Mis pies se mueven con ligereza y rapidez en el instante en el que salgo del ascensor. Voy avanzando por el pasillo hasta llegar al despacho de mi jefe. Una vez que me encuentro frente a su puerta, me preparo para la bronca que me va a echar por haber llegado tarde. En cuanto ya creo que me he mentalizado lo suficiente para lo que está por venir, abro la puerta y entro en la oficina.
Los ojos del señor Meadows se fijan en mí en el acto. Cierro la puerta para que, cuando empiece con sus típicos gritos, no se escuchen mucho por la comisaría. Hecho esto, me acercó un par de pasos hacia su escritorio.
—¿Eres consciente de qué has llegado media hora tarde? —informa Marshall en un tono de voz seco.
Su mirada seria no deja la mía en ningún momento. Él despega la espalda del asiento de su silla.
—Sí, señor —afirmo, soltando un pequeño suspiro.
—Esto no es la escuela, Kelsey. Allí te ponen una falta de asistencia, pero aquí te despedimos —explica seriamente.
—Lo sé, no volverá a ocurrir —me disculpo a la vez que ruedo los ojos—. Pero en vez de hacerme venir aquí todos los días a contarle novedades y a que usted me diga a donde tengo que ir para encontrar a Axel, podríamos hablar todo esto por teléfono, ¿no le parece?
—No, de eso nada —sentencia este, negando con la cabeza.
—Pero de esa forma perderíamos menos tiempo y evitaríamos inconvenientes en los que Axel pueda descubrir mi tapadera —expongo para hacerle entrar en razón.
Como el de esta mañana, por ejemplo.
—Entiendo tu punto de vista, pero prefiero hablar las cosas en persona —comenta cruzando los brazos sobre su escritorio—. Así que seguirás viniendo a comisaría todos los días y siempre que Rosa o yo te llamemos. ¿Entendido?
—Entendido. —Muevo la cabeza en respuesta afirmativa a la vez que le acuchillo con la mirada.
—Y no me mires así, niña. Ni que te estuviese quitando el aire que respiras.
Pero me estás quitando horas de sueño, que es peor.
—Que sea la última vez que llegas tarde—advierte.
—Sí —susurro con cierta molestia—. Además, no ha sido mi culpa.
Bueno, en parte sí que ha sido culpa mía, ya que me he levantado tarde de la cama, pero William también ha tenido que ver en esto.
—¿Cómo qué no ha sido tu culpa? —inquiere después de carraspear un poco con la garganta.
El señor Meadows se recuesta en el respaldo de su silla, cruzando los brazos sobre su pecho y mirándome con una ceja arqueada.
—Axel estaba esperándome en la puerta de mi edificio y no era plan de que me siguiera hasta comisaría —le cuento lo que ha sucedido esta mañana.
De inmediato, la expresión de mi jefe cambia radicalmente a una de sorpresa y... alegría, parece ser. Mira, los cambios de humor de este hombre me dan más miedo que Axel.
—¿Me estás diciendo que ese asesino se ha saltado la orden de alejamiento? —deduce incorporándose de su asiento.
Él apoya sus manos sobre la mesa, acercándose así un poco a ella.
—En teoría sí —respondo algo dudosa.
Una sonrisa se hace presente en su rostro, y se va ensanchando a cada segundo que pasa. Pero algo pasa por su cabeza haciendo que esa sonrisa caiga en picado hasta formarse en sus labios una mueca de rabia. Bipolaridad pura, vaya.
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Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...