—Entonces... ¿Él es el criminal al qué tienes qué vigilar? —me pregunta Chelsea mientras se come una porción de la pizza que hemos pedido para cenar—. Axel Williams.
—Sí —respondo observando cómo se lleva a la boca el trozo de pizza.
Antes no le di su nombre. Pensé que era algo más personal y que ella no tenía por qué saberlo, como dije desde un principio. Pero en cuanto ha visto a Axel en vivo y en directo, no ha tardado en reconocerle.
—Pues menos mal que no te he llamado por tu nombre. Lo hubiese fastidiado todo —comenta con la boca llena, provocando que haga una mueca de asco—. Y oye, para ser un criminal está bastante bueno.
—Ha matado a gente —le recuerdo.
Aunque siendo sincera... eso no le quita lo guapo que es.
Va a volver a hablar con la boca llena, pero yo le enseño la palma de mi mano para que no lo haga.
—Trágate eso y luego ya hablas lo que quieras —ordeno señalando su garganta.
Ella asiente con la cabeza lentamente y después pega la mirada en la caja de pizza que hay sobre la pequeña mesa de centro, mientras mastica la comida tranquilamente. Sus ojos me miran de reojo y comienza a masticar más despacio.
—¿Podrías dejar de mirarme mientras como? Me pones nerviosa —habla como puede, debido a que sigue teniendo la boca llena.
Ruedo los ojos y suelto un suspiro, cansada. A continuación, fijo la mirada al frente mientras pego mi espalda en el respaldo del sofá.
—Gracias —agradece Chelsea, con la comida todavía dando vueltas en el interior de su boca.
Menudas ganas de meterle un capón.
Me cruzo de brazos y espero a que mi amiga termine de tragarse la comida triturada. Bagheera aparece de repente en mi campo de visión, acercándose lentamente a mí hasta estar justo enfrente de mis piernas. El felino se sienta en el suelo y se me queda mirando fijamente, como si intentara decirme algo.
—¿Qué miras, eh bicho? —le pregunto, frunciendo el ceño—. Axel casi me descubre por tu culpa.
Él suelta un pequeño maullido y se levanta. Tras darse media vuelta, comienza a caminar rumbo al pasillo. Mantengo los ojos fijos en el animal, viendo como menea su trasero mientras anda de una manera tan tranquila y divertida que logra hacerme gracia.
—A veces me asustas. —La voz de mi amiga se hace presente en el lugar, por lo que dirijo la mirada hasta ella.
—¿Por qué? —indago, confundida.
—Estás hablando con tu gato. —Alza las cejas hacia arriba.
Tú hablas con la comida y no me quejo.
—Sí, estoy loca, hablo con mi gato —Ruedo los ojos—. Dime lo que me ibas a decir. —Separo mi espalda del respaldo del sofá y me coloco de tal forma que estoy de cara a ella.
Chelsea estira su brazo hacia la pizza para coger otro trozo, pero yo se lo impido cerrando la caja de la misma. Ella separa tanto los párpados que le da un aire de desquicio a su expresión facial. No puedo evitar reprimir una breve risilla en mis adentros para que no se queje de que me río porque me gusta hacerle de rabiar, cosa que es verdad y consigo con éxito.
—¿Qué haces? —cuestiona, indignada.
—Comerás después de decirme lo que me ibas a decir —sentencio con la suficiente firmeza para que ella ceda ante mi insistencia.
Ella suelta un suspiro y deja caer su espalda contra el sofá.
—Recuerdo haber oído hablar de ese chico en las noticias. Ha matado a personas, como bien has dicho antes —afirma con la vista pegada al frente—. Aunque la lagrimita esa que lleva tatuada me lo ha dejado suficientemente claro nada más verle. Madre mía, lo que ha cambiado el chico.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...