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Siguieron las presentaciones. A continuación era el turno de la chica que estaba detrás del asiento de Brooklyn, ella era una mujer de pelo largo ondulado, piel morena, delgada, de ojos cafés y de pequeña estatura. —La número 9. ¡Buenos días a todos! Me llamo Rachele Wood, tengo 28 años, soy abogada e ingeniera mecánico, me aliste a la academia porque siempre he querido estar en la guardia real —dijo ella.

—Eres abogada, Rachele. No ingeniera—afirmó con tono suave el profesor Pride.

Rachele extrañada, no le gusto en lo absoluto las afirmaciones de aquel profesor, que se mostraba tan seguro en lo que decía. —No profesor, soy abogada e ingeniera mecánico —sentenció Rachele, con una mirada disgustada.

El profesor Pride, sonrió al ver la reacción de Rachele y de la forma en la que lo tomo. Él decidió explicarle a ella el por qué estaba tan seguro de lo que decía. —Tú eres abogada, no me imagino verte a ti con tu porte echando tuercas en un carro o diseñando maquinarias. Tu profesión es abogacía. Eres abogada, no un mecánico —aseguró el profesor Pride con una confianza plena de todo lo que decía. Rachele guardo silencio ante aquellas reflexiones de aquel maestro de la psicología. Ella no refuto los análisis de él.

El profesor Erick Pride, en medio de un suspiro de victoria. —Bienvenida a la academia Rachele. Continuemos, que se presente el siguiente —dijo él, chasqueando los dedos de su mano derecha.

Atrás del asiento de Rachele, se ubicaba una persona muy reservada, era un hombre de piel blanca y pelo negro, con ojos negros como la noche, de complexión delgada y estatura alta, con mucha prudencia él empezó a presentarse. —Bueno señores, me llamo Adam Britt, soy el número 10 de este salón. Soy un policía con 5 años de experiencia, decidí alistarme a la academia porque siempre ha sido mi sueño, ser un guardia real —dijo él, con un tono calmado.

—Excelente, Adam. Estar en la academia te servirá de mucho —dijo el profesor Pride.

— ¡Eso espero! —contestó Adam, con gran emoción en sus ojos.

Atrás del puesto de Adam, se encontraba un hombre de mediana edad, robusto con una dejada barba, alto, con un pelo negro canoso abundante, su piel blanca mostraba signos de arrugas en algunas zonas. Él se presentó. —Yo soy el número 11 de esta clase, mi nombre es Barto McVell, tengo 34 años de edad, soy un médico cirujano —dijo aquel hombre, con una voz ronca.

El profesor Pride, asombrado al escuchar la profesión de aquel alumno y su edad. —Un médico cirujano, interesante —dijo el profesor, con un tono bajo y con una cara que expresaba dudas.

El profesor colocó su mano izquierda sobre su barbilla, acariciándola sutilmente, entre su caminar dio varios pasos en dirección a Barto y con curiosidad. — ¿Qué hace un médico cirujano y con 34 años alistándose a la academia? —preguntó él, con una cara preocupada.

Barto, no sabía que responder a esa pregunta que tantas veces se hizo, no sabía qué hacer, así que decidió ser franco y sincero con todos. —Yo también me pregunto eso —contestó Barto acompañado de una cara perdida y unos ojos ausentes.

El profesor Pride, le pareció insólito la situación de Barto. Él era una persona que estaba totalmente desorientada. A continuación él decidió solo darle una cálida bienvenida, para que su alumno se sintiera a gusto. —Perfecto, pero bienvenido, McVell. Siéntase en casa —dijo el profesor Pride, mientras suspiraba un aire que lo dejó vacío por completo ante la semejante aptitud decepcionante que expresó Barto.

Atrás de Barto, estaba la última persona en la fila número dos. Ella era una mujer de ojos grandes verdes, con una cabellera negra lacio radiante, con una piel blanca como la leche, delgada. Ella era la ladrona de las miradas de los hombres y la envidia de las estrellas colgadas del cielo femenino por su figura cósmica de venus. —Mi número es el 12, llevo por nombre Alice Stone, tengo 28 años de edad, soy criminóloga, con 3 años de experiencia. Quiero ser guardia real para conjugar mis conocimientos y afianzarlo técnicamente a la criminología, ya que en efecto es una carrera que requiere un basamento en el área criminal para desempeñarlo de forma eficiente y correcta —dijo ella con una voz serena y una profunda seguridad inigualable.

Ella mostraba a simple vista que era de esas personas equilibradas e inquebrantables, el profesor percibió en ella una personalidad tan fuerte y decidida que lo dejo sin palabras. —En expectativas tú llevas la batuta. ¡Espero mucho de ti Alice Stone! Bienvenida a la academia —dijo el profesor Pride con gran ahínco.

Alice, se contentó, le gustó el comentario del profesor y en medio de una mirada brillante. —Gracias, profesor Pride —dijo ella con una carismática sonrisa.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora