👑 Capítulo 46

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Hago colisionar los nudillos de mi mano derecha contra la madera de la puerta de mi casa, a la espera de que Fred haga acto de presencia y venga a recibirnos. He salido con tanta prisa tras la llamada de Marshall que me he olvidado las llaves en la mesa de la cocina.

Axel se mantiene a mi lado, incluso noto como su brazo roza el mío dada la cercanía entre nosotros. Todavía sigo llevando su ropa puesta, no he tenido ocasión de vestirme con las prendas de mi armario. Quiero hacerme creer que ha sido por falta de tiempo, pero tal vez tampoco quería deshacerme de ella tan rápidamente. Su olor está impregnado en la tela de la misma; tiene una mezcla a lavanda, tabaco y la colonia que suele usar. No me gusta mucho el olor al humo de los cigarrillos, pero el resto de aromas lo camuflan de una forma que consigue dejarme encantada.

—¿Quién es? —pregunta la voz del moreno al otro lado.

Escucho como sus pasos se acercan a la entrada mientras aguarda a que dé una respuesta.

—Axel y yo —contesto lo más alto que mi garganta me permite.

A pesar de que he conseguido que la pastilla me baje la temperatura del cuerpo, sigo estando un poco afónica. Es lo que más me está fastidiando por el momento.

Después de unos segundos en los que Fred no vuelve a intervenir, arrugo el entrecejo con confusión. Le echo una rápida mirada al chico que tengo al lado, quien me la devuelve con la misma expresión que tengo plantada yo en el rostro. Regreso los ojos a la puerta y hago el ademán de probar a llamar otra vez, con la esperanza de que el amigo de Williams dé señales de vida o algo.

—¡Esperad! —Su grito resuena por todo el lugar de repente, lo que consigue alarmarme en cierto modo.

Casi de forma inmediata, oigo como corre hacia quién sabe dónde. Parece alterado, nervioso. Incluso puedo llegar a percibir un maullido procedente de mi gato. ¿Qué es lo que estará haciendo ahí dentro? Por favor, que Bagheera siga vivo.

—¡Enseguida abro! —chilla él.

Comienzo a preocuparme de sobremanera. Escucho muchos ruidos, cada uno diferente del anterior. Percibo papeles arrugándose, objetos pequeños cayendo al suelo, muebles siendo desplazados, mi felino bufando y las carreras que Fred se está pegando por mi casa haciendo cualquier cosa que prefiero no pensar ahora. Me cruzo de brazos mientras mi mente va imaginándose diversas situaciones en las que Fred haya podido hacer algo fuera de lugar. La imagen de mi piso ardiendo o estar completamente patas arribas se me incrusta en el cerebro y no soy capaz de hacerla desaparecer.

Siento la mirada de Axel posándose en mí y en la puerta de manera simultánea. Está igual de confundido que yo. No tengo ni idea que lo que puede estar pasando en el interior de mi hogar ni lo que tiene al moreno tan nervioso, pero algo me tiene pensando que no es nada bueno. Al cabo de un minuto, aproximadamente, la puerta se abre de golpe. Fred aparece ante nosotros con la respiración agitada y con unas pequeñas gotas de sudor cayendo por su frente.

Williams se inclina hacia adelante unos centímetros, intentando ver qué es lo que hay detrás de su amigo y así poder averiguar a que venía tanto escándalo. Cuando este termina de hacer ese rápido análisis del panorama, mira al moreno y le pregunta lo siguiente:

—¿Qué es lo que pasaba?

—Puf... el aire. —Ladea la cabeza, incrédulo, queriendo hacerse el tonto para evitar un interrogatorio que lo delate.

Desvío la vista hacia abajo, más concretamente hacia sus manos. Estas sostienen un pequeño peluche de un unicornio, totalmente destrozado. Ese es el juguete que mi abuelo le compró a Bagheera al día siguiente de entrar en nuestra familia. En la mano derecha sostiene la cabeza y en la otra el cuerpo. El relleno cuelga por fuera de las costuras junto con algunos hilillos.

Criminal | EN FÍSICO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora