Oscuridad.
Es lo único que puedo ver.
Voces mezclándose con otras.
Es lo único que puedo escuchar.
Muevo mi cabeza de un lado a otro siguiendo las trayectorias de las ondas sonoras que se adentran en mis oídos.
Están cerca. Muy cerca.
Noto como una mano se posa sobre mi cabeza y agarra algo que tengo sobre la misma. Segundos después, me quitan lo que me dificulta la visión, provocando que la luz entre de golpe en mis ojos; esto hace que los cierre de forma inmediata, ya que se habían acostumbrado a la oscuridad. Tras unos instantes en los que mantengo los párpados pegados, voy abriéndolos con lentitud para que la luz no haga que los vuelva a cerrar por la molestia que esta causa. Cuando consigo abrirlos del todo, miro a mi alrededor, intentando identificar el lugar en el que estoy. Pero no me suena nada, no recuerdo haber estado antes en un sitio así.
Estoy en una habitación bastante amplia, con unas bombillas que no alumbran tanto como las normales, al contrario, iluminan muy poco. Las paredes son de hormigón y el suelo es simplemente una capa de cemento. Me encuentro arrodillada, con el pijama que me puse para dormir anoche y con las manos atadas a mi espalda, sin ser capaz de moverme. Me quedo con la vista pegada en el suelo, mientras hago intentos fallidos de desatarme las muñecas.
—Buenos días, princesita. —Una voz ronca se hace presente en el lugar.
Alzo la cabeza y fijo la mirada en la persona que ha hablado, de forma inmediata. Jayden. Jayden es el que está frente a mí, mirándome con una sonrisa retorcida.
—Es así como la llamabas, ¿no? —le pregunta este a la persona que tiene a su izquierda.
Axel.
Sus ojos están fijos en mí, sin mostrarme ningún tipo de sentimiento en ellos.
—Axel —pronuncio su nombre.
—Eh —me llama la atención el dilatas.
Poso la mirada en él, quien se dirige el dedo índice a sus labios para pedirme que guarde silencio. Acto seguido, lleva una de sus manos a la parte trasera de sus pantalones; de ahí, no tarda en sacar una pistola. Esto consigue que mi respiración se acelere de repente y que dirija la mirada, nuevamente, hacia Axel. Él no me quita los ojos de encima. Está completamente serio.
—No sabes en el lío en el que te has metido —comenta Jayden mientras carga la pistola.
—En realidad sí lo sabe —interviene el expresidiario—. Lo sabía desde el momento en el que me siguió por la calle.
—En ese caso deberías haberte retirado —me informa el dilatas.
Tras pronunciar estas palabras, él le tiende el arma a Williams. Este la coge de entre sus manos y se queda observándola en las suyas detenidamente por unos segundos.
—Axel... —susurro.
Él, al oír su nombre salir de mis labios, levanta la pistola y me apunta con ella a la cabeza. Todos los músculos de mi cuerpo se tensan ante su acto.
—Axel, tú no eres así —aseguro con nerviosismo, a la vez que niego con la cabeza.
—No sabes cómo soy —responde él poniendo su dedo sobre el gatillo.
—Por favor, Axel —le suplico—. Tú no eres un asesino.
—Está claro que no me conoces.
Dicho esto, aprieta el gatillo y la bala sale disparada del cañón directa a mi sien.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...