👑 Capítulo 61

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Axel.

Conduzco a Fred hacia el callejón en el que Kristen aparcó su vehículo, temeroso de la reacción que pueda llegar a tener en el instante en el que lo tenga ante sus ojos. Le miro de reojo conforme nos vamos aproximando al lugar; desde que ha venido a mi casa, no hemos intercambiado más palabras que las justas para decirle la localización de su coche y los golpes que tiene encima. El ambiente está un poco incómodo entre nosotros, sobre todo por mi parte; no paro de darle vueltas al pensamiento de que me ha mentido con respecto a la relación que tiene con Kris. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Será por lo que me ha contado Kristen? ¿Porque quiere protegerme de ella? ¡Oh, vamos! ¿Qué sentido tiene eso? Es una estupidez.

En cuanto veo que ya estamos llegando a nuestro destino, aparto esos pensamientos de mi mente y carraspeo con la garganta. Esto hace que mi amigo me mire, lo que yo aprovecho para hacerle saber con un leve gesto de cabeza que, el callejón que tenemos a pocos pasos, es donde está aparcado, o echo mierda, su preciado automóvil.

Fred acelera el paso y gira en la esquina sin más demora. Yo cruzo los brazos sobre mi pecho y me quedo detrás de él mientras observo como este camina muy lentamente hasta quedarse parado en el sitio. Ni una sola palabra sale de sus adentros, simplemente contempla la chatarra destartalada que tiene ante sus narices.

—¿¡Qué cojones!? —grita él con una voz tan aguda que logra molestar a mis oídos—. ¿Qué puñetas le habéis hecho a mi precioso coche?

Aprieto los labios y me posiciono a su lado con cuidado. No vaya a ser que le dé por desquitarse conmigo, aunque no le veo capaz de pegarme. Turner me dirige la mirada y me hace saber con su expresión de cachorro abandonado que le está doliendo ver su coche así de mal.

—Yo te avisé de las condiciones en las que estaba. —Levanto las manos a la altura de mi cabeza.

—Pero tío, esto es mucho peor que lo que me contaste. —Señala la chatarra con un gesto de su brazo izquierdo y camina hacia a él—. Ay, mi querida preciosidad. —Pasa sus manos por el maletero, acariciándolo suavemente.

—Entonces creo que es mejor que no veas la parte delantera —le aconsejo.

Este se pone totalmente rígido ante mis palabras. Acto seguido se dirige hacia el lateral izquierdo y le echa un vistazo al morro de su vehículo, el cual se encuentra completamente destrozado contra el muro. Ahora mismo parece un acordeón, ya que la chapa está arrugada en dirección contraria. Tras unos segundos en los que solo se mantiene mirando el desastre, su voz hace acto de presencia.

—Me cago en tu padre —espeta en un susurro a la vez que regresa la mirada al maletero.

Río en silencio. En él puedes cagarte todo lo que quieras, la verdad.

—Lo siento, Fred —me disculpo—. Te voy a comprar otro, ya te lo dije. El que tú quieras.

—¿El qué yo quiera? —Se gira hacia a mí y arquea una ceja.

—Sí. —Asiento con la cabeza—. Pero tampoco te pases, que no soy aquí el banco de Luisiana.

—Quiero un Seat.

—De acuerdo.

—Y que sea negro —agrega, sonriente.

—No exijas tanto, anda —me quejo.

—Has dicho que puedo pedirte el que quiera. —Encoge sus hombros y amplía su sonrisa gatuna.

—Vale, vale. Tendrás tu Seat. —Ruedo los ojos.

—Te quiero —pronuncia, victorioso.

—Yo a ti no. —Me río, intentando esconder una sonrisa en mis labios.

Criminal | EN FÍSICO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora