El tema de la iniciación no para de rondar por mi mente. Tengo miedo al no saber siquiera de qué puede llegar a tratarse, no sé qué es lo que voy a tener que hacer, y eso me impide asimilar la situación. No puedo prepararme para algo de lo que no tengo ni la menor idea.
Me encuentro sentada en el sofá de mi casa, con los codos sobre mis rodillas, la cabeza entre mis manos y la mirada perdida por algún punto del suelo. Chelsea pasea una de sus manos por mi espalda, con la intención de tranquilizarme y darme todo su apoyo. Pero lo que yo necesito ahora mismo no es eso, lo que realmente me hace falta en este momento es volver al pasado y estudiar veterinaria como mi abuelo me dijo aquella vez.
—Me quiero morir —confieso en un hilo de voz apenas audible.
Noto la vista de Chel pegada en el lado derecho de mi rostro, observándome sin saber muy bien que decir al respecto. Y la verdad, la comprendo. Yo tampoco sabría qué decirme para levantarme el ánimo.
—Qué no, mujer —susurra ella.
Deja de pasear la palma de su mano por mi espalda y la pasa por encima de mis hombros, pegando su cuerpo todo lo posible al mío. La mano que tiene libre va a parar a uno de mis muslos. Ella intenta buscar mis ojos, pero estoy tan concentrada mirando nada en absoluto mientras me torturo pensando en las posibles cosas macabras que me van a obligar a hacer, que no soy capaz de mirarle a la cara.
Las rodillas me tiemblan como si hubiese estado en la calle, con la temperatura tan baja que hace, en ropa de verano. Llevan así desde que me he subido al coche de Chelsea. Nunca había pensado que querer cumplir mi sueño me llevaría a esta situación. Yo siempre he tenido el pensamiento de estar en un despacho investigando un caso de asesinato, yendo a los escenarios del crimen a buscar datos que me pudieran servir y salir corriendo detrás de algún maleante en caso de que fuese necesario. Pero esto... esto está completamente fuera de mis ideas de futuro.
—Relájate, seguro que no es nada malo —intenta que me tranquilice.
Al escucharle, levanto la cabeza de entre mis manos y la miro con sorpresa.
—¿Nada malo? La novatada ya de por sí me parece la cosa más macabra que he visto. No me quiero imaginar la puta iniciación —espeto.
—Eh —me llama la atención a la vez que frunce el ceño—. Ese lenguaje, señorita.
Me quedo observándola en silencio y, a continuación, ruedo los ojos. Ella me muestra una pequeña sonrisa tímida mientras junta sus párpados por unos segundos. Vuelvo a sujetarme la cabeza entre las manos, como antes, mientras dejo escapar un largo suspiro nervioso.
—Oye, Kels... —pronuncia mi nombre, lo que hace que yo gire la cabeza unos centímetros hacia a ella para poder verla—. ¿Por qué no se lo dices a tu jefe? Él puede ponerte a alguien que cubra tus espaldas.
Estoy durante un tiempo meditando su propuesta, pero no tiene caso. Ojalá pudiera hacer eso.
—Si le digo algo de esto a Marshall, me matarán —contesto sin más.
Chelsea frunce el ceño, confundida.
—¿Cómo que te matarán? —repite con espanto.
Aparto las manos de mi rostro e incorporo mi espalda.
—Axel me dijo que las personas que se chivaron a la policía de esto, acabaron muertas. Y Jayden me ha amenazado —añado.
—Pero ellos no tienen por qué enterarse de que tú le has contado esto a tu jefe —justifica, con la esperanza de que le dé la razón.
Pero en el fondo ambas sabemos que eso no es así.
Apoyo la espalda en el respaldo del sofá, buscando una posición más cómoda.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...