Lo ha hecho. ¡Joder, lo ha hecho!
Abro la puerta del despacho de mi jefe y entro sin pedir siquiera permiso para hacerlo.
—Me ha puesto una orden de alejamiento —espeto, rabiosa.
En cuanto estoy justo enfrente de su escritorio, estampo la hoja de la orden en él. Marshall levanta la mirada de unos informes que estaba leyendo segundos antes de que yo entrara en su oficina y me mira con confusión en su rostro.
—Buenos días a ti también —pronuncia este con sarcasmo.
—Me ha puesto una puñetera orden de alejamiento —repito, ignorando sus palabras.
Me alejo de la mesa y señalo el papel con ganas de romperlo en miles de pedazos. Aunque ahora que lo pienso mejor, debería estar en cierto modo agradecida. Ya que la segunda opción que me dio el criminal era la de matarme y, sin embargo, ha optado por ponerme la orden. Buah, no sé si reír o llorar.
—¿Quién? —me pregunta mi jefe dejando los informes sobre la mesa.
Acto seguido apoya los codos sobre la misma y entrelaza los dedos de sus manos.
—Axel —le nombro con desprecio.
En cuando el señor Meadows escucha ese calificativo salir de entre mis labios, la expresión de su rostro comienza a volverse más seria por momentos. La verdad, es que yo sigo sin creérmelo.
—Tienes que estar de coña. —Ríe sin gracia.
—Ojalá. —Ruedo los ojos al mismo tiempo que me cruzo de brazos.
Mi jefe estira su brazo hasta coger la orden de alejamiento y, cuando la tiene entre sus manos, comienza a leerla para sus adentros; las ganas que tengo de estrangular a ese criminal no son normales. Tras un par de minutos, en los que Marshall está entretenido examinando el papel que le he dado, su voz hace acto de presencia.
—La orden va dirigida a tu perfil falso: Kristen Byrne —comenta subiendo la mirada hasta la mía—. Y pone que el motivo de la misma es... ¿acoso?
—Sí. Me ha puesto una orden por hacer mi maldito trabajo —me quejo llena de cólera.
El señor Meadows pega sus ojos en el papel, nuevamente. Después de unos segundos, él se lleva una mano a la frente y empieza a reírse. A pesar de que está haciendo todo lo posible para evitarlo, no lo consigue. Una sonora carcajada retumba por el lugar, lo que provoca que yo frunza el ceño con fastidio.
—¿De qué se ríe? —inquiero con seriedad.
Marshall vuelve a mirarme.
—Es que no me creo que te haya puesto una orden de alejamiento —declara sin parar de reírse—. Este chico me está empezando a caer bien. —Deja la orden sobre la mesa nuevamente.
Esto tiene que ser una broma. Puedo soportar que me grite y que me trate como la novata que soy, pero esto no. Se está pasando ya de la raya y me está haciendo llegar a mi límite. Se me va a acabar agotando la paciencia que tengo con él a este paso.
—¿Ahora le cae bien? —cuestiono con ironía—. Pues vaya usted mismo a acosarle para hacerse su puñetero amigo y así poder meterlo en la jodida cárcel.
Dicho esto, me dirijo con pasos firmes y decididos a la puerta para poder marcharme, pero apenas agarro el picaporte de la misma y su voz me hace frenar.
—Kelsey, es una broma —aclara.
Cuando esas palabras se adentran en mis oídos, me doy la vuelta rápidamente y camino hacia a él para enfrentarle de nuevo.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...