Sostengo el teléfono móvil contra mi oreja, escuchando la voz de mi madre salir por el altavoz y adentrarse en mi oído. Mientras estoy en mi conversación nocturna de buenas noches con ella, no puedo evitar pensar en Axel. Ha pasado un día desde el fallecimiento de Ángel y no he tenido noticia alguna de él. He ido a los trabajos sociales a los que debía asistir hoy en la mañana y me han contado que le tuvieron que sacar de su casa a la fuerza para llevarle hasta allí, por lo visto no quería ir. Ni siquiera he tenido oportunidad de verle el pelo por esos lares, se fue unos minutos antes de que yo llegara. Debe de estar pasándolo realmente mal por la muerte de su amigo.
Incluso le llamé para ver si estaba dispuesto a asistir al entierro del chico y me dijo que no, que no iba a ser capaz de soportarlo. Después de colgarme, intenté contactar con él numerosas veces, pero no me contestó ninguna de las demás llamadas que le hice. He captado su mensaje, quiere estar solo por un tiempo.
—¿Y cómo vas con ese trabajo que tenías de vigilar a un criminal? —La voz de mi madre al otro lado de la línea me saca de mis pensamientos.
Me relamo los labios y suspiro.
—Bueno, resulta que él no es un criminal —le informo, echándole una rápida mirada al informe de Williams, el cual he dejado junto con la cartulina encima de la mesita de centro del salón.
—¿Cómo que no es un criminal?
—He reabierto el caso de asesinato y nada cuadra. Él no ha matado a su madre. Dudo que haya matado a alguien.
—¿Te han dejado abrir el caso? —indaga con alegría en su voz.
—Sí. —Asiento—. De hecho, Marshall me está ayudando a investigarlo. Se ha ido de mi casa hace una hora.
Hoy en la tarde hemos continuado con lo que acordamos. Hemos puesto en orden la información que nos quedaba, pero seguimos en las mismas. No hemos encontrado absolutamente nada que nos indique quien podría ser la persona culpable de los asesinatos de aquella noche. Le he comentado lo que pasó en comisaría, con Rosa y con Dean. El señor Meadows asegura que nuestra compañera está siendo amenazada por todo lo que sabe, al igual que él y yo. Aunque estaba a la vista. Es obvio que nos quieren callar. Algo me dice que el señor Collins es el verdadero asesino.
—Vaya, el gruñón tiene corazón —se burla Cristty, haciendo que me ría levemente—. Y dime, ¿cómo sabes que ese muchacho no es el asesino de verdad? A parte de las pruebas del informe, claro.
—Porque he estado más de un mes a su lado y no actúa como tal. Es más, actúa como si fuese ese niño de diecisiete años, asustado, inocente, ocultándose tras una máscara y queriendo ayudar al resto.
—Vaya, hija. No sé qué decirte. Por cómo me hablas de él dudo que ese chico haya hecho algo —confiesa—. Haz todo lo que esté en tus manos para demostrar su inocencia, Kelsey.
Su tono de voz me muestra tranquilidad y alivio, por lo que supongo que le acabo de quitar un peso de encima al hacerle saber que Axel no es lo que la gente va diciendo de él por todos lados.
—Es lo que hago, pero me siento una persona tan mierda... —Me llevo la mano libre a la cabeza para, a continuación, echarme el cabello hacia atrás con fuerza.
—¿Y eso por qué, mi niña? —Empieza a estar preocupada.
—Le estoy mintiendo, mamá. —Las lágrimas se acumulan en mis ojos, listas para salir, pero las contengo tanto como puedo—. Si se entera, me odiará para siempre.
—Pero hija, le estás mintiendo para demostrar su inocencia. Está bien mentir si es por algo bueno —intenta animarme, sin éxito.
Me sorbo los mocos y limpio con la manga de mi camiseta la agüilla salada que ha comenzado a deslizarse por el barranco de mis ojos sin permiso.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...