Subo el último escalón que me lleva hacia la planta en la que reside Axel y me acerco a la entrada de su hogar. Una vez que estoy enfrente, golpeo la puerta con los nudillos para hacerle saber que estoy aquí. Le echo un rápido vistazo a la pantalla de mi móvil, para ver la hora que es. Son casi las siete de la mañana; el ir a casa de Fred, hablar con él y volver, me ha llevado más tiempo del que esperaba.
Respiro hondo y me armo de valor para contarle toda la verdad antes de que venga a recibirme. Mi corazón late demasiado acelerado y temo que se me salga del pecho o, incluso, que él pueda llegar a escuchar mis latidos. Me llevo las manos a la zona donde se encuentra el órgano palpitante y presiono, como si eso pudiera ayudarme a calmarme en algo. Pero eso no sucede; era de esperarse. En cuanto la puerta se abre, Axel aparece ante a mí a pocos pasos. Esta vez tiene la camiseta puesta. Adiós, tableta de chocolate.
Él llena los pulmones de aire y, luego, lo expulsa de golpe mientras se frota uno de sus ojos. Tiene ojeras y se le ve cansado. Parece que no es el único que no ha dormido muy bien esta noche. Por no mencionar que él tiene que aguantar la resaca que se ha ganado a pulso.
—Hola, Kris —saluda en un tono de voz bajo.
—¿Estás mejor? —inquiero con la intención de empezar la conversación con buen pie.
—Bueno, más o menos. —Sonríe—. No he pegado ojo desde que te has marchado. ¿Qué tal te ha ido tu charla con Fred?
Axel posa su antebrazo en el marco de la puerta como punto de apoyo. La verdad es que ha ido bastante mejor de lo que esperaba. Yo creía que iba a tener una discusión bastante fuerte con él, que me negaría todo y me mentiría, lo que acabaría por provocar que el puñetazo que llevaba conteniendo desde el principio, hiciese su aparición magistral en su cara. Por suerte, no ha sido así.
—No estamos juntos —respondo.
—¿En serio? —Me mira con culpabilidad—. Lo siento, ha sido culpa mía. Yo le llamé para contarle lo del coche y... bueno...
—Para —le interrumpo al ver que no ha entendido lo que he dicho—. Digo que no estamos juntos porque nunca lo hemos estado. No he estado saliendo con él en ningún momento. Fred te mintió.
Williams frunce el ceño y aleja el brazo del marco de la puerta. Se mantiene unos instantes sin decir ni una sola palabra, pensando en lo que le acabo de revelar.
—¿Por qué me mentiría en algo así? —indaga.
—Porque quería protegerte.
—¿De qué?
Trago saliva y aprieto los puños a ambos lados de mi torso para ganar fuerzas y soltárselo. Esto tiene que ser como cuando te quitas una tirita. A más rápido, menos doloroso. Al menos, es lo que espero.
—De mí —contesto en un hilo de voz apenas audible.
Axel parpadea un par de veces y luego estalla en risas. Le observo con detenimiento y seriedad, para hacerle ver que no estoy de broma. Él me mira con una sonrisa plantada en sus carnosos labios, como si mi comentario le hubiese dado ternura o algo por el estilo. Ahora mismo estoy totalmente descolocada. No sé qué es lo que se le está pasando por la cabeza. Incluso llego a pensar que me ha entendido perfectamente y sabe a lo que me refiero, pero camufla su enfado con esta expresión de diversión en su rostro. Admito que tengo un poco de miedo.
—¿Por qué? ¿Porque eres una ladrona? —inquiere con cierta burla—. ¿Fred teme que me atraques o qué? He tenido tiempo de conocerte, Kristen. Creo firmemente que puedo confiar en ti. —Una carcajada sale de sus adentros.
Se me forma un nudo en la garganta y el estómago comienza a dolerme en ese instante en el que corroboro que Axel no tiene ni idea de lo que le estoy intentando decir. No puedo creer como he logrado tan rápido que confíe en mí tan ciegamente. En realidad, no conoce nada de mí. Conoce cosas de Kristen que yo he permitido que vea, pero de mí, de Kelsey, no sabe absolutamente nada. Y eso es lo que me está doliendo. Todo esto me sobrepasa. Me está matando por dentro.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...