Una sensación de pesadez en mi pecho hace que me despierte, preguntándome que es lo que me hunde el pecho para adentro y me dificulta la respiración; ya está, una señal inconfundible de que me voy a morir.
Abro los ojos lentamente con cierta dificultad y miro hacia mi pecho, pero está todo tan oscuro que no veo nada de nada. Saco una de mis manos de entre las sábanas y tanteo con ella la mesilla. Cuando mis dedos tocan la pantalla de mi móvil, lo cojo y lo desbloqueo. Segundos después enciendo la linterna y apunto hacia el lugar, en el que estoy notando tal fuerza, con ella. En cuanto la luz ilumina la zona, una bola de pelo de color negro aparece en mi campo de visión. Arqueo una ceja sin dejar de mirarla.
—Me pareció ver un lindo gatito —comento llevando mi mano libre hacia su pequeño cuerpo para acariciarlo con suavidad—. Un lindo gatito que me está asfixiando.
Cosa que deja de hacer lindo al gato.
—Quita, bicho —le digo empujándole hacia mi lado izquierdo.
El felino cae en el colchón sin siquiera inmutarse un poco por la acción que acabo de hacer.
—Pues sí que tienes el sueño pesado —añado.
Apago la linterna del móvil y lo dejo de nuevo donde se encontraba desde un principio. Hecho esto, me siento en el borde del colchón y hago los estiramientos propios a la hora de levantarse para poder despertar mis músculos y hacer crujir algún que otro hueso, cosa que consigo. Acto seguido, me levanto y procedo a buscar mis zapatillas de estar por casa en un escaneo rápido del suelo de mi habitación. Cuando las encuentro sobresaliendo de debajo de la cama, las cojo y me las pongo. Sin embargo, al hacer esto, siento mis pies algo raros.
Vuelvo a coger el móvil para encender la linterna y así poder alumbrar mis pies. La luz se proyecta sobre los mismo y es entonces cuando me doy cuenta de mi error.
Me he puesto las zapatillas del revés.
Sin dejar de alumbrarme con la linterna, me pongo bien el calzado. Cada una con su pie correspondiente. Una vez que estoy lista, me dirijo a la cocina arrastrando los pies por el suelo.
Estoy tan cansada que me da pereza levantarlos.
Durante el trayecto, escucho mis tripas rugir por la falta de alimento en el estómago, cosa que me hace darme más prisa en llagar a mi destino para poder comer algo. Cuando estoy justo enfrente de la entrada de la cocina, el móvil comienza a sonar en mi mano. Sin molestarme en apagar la linterna, miro la pantalla para ver quién es la persona que me está llamando. Al ver el nombre de Marshall Meadows parpadeando en ella, mi corazón se para por apenas unos instantes, luego, continúa con un ritmo más rápido.
Esta repentina llamada por parte de mi jefe, me ha hecho acordarme de algo importante: las fotografías del informe de Axel.
Me apresuro a ver la hora que es en mi dispositivo móvil, dándome cuenta de que son las cinco de la mañana. Desvío la vista hacia el frente, con la boca abierta por la sorpresa que esta situación me está causando.
Ayer tenía tanto sueño que, nada más llegar a casa, me di una ducha y decidí echar una cabezadita antes de ponerme manos a la obra con el informe. Pero ya veo que esa pequeña siesta ha durado tanto que me he saltado la comida y la cena de ayer. Joder, he despertado al día siguiente, o sea, hoy.
No me lo puedo creer. ¿Cómo es posible que haya dormido tanto?
El sonido constante de la llamada entrante de Marshall me saca de mis pensamientos, por lo que me apresuro a descolgarla y llevarme el aparato al oído.
—¿Diga? —pregunto con voz temblorosa.
—Kelsey, tienes que venir a comisaría ahora mismo. —La seriedad en sus palabras me ponen alerta.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...