Narra Angela.
Llegué a Buenos Aires después de mucho tiempo de espera. Finalmente volvería a ver a Sebas, a mis amigas y al resto de los chicos. Incluso a Elena la extrañé un poco.
Tras retirar mi valija, reconocí a Sebastián de lejos, por su característica sonrisa perfecta que todo lo ilumina.
- ¡Bienvenida, hermana!- me abrazó Valentín primero.
- Hola.- sonreí casi sin aire, realmente abrazaba fuerte ese muchacho.
- Te extrañamos.- dijeron Sil y Cel al unísono mientras me liberaban del agarre de mi hermano.
- Pero alguien...- decía Ben.
- Más que nadie.- completó Bella.
- Ustedes no pueden ser más cursis ¿cierto?- reí buscando a Sebas con la mirada notando su ausencia y la de mi equipaje.
- ¿Buscas a tu enamorado?- rio Ali.
- Y mis cosas.- asentí.
- Nos dejó unas ocho pistas para vos.- declararon Sil y Cel.
- La primera la tengo yo.- dijo Valentín.
- ¿Qué?- consulté sorprendida.
- "Primera pista, primer lugar en donde hablaste con un ermitaño, sin saber, que ibas a cambiar su vida completamente."
- Uff, primer día en Buenos Aires ¿y ya tengo que irme al Blake?- bromeé. - ¿No pueden decirme las pistas directamente?- pregunté asumiendo que cada uno tenía una pista que dar mientras íbamos al colegio.
- Siguiente pista.- dijo Cel cuando encontré una rosa en el punto exacto donde había tropezado con él la primera vez que nos vimos.
El primer día de clases en el Blake, después de haberme instalado en Buenos Aires, estaba mentalizada con hacer lo que se me plazca mientras pudiera. No quería encariñarme con nadie ya que, al conocer a mi madre, sabía que me iría de allí en cualquier instante. De pronto, escucho varias risas alrededor de un muchacho en el suelo. Puede que no quisiera hacer amigos, pero tampoco iba a quedarme callada al ver algo desagradable.
- Déjenlo en paz, él no les hizo nada.- ordené al ver que no se defendía. Le ayudé recogiendo su libro, rozando sus manos y ayudándole a reincorporarse. - ¿El ermitaño?- consulté leyendo el título extrañada.
- El ermitaño es un individuo que habita en un lugar solitario con el fin de vivir su vida sin el contacto de las demás personas.- definió con claridad.
- Sé lo que significa.- dije.- Pero por su título suena una historia muy triste ¿no lo crees?
- No lo sé, yo me considero alguien bastante solitario y estoy bien con eso, no sufro.
- Acabo de ver como te molestaban, eso no me parece que sea estar bien.- señalé.
- Pero lo estoy, gracias por preocuparte y perdón por desperdiciar de tu tiempo.- dijo yéndose. En otra oportunidad, le hubiera seguido, pero en ese momento, supuse que era mejor mantener distancia de mis compañeros.
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4. La Niebla Siempre Con Nosotros.
Hayran KurguLa cuarta parte de Niebla para que conozcan al cuarto miembro de la familia Gastina.