Kelsey.
Abro los ojos con cierta dificultad. Los párpados me pesan de sobremanera y me obligan a cerrarlos de nuevo, sin embargo, resisto todo lo posible para mantenerlos entreabiertos. Intento dirigir las manos hacia mi cara para poder apartarme los mechones de pelo que caen sobre mi rostro, estorbándome, pero soy incapaz. Forcejeo durante unos instantes hasta que me doy cuenta de que mis manos se encuentran atadas al respaldo de la silla en la que estoy sentada. ¿Pero qué...?
Alzo la cabeza y la muevo un poco hacia los lados para apartarme el pelo de la cara. En cuanto consigo abrir del todo los ojos, una sala pequeña, apenas iluminada con una bombilla mal colocada en el techo, justo sobre mi cabeza, es lo único que puedo observar. Miro a mi alrededor en busca de alguna persona, pero me encuentro sola en el lugar.
Muevo mis muñecas para intentar deshacerme de las ataduras mientras pienso en un plan mejor para quitarme las cuerdas que me apresan, pero ninguna idea llega a mi cabeza. No tengo absolutamente nada cerca para quitármelas. Varias preguntas me bombardean la mente, y sé que no tendrán una pronta respuesta. ¿Dónde estoy? Esa es una de ellas y la que más me interesa saber.
—Bueno, bueno, bueno. Ya era hora de que te despertaras. —Una voz se hace presente a mi izquierda, acompañada del chirrido de una puerta abriéndose.
Cuando dirijo la mirada hacia dicha dirección, el líder de los Panteras, un hombre bastante corpulento, aparece en mi campo de visión con dos de los chicos jóvenes que estaban con él anoche, a su espalda. ¿Cómo narices sabía esta gente dónde vivo?
El líder se pone enfrente de mí y me examina con detenimiento mientras que yo sigo con mi trabajo de aflojar las cuerdas lo más disimuladamente posible para que no se percaten de que estoy intentando escapar, si lo averiguan... puede que sea lo último que haga.
Los dos chavales que venían detrás del grandullón se acercan con pasos lentos a mí, lo que me hace tragar saliva por la manera tan intimidante con la que me miran y actúan. Quieren meterme miedo.
—Hemos estado buscando la droga que nos robaste y no la hemos encontrado —me informa el hombre.
¡Por esa razón han puesto mi piso patas arriba!
No digo nada al respecto, prefiero seguir concentrada en mi labor de liberarme mientras él se mantiene hablando. Los acompañantes del líder avanzan hasta posicionarse detrás de mí, lo que hace que deje las cuerdas que apresan mis muñecas quietas. Con ellos ahí, observando lo que pasa a mi espalda, no puedo continuar.
—Eso es porque yo no la tengo —declaro, buscando ganar algo de tiempo.
—Lo sabemos, está en territorio Ártico —expresa—. Y nosotros no podemos poner un pie allí si queremos conservar nuestras vidas.
—Bien, pues soltadme, no os sirvo.
El grandullón apoya sus manos en mis muslos y acerca su cara peligrosamente a la mía con una sonrisa macabra plantada en sus labios. Esto me obligaba a echarme hacia atrás para que su pestilente aliento no me pudra los orificios nasales. Es una mezcla de alcohol con otras sustancias que prefiero no pararme a analizar, pero puedo asegurar que es muy desagradable.
—No, nos divertiremos un poco contigo como castigo por tus actos —susurra cerca de mi rostro, haciendo que el aire que sale de entre sus labios choque contra mi piel.
Él se aleja unos centímetros de mi espacio personal y cambia su sonrisa macabra por una de medio lado que no me gusta ni un pelo. Una de sus manos sube lentamente hasta mi ingle y, en cuanto está ahí, no duda en darme un apretón que hace que pegue un brinco en el sitio para nada a gusto con lo que está haciendo. El tipo se ríe levemente al ver que no me agradan sus caricias y mucho menos por el camino por el que van. Intento mantener la calma y pensar en algo para poder escapar de sus garras sin que llegue a sobrepasarse conmigo, porque tal y como está actuando, creo que lo tiros van por ahí.
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Criminal | EN FÍSICO |
AkcjaKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...