Capítulo 25

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"Por ti lucharé".

— ¿Salimos fuera?— me encantaría decirle a Fabián que no me veo con fuerzas como para salir ahí y enfrentarme a toda su familia, que no soy lo suficientemente fuerte como para hacerlo.

Pero no lo haré. Él ya ha dado demasiado por nuestra relación; ahora es mi turno de aguantar lo que me echen encima. Esto debe ser el karma.

Asiento con mi cabeza y abro la puerta para que vaya él primero. El miedo que sentí antes de entrar a esta casa se ha quedado en nada en comparación con el que siento en estos momentos. Fabián me sujeta de la cintura intentando transmitirme seguridad, cosa que no consigue pero que yo agradezco.

Llegamos a la terraza y todos se quedan en silencio pero esta vez no dejan sus miradas fijas en mí, sino que siguen recogiendo los platos.

Cojo todos los vasos y los llevo en dos manos. Sigo a Juanito y llego hasta la cocina. Violet está fregando platos. Me acerco a ella algo nerviosa.

Vamos, Nusa. Son buenas personas, no te van a comer.

— ¿Dónde quieres que te deje esto?— pregunto en un tono de voz más bajo del que me hubiera gustado.

Ella me mira sorprendida.

— Oh... Em... Dejámelos aquí mismo, por favor. Muchas gracias, Nusa— me dice sonriéndome como lo haría mi madre.

— No hay de qué. ¿En qué más puedo ayudar?

— Nada, tranquila. Eres una invitada. Ve con Fabián y las niñas al salón.

No voy a insistir. Estoy demasiado decaída como para ponerme a fingir cortesía.

Camino por los pasillos analizando mis sentimientos. Me siento muy triste. No recuerdo la última vez que tuve este sentimiento. Es como si todo lo que me dijesen me diese ganas de llorar. Estoy tremendamente sensible. Yo no soy así pero la situación me supera. Supongo que en el fondo pensaba que al ser Fabián una persona tan maravillosa, su familia también lo sería. No me han tratado mal, pero no sé, la sensación que me llevo tampoco es buena. Creo que lo que ha ocurrido es que tenía muchas expectativas para cuando llegase el momento de conocer a la familia de mi pareja, pero para ellos ha sido como ir a renovar el pasaporte, nada especial. ¡Mira que era sencillo preguntarme por mi trabajo o el porqué de que tenga una pierna escayolada! Esta gente está tan hundida en su mundo que lo que ocurre a su alrededor les importa entre cero y nada.

Ojalá pudiese marcharme ya de esta casa.

Llego al salón y allí me encuentro a Fabián jugando con las gemelas. Me siento en uno de los sofás que hay libres. Él está como pez en el agua. Es lógico, es su casa.

Noto unos golpecitos en mi brazo y miro para ver de dónde proceden. Veo a la niña que no me dirige la palabra tendiéndome algo. Lo cojo y me doy cuenta de que es una de mis pulseras. Debió habérseme caído cuando salí del baño.

— Muchas gracias,— le digo a la niña pero no obtengo respuesta.

Se sienta a mi lado y me mira fijamente. Yo la miro de reojo sin saber qué hacer. No sé qué clase de fijación tendrá conmigo, pero ojalá se le pase pronto.

Poco a poco la gente va viniendo al salón. Fabián se sienta a mi lado y pasa su brazo por detrás de mí.

Es difícil encontrar a gente más extrovertida y habladora que yo. Conmigo no existen los silencios incómodos si nos acabamos de conocer.

¿Qué me pasa con esta gente? ¡Es que no soy yo!

Pero Fabián me conoce, ¿no nota nada raro en mí? También le he visto actuando de forma extraño, o a lo mejor sólo es una sensación mía. Está tenso.

Cada uno en la sala está hundido en sus pensamientos: Fabián juega con mi pelo, Juanito y Mónica regañan a las geme-malas, Laia tiene la mirada perdida en alguna de las fotos del mueble del televisor y Violet con una mirada triste bebiendo de su té. Quizás yo no sea el problema. Yo no quiero juzgar a gente que no conozco y no lo haría si estuviese entretenida en una charla amena con ellos, pero es inevitable darse cuenta de que esta familia es de todo menos una familia.

— Nusa,— murmura Fabián cerca de mi oído,— cuando quieras nos podemos ir.

— No te preocupes por mí, estoy bien.

— ¿Vas a llorar?— se escucha una vocecita a través del silencio y todas las miradas se fijan en la pequeña que está sentada a mi lado.

Incluso Fabián tiene cara de no poder creer lo que ve. Para mí no tiene mayor importancia.

— Em... no— digo encogiéndome de hombros.— ¿Por qué me preguntas eso?

— Porque mamá dice eso antes de ir a su habitación a llorar.

Laia se tapa la boca con su mano reprimiendo un sollozo. Ahora todos la miran a ella. Fabián se levanta y se sienta a su lado abrazándola mientras llora en silencio.

— Hay veces que los adultos necesitamos llorar,— no sé por qué intento mantener una conversación con una niña de seis años si va a ser imposible.— Seguro que tú también lloras alguna vez,— la niña asiente con la cabeza.— Y a que no siempre es porque te has hecho daño, ¿verdad?

— Yo lloraba mucho antes; ahora sólo cuando tengo alguna pesadilla— asiento sin querer profundizar más; no hay que ser médico para darse cuenta de que esta niña no está bien.— ¿Qué te ha pasado en la pierna?— sonrío porque al fin alguien ha reparado en mí.

— Tuve un accidente de coche hace unos días.

— ¿Te duele?— me pregunta rozando el yeso suavemente.

— No, nada,— me acerco a ella para susurrarla,— pero me pica mucho y, no se lo digas a tu tío pero ayer arrascándome se me metió para dentro un lapicero y no lo puedo sacar— no era mi intención hacerla reír pero es lo que he conseguido.

— Eres muy divertida,— me dice y yo muestro la primera sonrisa sincera desde que puse un pie en este infierno.

Esta niña no es como las demás. Me recuerda a Moon cuando era pequeña. Callada, tímida pero siempre se reía de mis estupideces.

— Em... Nosotros nos tenemos que ir ya— dice Mónica atrayendo junto a ella a sus hijas, las cuales también se habían mantenido en silencio desde que la niña habló.

Su hermana llorando y ella se marcha. Pues que bien, ¿no? Cada vez me cae peor. Ha sido más fácil hablar con una niña medio muda que con ella.

Fabián logra calmar a Laia. Violet deja temblando la taza con su té en la mesilla.

— Hasta luego, ha sido un placer, Nusa— coloca una mano sobre mi hombro Juanito antes de marcharse.

Al final el chino Juanito ha sido el más normal de la familia.

Violet sale de la sala. Miro a la niña que hay a mi lado mirar con sus preciosos ojos a su madre. No sé qué está pasando pero creo que la tensión en esta familia está propiciada por algo pero, ¿por qué?









¡ECUADOR DE LA HISTORIA!

Como siempre, 50 capítulos habrá en total, (a no ser que algo cambie).

Un abrazo,

BaccelliMSR.

Mi bombero ibicenco [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora