Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.

28

Ella dio tres pasos más, Alaska tomando una decisión de años, de toda una vida ocultándose del inminente atardecer, su respirar se agitó, de cargados recuerdos inocentes. A continuación ella saco una navaja que mantuvo escondida entre sus ropajes, su pecho se estremeció pero su corazón no dudo, y se apuñaleó a sí misma en todo su cuello, en dirección de la yugular, el frio intenso interno de sus venas, le dio la bienvenida al mal eterno. Ella se desplomo en el suelo, cae totalmente, con un rio de sangre a su alrededor, manchando e inundando la fe de Alice, Zeo, Kaori y Brooklyn que se encontraban a su lado, su indomable acción, a los torrentes que recorrió el impune destino.

Totalmente muda Alice quedo, Zeo reacciono en búsqueda de sostener el cuerpo de Alaska, Kaori perpleja, y Brooklyn en el suelo desesperadamente aplicando los primeros auxilios, dirige su oreja al corazón de Alaska, tratándola de mantenerla con vida y en un intento de escuchar los latidos perdidos del corazón contaminado de Alaska.

El resto del grupo, al percatarse de la escena se reunió alrededor del cuerpo inerte de Alaska Scott. Todos estaban mudos, observando ese episodio de horror y tragedias. Brooklyn se levantó y con un tono triste:

— ¡Alaska Scott ha muerto! —anuncio él, mirando con tristeza.

Zeo mirando a la nada, al abismo, al sendero celestial, él pensó. «Esto es lo que somos, diminutos ante la muerte», Zeo toma el cuerpo caído de Alaska, ella en sus brazos. Mientras que seguía pensando. «De eso se trata la vida, de ser pequeños y sobrevivir». A continuación en medio del círculo que se formó alrededor, él abrió paso y camino, cargando el cuerpo sin vida de Alaska.

Silver, se emocionó profundamente por lo que vio, ella estaba en total excitación. —Estamos tan desquiciado que hicimos que Alaska, tomara un cuchillo y se suicidara —comento ella, con una cara de felicidad en medio de una sonrisa espeluznante. Nadie le prestó atención alguna al comentario de aquella mujer imprudente e indolora a la muerte.

— ¡Hay que ver! —comento Silver en voz baja, mientras que su cara expreso una forma lunática y retorcida.

Un silencio alrededor de todos. A continuación de repente empezó a llover y cada uno decidió dejar el lugar de los hechos. April, es la única que miro fijamente a los ojos enloquecidos de Silver, pisando la tierra crédula que había pactado con el infierno ciego, lluvia solloza del pecado.

Silver miro con felicidad a la perdida de April. — ¡RURURU! —se expresó Silver, ante la mirada de April.

April, cerró los ojos y dejo aquel lugar, en medio de un fragmento, sintiendo una triste emoción y culpabilidad, apretó los dientes y sus manos, al sentir el viento de las mortíferas gotas.

Silver Jones, se arrodillo después de que todos abandonaran aquel santuario de sangre. Ella abrió sus brazos, mirando al cielo, se río, con gran emoción, un tono insaciable ante la fría lluvia, ante el atardecer, ante lo ocurrido, ante todo, ante el mundo. En medio de los pedazos de todos los corazones infartados que han sido rotos y han volado por la brisa del aire de los versos caídos y esfumados.

Al anochecer, los rayos hicieron una fiesta de escándalos, donde las miradas de todos se perdió en el horizonte, ilusiones de centellas, los fantasmas de las nostalgias se reflejaban en aquel paisaje de truenos estériles de la alegría y ventiscas asfixiantes, los desbordantes cantos del rumor que desploman, la blanquecina luz del cretino rayo.

Al anochecer el cuerpo de Alaska, fue entregado a sus allegados, para recibir las santas despedidas, una vez más la academia se bañó de ríos coagulados de sangre infectada de odio y discordia, cada estudiante fue impactado por el suicidio de Alaska. Todos decidieron guardar silencio y de continuar su estadía en Spade, con la poca cordura que a cada uno les quedaba.