—Sois unos aguafiestas —nos acusa Andriu negándose a ponerse el cinturón de seguridad—. Si hemos venido de fiesta es por algo. Yo me lo estaba pasando muy bien, quería seguir cantando.
Ruedo los ojos al escucharla mientras una pequeña risita sale del interior de mi garganta al pensar en el numerito que ha montado dentro del local. Ha empezado a beber sin parar, vaso tras vaso, cubata tras cubata, hasta que ha acabado en lo alto de la barra del bar gritando a todo pulmón la letra de "Hakuna matata". Hace apenas unos minutos que la hemos sacado a rastras del edifico y la hemos montado en el coche, aunque nos ha costado mucho.
Ahora mismo me encuentro en el asiento de su lado, a su izquierda, haciendo intentos fallidos de ponerle el cinto. Pero no se deja, cada vez que estoy a punto de meterlo donde corresponde, me da un manotazo en el brazo para que me aparte. Puedo decir sin duda alguna que ella va muchísimo más borracha que yo.
—Mira, la que decía que no iba a beber —comenta la pelirroja en un tono burlón.
Ann se sienta en el asiento que hay al lado derecho de su hermana. Cierra la puerta y suspira con cansancio.
—Yo creo que ha dejado al camarero sin bebidas —interviene Fred acomodándose en el sitio del conductor.
Mientras él pone el coche en marcha y Ann se abrocha su cinturón, yo continúo peleando con la pelo azul para atarla al asiento y que se deje de mover. Gruño con frustración al notar como una de las palmas de sus manos se estrella contra mi cara para echarme hacia atrás.
—Qué no, Kris. Déjame salir —se queja esta, empujándome sin cuidado alguno.
Estoy viendo que me troncha el cuello.
—¡Ann, sujétala! —le pido a gritos.
La nombrada asiente con la cabeza y procede a agarrar los brazos de su hermana para que deje golpearme. Andriu se deshace de la sujeción de su hermana con bastante facilidad, por lo que aprovecha el momento y tapa el hueco donde el cinturón debe ir encajado. La pelirroja vuelve a la carga y coge sus muñecas para después presionarlas contra su espalda, inmovilizándola al instante, ya que al revolverse le provoca dolor en las articulaciones de sus extremidades apresadas.
Me apresuro y encajo el cinto en su sitio a la primera. Sonrío ante mi victoria y Ann suelta a su hermana, quien ya se ha rendido y tiene tal expresión de mosqueo en su rostro, que parece una niña pequeña enfurruñada por no haber conseguido su objetivo inicial, ya sea un juguete o un dulce. Me causa cierta gracia verla de esta forma, para lo seria que es, esta faceta nueva que ha mostrado con un poco de alcohol en sangre me hace verla con otros ojos. Ahora me cae mucho mejor.
—Sois unas personas malas y crueles —nos hace saber Andriu, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Anda, cállate un mes —le ordena su hermana, cansada de la situación.
Me siento correctamente en mi sitio y, luego, me dispongo a abrocharme el cinturón de seguridad, mientras que de fondo escucho como la pelo azul discute con Ann por la manera en la que le ha mandado callar. Pero la entiendo, no es fácil soportar a una persona que está borracha. ¡Qué me lo digan a mí! Que también estoy ebria y no me aguanto ni yo.
—Oye, ¿dónde está Axel? —inquiere el moreno al ver que en el asiento del copiloto no se encuentra él—. Venía detrás de nosotros cuando hemos salido.
La pelirroja mira por la ventanilla de su lado en busca de Williams. Tras unos cuantos segundos, ella nos informa de su paradero.
—Está fumando. Justo ahí. —Pone la yema de su dedo índice sobre el cristal, señalándole.
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Criminal | EN FÍSICO |
AçãoKelsey, una novata en el cuerpo de policía, se ve en la obligación de vigilar a Axel, un expresidiario que no le pondrá las cosas fáciles. * Café es lo único que Kelsey Davenport ha visto, tocado, olido, hecho y repartido desde que llegó a comisaría...