Marshall Meadows lanza sobre su escritorio un periódico que tiene como titular la muerte de la chica del polideportivo en la fiesta y novatada de ayer.
—¿Me puedes explicar esto? —me pregunta mi jefe.
Este cruza los brazos sobre su pecho y recuesta su espalda en el respaldo de la silla. Tras bajar la mirada de nuevo al periódico, trago saliva.
—Creo que no hace falta que le explique nada, ya viene todo ahí —respondo sin más, señalándolo con un leve gesto de uno de mis brazos.
—Tú estuviste allí —afirma.
Asiento con la cabeza al mismo tiempo que entrelazo los dedos de mis manos, en un acto de nerviosismo que intento disimular.
—Cuéntamelo con tus propias palabras —pide.
Su mirada se queda fija en la mía; su entrecejo arrugado no les da un aspecto amable a sus ojos, por lo que no es que esté muy a gusto en presencia de él. A pesar de que ya le he visto con esta actitud con anterioridad hacia otros de mis compañeros debido a las situaciones que se le presentan, tengo la sensación de que esta vez es como si estuviese molesto conmigo.
—Pero señor... policías de esta comisaría fueron a pedir declaración de lo sucedido allí —declaro en un intento de librarme de dar explicaciones—. ¿Es que no les cree?
—Claro que les creo —se apresura a decir—. Pero los que declararon los hechos pudieron mentir. Por eso prefiero preguntárselo a alguien que estuvo allí en el momento de lo sucedido.
Pues yo no quiero declarar. Si lo hago y la gente de allí se entera, me matarán. Por no hablar de que Marshall culpará a Axel de algo que no ha tenido culpa. Y no quiero que le meta en más problemas cuando lo único que ha hecho desde que ha salido de la cárcel es ayudar. ¿Qué debo hacer?
—Kelsey, estoy esperando. Habla ya, mujer —me insiste.
Cojo una bocanada de aire al mismo tiempo que desvío la mirada hacia mi derecha, pensando en qué hacer, en cual opción escoger.
Lo correcto sería decir toda la verdad, sin embargo, no sería la elección más acertada. Si revelo algo de lo ocurrido realmente, es posible que yo no sea la única perjudicada aquí, sino también el personal de comisaría que se entere y quiera hacer algo al respecto. Al fin y al cabo, aquí hay infiltrados. Y eso solo vuelve el ambiente más peligroso. Condenaría a muchos de mis compañeros si abro la boca. Axel no tenía pinta de estar bromeando con eso, así que supongo que, por esta vez, debería de confiar en él.
Cuando noto mis pulmones arder por la falta de movimiento del oxígeno, voy expulsándolo de a poco para volver a respirar con normalidad. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba reteniendo tanto la respiración.
A continuación, me dispongo a hablar.
—La chica iba muy borracha y pasó por donde no tenía que pasar —contesto, dirigiendo la vista hacia el suelo—. Tras escuchar el golpe que provocó su cuerpo al colisionar, todos entramos en el edificio a ver qué era lo que pasaba. Y la vimos a ella. Fue un accidente. —Me encojo de hombros.
—Es el cuarto accidente que ocurre en el mismo lugar y por las mismas causas —comenta Marshall, soltando un suspiro.
El cuarto "accidente" que no han querido ocultar.
—¿Axel hizo algo fuera de lo normal? —indaga.
Alzo la cabeza y fijo mis ojos en los suyos. Sí, obligarme a fingir orgasmos. Eso se sale mucho de lo normal. Pero bueno, no creo que se refiera a ese tipo de cosas.
ESTÁS LEYENDO
Criminal | EN FÍSICO |
ActionKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...