Los edificios que corresponden al polideportivo abandonado en el que se realizan las fiestas y las novatadas, aparece ante mis ojos. Axel y yo caminamos hacia la parte de la valla que está medio caída para poder acceder al interior, pero no es que me haga mucha gracia entrar una vez más ahí. Incluso siento como se me revuelve el estómago de solo pensarlo; el desayuno que nos hemos tomado hace apenas una media hora me va a pasar factura.
Aprieto la mano de Williams, la cual se mantiene entrelazada a la mía en todo momento, en un intento de hacerle saber que me quiero dar la vuelta. He acabado cogiendo trauma con este sitio, no lo quiero ver ni en pintura. Al ver que mi acompañante sigue adelante sin detenerse siquiera, me quedo parada en el sitio, unos metros antes de la entrada improvisada del recinto, y suelto su mano en el acto. Cuando él se da la vuelta para preguntarme lo que me ocurre, me cruzo de brazos y niego lentamente con la cabeza.
—No, no pienso entrar ahí —sentencio.
El chico frente a mí se acerca unos pasos a mi cuerpo para volver a tomar mi mano, con dulzura y una delicadeza que sorprende. Me preparo para resistir su tirón, pero no llega a hacerlo, solo se queda mirándome con una sonrisa en sus labios que transmite calma para que yo decide lo que hacer. Después de unos segundos, él habla para conseguir tranquilizarme.
—No va a pasar nada, te lo prometo. Además, ya has entrado más de una vez.
Dirijo la mirada al polideportivo abandonado y una mueca de desagrado se hace presente en mis labios.
—No quiero volver a entrar —le hago saber sin apartar la mirada del edificio.
—Lo que tengo que enseñarte está ahí dentro, en el segundo bloque. —Lo señala—. Ahí no has entrado. Y hay algo que debes hacer.
—¿El qué? —Le miro.
—Tendrás que entrar para averiguarlo. —Se encoge de hombros—. ¿Confías en mí?
—Claro que sí, pero...
—Pues vamos —insiste enseñándome otra de sus sonrisas.
Regreso la mirada hacia el polideportivo no muy segura de querer entrar de nuevo. A pesar de que ya estoy oficialmente dentro de los Árticos, tengo miedo de encontrarme a alguien de nuestro mismo bando en el interior. Ya que, al parecer, todos saben quién soy en realidad excepto los jefes, Axel, Andriu y Ann. ¿Y si a alguien se le cruza un cable y le da por delatarme? Que me delate a Williams ya es algo que me resulta menos importante a que lo hagan ante los líderes de esta mafia. Axel acabaría odiándome, pero los cabecillas del grupo seguro que acabarían por matarme tanto a mí como a mis compañeros de trabajo.
—¿No hay nadie dentro? —indago.
—No, hoy no hay nadie —asegura.
Suspiro. Supongo que, si está vacío de criminales, el lugar es inofensivo. Sin darle más vueltas, comienzo a caminar hacia la entrada, que está echa un desastre, sin desenredar los dedos de los de Axel. Él sigue mis pasos, posicionándose a mi lado en cuanto ya alcanza mi ritmo. Después de cruzar la valla que nos da paso a las pistas de atletismo, recorremos la distancia que nos separa de los edificios en ruinas. Nos tomamos nuestro tiempo en llegar a la parte trasera del primer bloque, por donde entré yo las veces anteriores, sin pronunciar ni una sola palabra. El silencio reina y Axel se sumerge en él como ya le he visto hacer en otras ocasiones. Lo bueno de esto, es que he aprendido a ver la belleza que hay tras la ausencia de ruido y creo que ahora sé por qué razón Williams se siente tan cómodo. Hay más intimidad.
En cuanto llegamos a la entrada, me percato de que la puerta que estaba medio descolgada de las bisagras, ahora está tirada en el suelo; al parecer han conseguido derribarla del todo con un buen golpetazo. Axel pone sus pies sobre la madera de dicha puerta y luego tira de mi mano con suavidad para que haga los mismo. Tras bajar los tres escalones llenos de escombros que hay hasta llegar al suelo, aprieta su agarre en mi mano y me anima a descender. Bajo las escaleritas sin despegar los ojos del suelo para evitar accidentes y, una vez abajo, ambos avanzamos hacia el pasillo horizontal que nos hace elegir entre dos opciones: derecha o izquierda.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...