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Aisha se levanta de un tirón, sin titubear narro lo sucedido. —Yo estaba practicando football con Scarlett Blair, y de repente Alaska Scott me ataca con ese cuchillo que tienes en la mano Alice —afirmo Aisha, mientras cruzo sus brazos, mirando ferozmente Alice.

Alice dudosa con el testimonio escuchado, decide preguntarle a Scarlett para verificar. —Señorita Blair Scarlett. ¿Es cierto? Lo que está diciendo Aisha —pregunto Alice, dirigiéndose a ella, con un tono muy pulcro.

— ¡Así es! Nosotras estábamos jugando football, de lo más tranquilas. Entonces sin previo aviso, vino esa loca a atacarnos sin motivos. Gritamos y en eso Ricardo Becher pasaba y nos a ayudo —aseguro Scarlett, con una cara que expresaba preocupación.

A continuación la mirada de Alice se enfocó en Ricardo y se dirigió a él. — ¿Es así Ricardo Becher? —pregunto Alice, dirigiéndose a él, con un gesto en su mano izquierda, que reflejaba cortesía.

Ricardo sin tener ningún tipo dudas con lo ocurrido, le fue fácil responder. —Así mismo Alice, todo lo que se ha dicho es correcto —respondió él, con una cara que expreso tranquilidad.

Alice, con una profunda tristeza. Ella trato de conservar el porte firme que siempre la caracterizo como Alice Stone. — ¿Qué tienes que decir a tu favor? Alaska Scott —pregunto Alice, mientras se volteaba, y mira a la abatida de Alaska

Alaska permaneció en silencio sin decir alguna palabra o sin emitir algún tipo de sonido, abrumada, temblando, con una cara pálida, observando el suelo, como si no le importara la pregunta de Alice.

—Con este cuchillo. ¿Trataste de matar a Aisha? —pregunto Alice, acercándole la mencionada arma, que sostenía con su mano derecha.

Ella no se inmuto a decir ninguna palabra, unos segundos más tardes, que para ellos fue un instante pero para ella significo una eternidad, desesperanzada, emulsionada, sintiendo un profundo y oscuro rencor, aquel grito que rompió sus silencios. — ¡HAGAN LO QUE USTEDES QUIERAN! —grito Alaska, con una voz de miedo. Aquel rugido que se convirtiendo en un ruido que resplandeció aquella cancha verdosa, acompañado de una corta sonrisa de Aisha que despertó su alegría.

—Creo que ya esto se decidió o no, Alice —comento Ricardo, mientras se levantó de su silla.

—Guarda silencio Ricardo, esto no ha terminado —dijo Alice, mientras que miro a Ricardo. —Toma asiento por favor —ordeno ella dirigiéndose a él.

Él tomo asiento sin refutar. A continuación Alice respiro profundo, guardo el puñal en su parte posterior de su chaqueta, los miraba a todos, decidida en cambiar el rumbo de la situación a la cual se encontraba Alask. Ella decide conversar con todos. —A decir verdad la podemos matar en este mismo momento. ¿Por qué no?, pero. ¿Que ganaríamos con eso? No es una forma astuta para actuar, nuestro objetivo es atrapar al asesino, no necesariamente hay que matarla, perfectamente podemos hablar con las autoridades de Spade y mantenerla presa en alguna instalación de la academia. Con el propósito de preservar nuestra vida y no desperdiciar la vida de Alaska, y no tengamos que convertirnos en criminales asesinando una vida que perfectamente podemos mantenerla viva pero con distancia y seguridad —propuso Alice, mientras que miro a todos con seguridad y una expresión en su cara que inspiraba certeza y confianza, mientras que caminaba alrededor de todos.

Ella tomo una pequeña pausa para meditar uno segundo y continúo su discurso. —Aparte que si Alaska, es la asesina y es detenida bajo la custodia de nosotros, los crímenes cesaran —comento Alice, mientras que volvió al lado de Alaska.

—Es un buen punto, ahora bien, la justicia es algo que debe existir por sobre todas las cosas y aquí habrá justicia. Votaremos todos y decidiremos si Alaska debe vivir bajo la custodia nuestra o debe morir simplemente —afirmo Alice, mientras miraba como Aisha, desprendía una mirada de rechazo a todo lo que ella decía.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora