👑 Capítulo 14

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—¿Qué haces aquí? —inquiero con tono de sorpresa.

Pongo una mano en la puerta y otra en el marco de la misma.

—Si tú me acosas, yo te acosaré más —responde este encogiéndose de hombros.

Capullo.

—¿Y ahora quien es el que se está comportando como un niño pequeño? —Arqueo una ceja.

Axel frunce el ceño y me mira con una repentina seriedad en su rostro.

—Tu gato. —Me lo tiende, chocándolo contra mi pecho y haciendo que yo lo coja entre mis brazos.

Bagheera suelta un suave maullido cuando los brazos del expresidiario dejan de rodearle, a la vez que fija su mirada en él; hay que ver, Bagheera, ni se te ocurra encariñarte con él, por favor. Me agacho hasta ponerme de cuclillas y, una vez así, dejo en el suelo a mi gato, lo que hace que este salga corriendo hacia el salón.

—¿Sabes una cosa? —pregunto incorporándome del suelo, para luego dirigir la mirada a la suya—. Ahora el que se está saltando la orden de alejamiento eres tú.

—Yo soy un criminal —se defiende, mostrándome una sonrisa de medio lado en sus labios—. Las leyes no van conmigo. —Niega con la cabeza lentamente sin dejar de mirarme.

Tranquilo, lo has dejado más que claro en varias ocasiones.

Ruedo los ojos al mismo tiempo que vuelvo a poner mi mano sobre el marco de la puerta, pero esta dura poco tiempo allí, ya que Williams la aparta para luego echarme a un lado y poder pasar con total tranquilidad al interior de mi piso. Eh... ¿hola?

—¿Se puedes saber qué haces? —Me doy la vuelta en el acto y me quedo mirando su espalda, ya que él avanza por el pasillo sin intención de detenerse.

—Invadir tu privacidad —contesta como si lo que está haciendo fuese una cosa normal.

Suelto un suspiro, molesta, mientras me giro para coger el picaporte de la puerta y cerrarla. Una vez que he hecho esto, me vuelvo a dar la vuelta para decirle algo a Axel, pero este ya no está en el pasillo. Este chaval me está tocando los ovarios cosa mala.

Avanzo por el pasillo de brazos cruzados hasta llegar al salón, en el cual se encuentra él observando las estanterías que hay a ambos lados de la televisión. El chico coge un marco de fotos de una de ellas y se queda mirando la fotografía de su interior detenidamente. Me mantengo observando todos y cada uno de sus movimientos, al mismo tiempo que aprovecho para escanearle de pies a cabeza. Espero que no venga armado.

—¿Son tus padres? —indaga él mostrándome la fotografía.

En ella salimos mis padres, y yo entre los brazos de ellos, los tres sentados en el césped del jardín de casa de mis abuelos. Tenía cinco años cuando nos sacaron esa foto. Ha pasado ya mucho tiempo desde aquello y admito que echo muchísimo de menos aquella época tan feliz de mi vida.

—Sí.

Axel vuelve a mirar la foto, esta vez con una sonrisa burlona.

—No sé por qué me da que tu madre tenía una buena relación con el jardinero —comenta soltando una breve risotada.

Al escuchar estas palabras salir de su boca, aprieto mis puños a ambos lados de mi torso, aguantando las ganas de liarme a puñetazos con él.

—Mi madre no le puso los cuernos a mi padre en ningún momento —espeto con fastidio.

—¿Eres adoptada? —interroga.

—No.

—Es que... perdóname, pero que de una madre rubia y de un padre pelirrojo salgas tú con el pelo negro... me parece un tanto sospechoso —explica regresando el marco de fotos a su sitio.

Criminal | EN FÍSICO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora