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Las presentaciones continuaron deliberadamente, pasando a la última fila, se ubicaba una mujer blanca, con pelo ondulado corto con una coleta de caballo, de ojos negros como la oscuridad de las tinieblas y de gran estatura, era una chica simpática. Ella con mucha felicidad se presentó. —Scarlett Blair, soy la numero 13 en el orden de la lista, tengo 25 años de edad, por ahora sin profesión —dijo ella con tono muy bajo.

El profesor se impresiono al mirarla, la conocía muy bien, pero él decidió interpretar un mejor papel, y simular que era la primera vez que la veía. —Blair. ¿Te he visto en algún lado?, ¿eres repitiente? —pregunto el Profesor Pride con una sonrisa burlona.

Scarlett, avergonzada no quería mirarlo a la cara, ni que nadie la escuchara, pero se armó de valor diciendo. —Repitiente — contestó silenciosamente Blair, con una cara vergonzosa.

El profesor Pride, curioso quería saber cuántas veces ella ya había estado en la academia. — ¿Repites por cuarta o tercera vez señorita Blair? —pregunta el profesor Pride, tocando suavemente su barbilla con su mano derecha.

—Tercera vez —responde Scarlett Blair, con apenas un hilo de voz, sintiendo vergüenza por decirlo en público.

— ¡Ay, pobrecita! ¡Tranquila, esta vez aprobaras! ¡Es esta! O si no lo intentas por cuarta vez, no hay problema —comentó el profesor Pride con una cara burlona, la cual reflejaba su más profunda arrogancia.

—Bienvenida otra vez, Blair. Todos sabemos que eres muy inteligente lo que pasa es que de seguro te da miedo mostrar tanto intelecto —dijo el profesor Pride con una cara risueña, que despertó la simpatía de todos los estudiantes, con tal figurada ironía, provocando más de una risa corta a los demás estudiantes presentes.

Atrás de Scarlett se encontraba una chica muy callada, robusta, de estatura alta, pelo negro, con ojos negros, ella sin ninguna pizca de miedo se presentó ante todos con una voz profunda. —Soy la número 14, mucho gusto, me llamo Aisha Steel, 23 años, sin oficio y sin profesión, deseo profundamente que todos nos podamos llevarnos muy bien, y estemos en armonía, en nuestro ciclo académico —dijo ella con un tono que reflejaba total seguridad.

— ¡Que bella eres, Aisha! ¡Espero que le saques provecho a eso! —dijo el profesor Pride con un tono burlesco.

Ella, no le prestó atención a las ocurrencias humorísticas y a sus comentarios fuera de lugar del profesor, lo ignoro por completo. Decidió no decirle nada ya que si hablaba de seguro terminaría en una discusión.

El profesor Pride, le agrado la aptitud y la reacción de Aisha, él se sonrió y cálidamente la recibió en su salón. — ¡Bienvenida, Aisha! —exclamo el profesor Pride, tratando de aguantar su risa, para que su estudiante no tome mal el gesto.

Atrás del asiento de Aisha, estaba sentado aquel hombre, con una complexión redonda, con una estatura alta, con un tono confiado que reflejaba su gran interés y emoción por estar en la academia, se presentó ante todos con gran espíritu. —El 15, mi nombre es Myles Fotsis, con 27 años de edad, soy químico, con 6 años de experiencia laboral, me aliste a la academia para incorporarme a la guardia real y servir como científico —dijo él.

—Bienvenido a la academia, Myles. Este es tu lugar —aseguró el profesor Pride, con una sonrisa en su rostro, expresando sinceridad en sus palabras.

Atrás de Myles, estaba un hombre, sentado de complexión muy delgada, piel blanca, pelo lacio corto negro con unos grandes ojos verdes acompañado de unos lentes de pasta negra. En él se podía apreciar un elevado intelecto. —Soy el número 16, Adrián Lincer, con unos 26 años de edad, soy especialista en robótica e inteligencia artificial, con 4 años de experiencia, me alisté con el mismo objetivo que mi compañero Myles, quiero servir como científico en la guardia real —dijo él.

El profesor percibió en él, muchas carencias personales, en su aptitud y su falta de personalidad, pero decidió no comentarlas y darle una familiar bienvenida. —Muy bien Adrián. ¡Bienvenido! —dijo el profesor Pride, con un tono de total desagrado al escuchar casi las mismas palabras de Myles, por Adrián. Tomó un suspiro y se acercó al penúltimo asiento de la tercera columna. — ¡Preséntate tú! —exclamó el profesor, con una cara de muchas curiosidades encontradas.

Aquella chica se presentó. —Mi número afortunadamente fue el 17, mi nombre es Kaori Murakami, tengo 19 años, no tengo profesión, me aliste a la academia Spade, porque ser guardia real es lo que deseo para mi vida. Es un sueño y un honor estar aquí frente a usted, pisando el mismo suelo, le prometo tener una gran disciplina y daré mi mayor esfuerzo. Muchas gracias — dijo con un tono muy pulcro, aquella chica, con ojos rasgados sin curvatura, una nariz alta y puntiaguda, unos labios largos denotando una sonrisa de pequeños y perdonables pecados, de una estatura mediana, con una complexión delgada. Ella era una belleza del sol naciente, una muñeca hecha con manos de seda.

El profesor pudo sentir la gran disciplina en aquella alumna, sintió que ella tuvo un promedio de entrada muy alto. Él sintiendo mucha curiosidad quería saber que tan asertivo era. —Excelente, Kaori. ¿Eres tú el promedio más alto en la prueba de entrada no es así?, ¿de cuánto fue? —preguntó él, con una mirada alegre y devastadora que profundizaría y detallaría a cualquier semejante.

— ¡Fue de 497 / 500! —exclamó Kaori, con un gigantesco orgullo que no cabía dentro de su pecho.

— ¡Muy bien Kaori! ¡Bienvenida! Nunca cambies, sé que tú le colocarás corazón y sentimiento a la academia Spade —dijo el profesor Pride, mirando con gran expresión aquel ejemplo de integridad y disciplina viviente.

El profesor se emocionó. Por fin había llegado el momento de presentarse, la persona que él quería escuchar, un individuo que había despertado su interés. —Por fin y el ultimo, pero no el menos importante con ustedes. ¡El numero 18!, preséntate, quería hablar contigo, pero no sabía cómo —dijo el profesor Pride, con una cara sonriente, un tono típico de burla, dándole la entrada a aquel alumno que había despertado su interés.

—Me llamo Zeo Castellar, tengo 21 años de edad. Soy ingeniero industrial, no tengo experiencia laboral —dijo aquel chico con un tono tranquilo, su cara reflejaba serenidad. Él era delgado con pelo corto crespo, piel morena y una estatura alta.

—¡Ohhh, vamos!, ¿por qué no tiene experiencia, Zeo? Hombre —vociferó el profesor Pride, con un tono burlesco, inmediatamente su cara adopto una expresión de bufón.

Zeo, no presto atención al comentario del profesor. Él serenamente guardo la calma sin que nada lo pudiera alterar. —Apenas voy terminando mis estudios, tengo apenas 7 días de haber concluido mi carrera de ingeniería —contestó Zeo, adoptando una expresión de seguridad, con una mirada transparente y noble, ante aquellos ataques que querían desprestigiar su imagen.

—Excelente, Zeo. ¡Bienvenido a la Academia Spade! —exclamó el profesor Pride con un tono fuerte.

El profesor Pride, se paseó por el salón, para darles una información a todos los presentes. — ¡De los 18, Zeo Castellar, es uno de los pocos que se graduara y será un guardia real! —dijo el profesor Pride, mientras que todos miraban aquel maestro de muy mala manera, al asegurar el talento de aquel chico tan joven.

El profeso seguía paseando. — ¿Saben cómo lo sé? —preguntó el profesor Pride, de forma general con un tono amplio y fuerte.

Nadie pudo responder a la pregunta del profesor. Ninguno sabía cómo aquel instructor de psicología pudo deducir que Zeo, se convertiría en un guardia real. Nadie tenía la menor idea de lo que el maestro vio y ellos todavía a pesar de que trataban de buscar una coherencia lógica no veían, el profesor Pride decidió compartir sus saberes con aquellos estudiantes que estaban ciegos. —Porque es el único que ha tomado apuntes durante toda la clase y se perfectamente que no se ha perdido ningún detalle de todo lo que se ha hablado e impartido de forma directa e indirecta —dijo el profesor. Él con una cara de gran regocijo, mirando en alto a uno de sus más prometedores estudiantes.

Un silencio ahogador, se apodero en aquella clase, que había mostrado hasta ahora, un amplio aprendizaje de vida. Todos se miraron nadie estaba tomando apuntes, solo Zeo a lo largo de toda la clase. Algunos sintieron vergüenza por ellos mismos, otros no prestaron atención emocional frente aquel suceso que marcó la diferencia entre compromiso y poco interés académico.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora