Unos golpes me suenan en la lejanía, despertándome a duras penas. Conforme voy abriendo los ojos y poniendo en marcha mis sentidos, puedo asegurar que provienen de la entrada. Alguien está aporreando la puerta de casa. Me incorporo de la cama entre gruñidos y me pongo en pie. Camino hacia el lugar de donde el sonido emana sin cesar con pies de plomo, arrastrándolos como si de un zombie harto de vivir muriendo me tratase.
Los porrazos se hacen más fuertes a cada paso que doy y mucho más insistentes. Cuando llego a mi destino, agarro el picaporte sin fuerzas, debido al cansancio, y abro la puerta en el acto. Un Axel con pinta de enfurecido aparece ante mí. Su ceño está fruncido, dándole un semblante de seriedad a su cara. Arrugo el entrecejo con confusión.
—¿Qué pasa?
—Tú. Tú eres lo que me pasa —espeta con rabia.
Alzo las cejas y separo los párpados todo lo que puedo, haciendo que mis ojos se vean más grandes de lo normal. Pestañeo un par de veces, asimilando lo que está ocurriendo.
—Pero ¿qué...?
—¿Sabes que te han nombrado en las noticias? —me interrumpe, dando un paso hacia a mí, lo que provoca que yo lo retroceda—. Cuando llegué a casa me puse a buscar información sobre lo que dijeron ayer en la radio. Quería saber quién era la persona responsable de volver a abrir mi caso. ¡Y tú eres esa maldita policía! Te llamas Kelsey Davenport, ¿verdad?
Trago saliva e intento decir algo, en vano. No logro pronunciar algo coherente, las palabras se me atrancan en la garganta y no hago más que tartamudear monosílabos sin sentido alguno. Luego de unos segundos de torpeza verbal, consigo que mis neuronas conecten. Carraspeo la garganta y me dispongo a hablar.
—Mira, Axel. Puedo...
—¡Me has estado mintiendo todo este tiempo! —grita con desprecio—. ¡No te quiero volver a ver en la vida!
Da otro paso hacia a mí y yo lo retrocedo de nuevo. Sus puños están tan apretados que puedo ver cómo los nudillos se le ponen blancos. Noto como los ojos se me empiezan a aguar a causa de las lágrimas que no me ha dado tiempo a frenar.
—Déjame explicártelo, por favor —le pido.
—No quiero oír nada más salir de tu boca —sentencia—. Todo lo que sale de ella es mentira.
Él dirige su mano derecha al bolsillo trasero de sus pantalones, sacando una pistola que me hiela la sangre al momento.
—¿Qué haces? —inquiero en un hilo de voz apenas audible.
Williams me apunta con el arma a la cabeza, cocando la boca de la misma contra mi frente.
—Lo que debería haber hecho hace tiempo —responde tajante.
Su dedo aprieta el gatillo, expulsando la bala en el acto. Cierro los párpados y los aprieto con fuerza, esperando el impacto. Antes de que este llegue a colisionar contra mi cráneo, abro los ojos de golpe y despego la espalda del colchón al instante, alterada y con la respiración agitada. Siento que el corazón me ha a salir disparado por la boca. Respiro hondo e intento tranquilizarme. Solo era un sueño. Una pesadilla. Estoy harta de soñar que Axel me mata. Cualquier día me da un paro cardiaco.
Me llevo la mano al pecho y sigo respirando de forma moderada. Al cabo de unos segundos, estoy totalmente serena. Voy a apoyar una de mis palmas sobre el colchón para poder salir de la cama, pero al hacer esto, me doy cuenta de que estoy justo en el borde y de que el lugar en el que he ido a poner la mano, no hay colchón, por lo que me caigo al suelo en menos de dos segundos.
Entre quejidos de dolor y punzadas en mi cabeza debido a la resaca, me pongo en pie. Hago lo mismo que hice en la pesadilla, caminar con los pies arrastras hacia el salón. Espero no encontrarme con una Axel furioso por haberme descubierto.
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Criminal | EN FÍSICO |
AcciónKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...