pidió. Es lo que hacen los amigos.

— No,— niego y me estiro en mi silla,— los buenos amigos están ahí siempre.

— ¿Y tú no lo estás para él?—  deja su taza, cruza sus dedos y apoya los codos sobre la mesa.— ¿Soy yo una mala amiga por no haberme marchado con Nusa a Hungría?

Sonará egoísta, pero me alegro de que no se haya ido ella también. Ya tuvimos una discusión por esto y finalmente lo dejamos pasar. No sé cómo soportaré su marcha.

Por eso entiendo cómo se debe sentir mi amigo.

— No es lo mismo...

— Lo es.

— Fabián está destrozado.

— Como Nusa.

— ¡Pero es diferente!— respiro para calmarme; mis manos tiemblan por los nervios y Moon, al darse cuenta de ello, me las sujeta por encima de la mesa.— Yo he visto a Fabián en su peor momento. No quiero que eso se repita. No podría soportarlo.

Se acerca una de mis manos a sus labios y deja un suave beso en ella.

— ¿No te ha cogido el teléfono?

— Sí,— suelto un de sus manos para darle otro sorbo a mi café,— me ha dicho que no me preocupe, que sabe cómo manejar la situación.

— ¿Y tú te lo crees?— alza su ceja derecha; sabe la respuesta.

— Ha ido a trabajar, lo sé porque he hablado con sus compañeros, aunque ha cambiado algún turno. Cuando hablé con él parecía que estaba bien, pero..., eso me asusta aún más. Cuando se guarda las cosas para sí mismo, no es buena señal.

— Dale un par de días,— me aconseja,— hay veces en las que todos necesitamos pasar un tiempo solos.

Espero que no te equivoques, Moon.

10 de agosto de 2016

Espero que Fabián no se enfade mucho conmigo, pero creo que he esperado el tiempo suficiente para dejarle pensar. He pasado mi día libre con Moon, pero incluso ella me ha animado a venir al verme todo el tiempo distraído.

Si veo que está bien con mis propios ojos me quedaré más tranquilo.

Cuando llego al portal de su casa, llamo al timbre y espero, pero nadie contesta. No le he avisado, así que a lo mejor no está en casa. Por un momento se me pasa la idea por la cabeza de marcharme, pero no lo hago. Saco del bolsillo de mi americana las llaves de su casa que me dejó por si había alguna emergencia. Creo que esto se puede considerar como "emergencia".

Subo las escaleras del edificio y al llegar a su puerta cojo la segunda llave y la abro. Al entrar tengo que agudizar la vista porque todo está oscuro. Huele muy mal. Es olor a resaca, olor a cerrado. Antes de encender el interruptor noto a Fabián sentado en el suelo del pequeño salón, apoyando su espalda en los bajos del sillón, mirando fijamente algo sobre la mesa. Una botella de alcohol. Una botella de alcohol vacía. Una ira tremenda recorre todo mi cuerpo. Camino a oscuras hacia él, agarro la botella y la estampó contra la pared.

— ¿¡Se puede saber qué cojones has hecho!?— le grito completamente fuera de mis casillas.

No me lo puedo creer, ha vuelto a caer. Éste era mi mayor temor. Por esto quería haber venido antes a verle. No tenía que haber hecho caso a Moon.

— Relájate, amigo...— murmura con su voz ronca.

Mis fuerzas flaquean. Mi mejor amigo está en uno de sus peores momentos y yo solo pienso en mí. Solo pasa por mi mente que no voy a poder soportar verle de nuevo de esa forma, completamente hundido. No sé cómo sacarle de ahí. Aunque... ni siquiera sé si alguna vez salió.

— No puedo relajarme, Fabián. Ya no sé qué hacer,— dejo caer abatido mis brazos a ambos lados de mi cuerpo.

— No te preocupes por mí,— su mirada,¡joder!, su mirada está completamente vacía,— lo estás haciendo bien. Yo te pedí tiempo y eso es lo que me has dado.

— Yo no quería esto...

— No tienes por qué sentirte culpable,— me mira.— No he hecho nada.

Suelto el aire que no me daba cuenta que estaba reteniendo.

— ¿Y la botella?

— Casi,— vuelve su gesto penumbroso hacia el frente.

Con esa sola palabra ya lo entiendo todo. No lo ha hecho, pero eso no me alivia.

— ¿Querías hacerlo?— asiente.— ¿Y qué te lo ha evitado?— se encoge de hombros y muerde su labio superior haciendo prácticamente un puchero involuntario como un niño pequeño que está a punto de llorar; esa no es su intención.

— ¿Sabes lo más irónico?— me dice pensativo.— Esa botella de la dejó olvidada aquí Nusa. Creo que era de una de sus amigas. Cualquiera diría que es una irresponsabilidad dejar una botella de alcohol en la casa de un alcohólico,— suelta una risa,— pero ella nunca me vio como tal. Nunca pensó en mí de esa forma. Era como si no fuese importante para ella. Nunca se cortaba de pedir lo que quisiese para beber solo porque yo estuviera delante, como si lo hacíais al principio Sergio o tú.

— Lo siento,— digo sintiéndome culpable.

— No tienes por qué sentirlo. Sé que lo hacíais por mí. Pero es que...,— suspira cerrando sus ojos,— estaba tan a gusto con ella. Nunca me había sentido así. Me arrastré todo lo que pude y más solo por que me hiciera caso, y lo repetiría mil veces si hiciera falta, discutimos, pasamos por momentos muy duros y, a pesar de todo, era todo tan fácil junto a ella. Todo era...— para de hablar cuando se le rompe la voz.

Me siento tan impotente en estos momentos. ¿Qué puedo hacer para que se sienta mejor? No creo que haya palabras que le puedan reconfortar.

— Nunca dejes marchar a Moon,— vuelve a llamar mi atención,— no quiero que pases por esto. Es... demasiado.

No lo haré, amigo. No lo permitiré.

Al igual que tú. No dejaré que las cosas terminen así.

Es hora de hacer otra visita.







NOTA:

COMO EN TODAS MIS HISTORIAS, ÉSTA ACABARÁ EN EL CAPÍTULO 50, ASÍ QUE POQUITO QUEDA YA.
MUCHAS GRACIAS POR LEERME.
Feliz Navidad 🎄

BaccelliMSR

Mi bombero ibicenco [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora