10: Las batallas del surrealismo psicológico. (II).

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El día que encontraron los cadáveres de Barto y Adam, ese día las clases de psicología criminal fueron suspendidas, sus cuerpos no recibieron velorios en la academia Spade. Sus restos fueron entregados a sus destrozados familiares. Han pasado tres días desde que aquellas dos muertes fueron recreadas en un santo arte oscuro. Era un 16 de septiembre del 2020. En el salón que habitaba de segundo ante la entrada de la circulación de aquellos pasillos silenciosos e iluminados, al lado de la mano del arte. Aquel salón santificado como el templo filosófico, era un lugar inmenso, donde sus paredes y su techo eran decorados por incontables, frases filosóficas de autores aun recordados, que no encontraron el descanso de la muerte, ellos fueron plasmados en aquel lugar, donde sus memorias son sepultadas e incrustadas.

Habían 18 pupitres de mármol, 2 vacíos que apestaban a un agrio y venenoso alcanfor, un silencio fluye como un río hacia un mar podrido, todos pensaban en la noche. Todos nadaban en aquella laguna negra de desesperanza donde no se podía reflejar ninguna hermana de la luna, 2 recién nacidos han callado, y sus cunas tristes perdurables en un instante donde todo acabo, con una magia intermitente. Aquel mago de la muerte, que no dejo pistas, ni rastros, solo una señal, la inmortalización de la creación del primer hombre mítico de la avariciosa tierra, quien será el próximo, quien es el hacedor de aquella magia negra y artística con un sentido codicioso del peligro, que dejo a todos en la piel, un frió donde arrancarías tu carne con tus propias uñas, aquel susto que no cavia en el pecho con una voz de «pronto morirás y nadie te salvara.»

Los ánimos estaban bajos, un ambiente de silencio, el aire era pesado. Todos estaban en sus puestos, los estudiantes permanecían callados. Incrementando más la tensión, el profesor no había llegado aún, él tenía varios minutos de retraso. Todos estaban pensando lo peor, tratando de imaginar cómo fue ese brutal y retorcido homicidio, en un instante Kaori, rompe el silencio vicioso. Ella se voltea por un momento para dirigirle la palabra a Zeo.

— ¿Crees que el asesino esta entre nosotros o fue uno de los del personal de Spade? —Kaori pregunta, con una cara que marcaba en su rostro la preocupación.

Zeo perplejo, él también se hacia esas preguntas constantemente. —La verdad es que no tengo idea, pero lo cierto es que el personal de Spade actuó muy normal sobre los hechos, pero es muy sospechoso que no nos dejaran ver y preguntar sobre los hechos —contesto Zeo, con un tono bajo.

Ella tomo un poco de aire, manteniendo la mirada en los ojos de Zeo. —Estamos en una academia militar, y no existen cámaras, demasiado abierto es todo esto, es posible que el asesino se esconda entre el personal de Spade —comento Kaori, con una cara que se sumergía en aquellas lagunas de dudas.

Él Levanto sus dos manos, las unió y apretó dándole una forma de rezo, inclino su cuerpo de frente a Kaori, analizando los últimos sucesos. —No tiene mucho sentido la aptitud que adopta la academia. Tienes mucha razón, cualquiera podría matar en este lugar, sin ser detectado, esta institución no tienen medios de vigilancia —comento Zeo con un tono de voz tan bajo, que su interlocutor casi no lograba escuchar. A continuación Alice, intrigada con unas profundas ganas de integrarse a la charla, se acerca a la conversación que tiene Kaori y Zeo, moviendo un poco su puesto con su cuerpo. —O en todo caso más lógico, deben de tener cámaras y por consecuencia las esconden al público —susurro Alice.

Las campanas de alerta sonaron, ante el ruido que provenía de aquellos pasos de poder, aquellas pisadas fuertes y prepotentes. El abrir de aquella puerta, era un sinónimo de preocupación, donde adentro solo habitaba el miedo. El maestro de los dones de la psicología, el artista favorito y sospechoso por algunos, su profesor Erick Pride había llegado. Él se sentó enfrente de todos, en aquella silla de mármol sin hacer ruido en su sentar, sin escritorio, sin pizarra hacia sus espaldas, no hacía falta aquellos instrumentos vanidosos, su santo intelecto era más que suficiente para impartir su arte y su lenguaje de enseñanza.

— ¡Buen día! Mi gente de Spade —sentencio con voz alta, era el profesor Erick Pride.

— ¡TIERRA TIEMBLA QUE ACABA DE LLEGAR ERICK PRIDE Y SUS AGALLAS! —Erick Pride exclamo, mirándolos a todos con una mirada burlona. Las únicas risas que se escucharon fueron las de Cameron y Jack, que inmediatamente fueron cesadas, por el luto y el respeto de las vidas de sus compañeros Adam y Barto.

Todos los presentes estaban serios, frívolos y con un malestar profundo en sus mentes al escuchar, como aquel profesor mostraba una aptitud sin respeto por el luto de sus dos compañeros, la ausencia de ellos dos fue indoloro para él. Pero aquel hombre, que solo demostraba burlas, despedazo los silenciosos ruidos de la mente de todos. —Soy capaz de eso y mucho más —dijo el profesor Pride, donde algunos se preguntaron en sus mentes «que tanto cinismo o que tanta verdad hay en sus palabras.»

— ¡Bienvenidos a la segunda, maravillosa y espectacular clase de psicología criminal!, siéntanse cómodos todos —dijo el profesor Erick Pride, levantándose de su silla de mármol, subliminalmente tocaron las trompetas que anunciaban la inminente guerra psicológica. Él era la representación celestial de un maestro de las artes psicológicas, vestido con una gigantesca armadura, armado hasta los dientes con las armas mentales más poderosas, miraba a sus pequeños estudiantes desnudos ante no una batalla, sino a la masacre mental que pronto serian envueltos uno a uno. Él ya de pie frente a todos, comienza aquel piano a tocar el poema de las flores y la demencia.

Él ataca a su primera víctima, preguntándole. — Adrián Lincer. ¿Cómo te sientes hoy? —Erick Pride pregunto, golpeando al viento sin ninguna dirección.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora