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Era un 21 de septiembre del 2020. El sol y la luna dos veces salieron y durmieron, el ritual de la naturaleza era un hogar de mentiras, mientras las sabanas húmedas arropaban sus noches frías, mientras que el sol se encargaba de recordarles que aun vivian, que la muerte no ha venido, ni se ha puesto en gula. Deseada existencia, ¿qué tanto significaba la palabra vivir?, el hoy era muy diferente que el antes. Pero cuatro estrellas habían caído del cielo de Spade, Adam, Barto, Alaska y Aisha, en que se habían convertido en ángeles o demonios, en espíritus de bien o del mal, seguían como moribundos en pena en los pasillos de la suerte, airados campos de llantos y miserias, o descansaban en la eterna paz de la gloria. Los 14 corderos del vuelo y de las horas perpetuas, yacían en sus asientos, encerrados en el glorioso salón, la mano del arte, lugar donde conocieron por primera vez a la psicología en carne y hueso, cada obra que habitaba los miraba, ellos sintieron aquel salón retorcido, ya que su temática era la de aquel ser humano que asesinaba a los colores. El espacio de los 4 asientos vacíos de sus hermanos caídos, se notaba y se respiraba un aire que emulaba una hoz de peligro. Todos postrados, ninguno hablaba con nadie, un silencio fúnebre, como si velaran a la muerte, sin lágrimas y con respeto. A la espera del desorden y del caos, el profesor Erick Pride, aún no hacia su llegada.

La entrada de triunfo llameante y con olor apestoso de azufre, la puerta de madera se abrió, no era su esperado profesor, sino un enigmático personaje. Era una persona alta, corpulenta, con pelo canoso, moreno, ojos negros, vestido con uniforme que indicaba la seguridad de aquel recinto, como si eso existiera, en esas paredes. Aquel sujeto no fue reconocido por nadie, ni nunca fue visto. A continuación aquel personaje desconocido dio varios pasos y enfrente de todos, da aquel memorándum que inauguró el presagio y aquellas turbulentas músicas mentales.

— ¡Buenos días, estudiantes de la academia Spade! Paso por el salón para enviarles una pequeña información —dijo el señor, encorvado y aislado a cualquier reconocimiento por parte de todos los presentes.

Los 14 estudiantes quedaron mudos, antes la presencia inesperada de aquel señor. Todos adoptaron un aspecto de preocupación e intriga, sintieron una gran ansiedad, y dentro de ellos, un presentimiento de que algo iba a suceder, todos mantuvieron silencio, para escuchar con claridad aquel señor.

— ¡La clase de psicología criminal está suspendida hasta nuevo aviso! —dijo el señor.

Un sonido abrumador y violento producido por Brooklyn. Él se levantó de un impulso, con ferocidad encarando a la trivialidad del destino. — ¿Qué ha pasado? ¡O lo mantendrán en secreto, como siempre! —exclamo él, con un tono fuerte, hablando por todos y cada uno.

El señor se acomoda, sin perder su calma, sin hacer caso prácticamente al tono desafiante y descontrolado de Brooklyn, dio a conocer el misterio. —El profesor Erick Pride de la clase de psicología criminal, tiene más de 24 horas que nadie ha sabido de su paradero. Ya su familia ha reportado una denuncia antes las fuentes policiales reportando su desaparición. En este momento estamos llevando a cabo su búsqueda —anunció él, mientras que guardo unos segundos, tomo aire y fuertemente apretó sus puños con convicción. —Si alguien tiene pistas de su paradero, por favor acérquense a nuestras oficinas, para que tomemos su testimonio correspondiente. ¡Muchas gracias! Que tengan todos un, ¡buen día! —dijo el señor, mientras que sus palabras se transformaron en algo que va más allá de cualquier música, en una emoción invendible e incomprensible, se convirtieron en un inmortal réquiem de Mozart, divina sinfonía de los placeres, era mucha magia para comprender del todo, un último concierto, inspírame o mátame. Todos los presentes, en un estado pasivo de maltratos, sumisos como si celebraran a la muerte en una hipócrita misa. Aquella leyenda de mentor, su recuerdo grabado en los pequeños y enfermizos corazones de sus pupilos, sus cantares no se escuchaban en los vientos de la academia Spade, pero tal vez se entonaban en la dulce tierra del paraíso o en el amado infierno de los acentos y traiciones.


Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora