55: Crimen. (VII).

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El ocaso y las sorpresas, los recuerdos imborrables, dolores inhumanos entre un retorcido sentimiento, el anuncio del funeral fue traficado por una llegada matutina, los rincones hablaban. 

Todos anunciaron una mirada de cariño, él era lo que siempre desearon volver a vivir, las buenas historias de aprender, el profesor Pride, les dedico una mirada reclutando una fresca condena, de pie en el centro y en las miras de todo.

—La profesora Débora, o Déboradora, como quieran llamarla. Ya no la van a ver más, ahora sólo me tendrán a mí por lo poco que le queda a la materia. Yo no sé cómo nuestra nueva y arrogante directora, me reemplazó por esa viejita que ya ni puede caminar. ¡DIOS! Esa mujer me cae de un mal, es tan antipática, cuando conozcan a su nueva directora van a saber de qué les habló —comentó el profesor Pride, con una cara de desagrado, imaginándose la cara de aquella mujer de cabellera dorada.

Cameron, quería anunciarlé al profesor que, ya todos ellos tenían la desdicha de haberla conocido. — ¡Ya la conocemos profesor! —dijo Cameron, con un tono alto.

El profesor Erick Pride, ignoro a Cameron. A continuación aprecio con su mirada las instalaciones dentro del salón, sintiendo un malestar e incomodidad, al estar en un salón común y corriente que representaba la vieja escuela; queriendo estar en uno de aquellos lugares majestuosos, que estaban a la altura de la modernidad e innovación. —Este salón es muy aburrido, ¿verdad? Me hace sentir viejo y poco atractivo —dijo el, con un tono burlesco, mientras que sus estudiantes trataron de no reírse, tapándose la boca.

El profesor Pride, guardo seriedad, con su mirada apunto a April. — ¡Muy astuta April Smith, no has matado aun; para que crean que soy el asesino de los colores! —afirmó él, con un tono muy elevado.

Aprill, se limitó a decir malos comentarios, sonrío a la acusación de él. Ella serena, nada la podía destruir, ella se hizo sorda a la pregunta y lo ataco directamente con un tono alto. — ¿Profe, qué estaba haciendo en estos días? —preguntó ella, con una cara de sospecha.

El profesor Pride, se colocó la mano derecha sobre su frente; apoyándose totalmente, su cara expreso dolor y cerró los ojos. — ¡Hice de todo niña y estuve en muchas partes, baby! —dijo él, con un tono prepotente.

Él, quitó su mano derecha sobre su frente y camino alrededor del espacio libre frontal del salón, contando sus tragedias. — ¡Hasta me monte en un bus; primera vez que me monto y me robaron! ¡COMO SI YO TUVIERA CARA DE MONTARME EN BUS! —exclamó él, en medio de un aire de egolatría, sintiéndose hermoso e inigualable.

La fiesta de carcajeo, se apoderó en todo el salón; la alegría y la gracia de los chistes de Erick Pride, eran únicos.

El profesor caminó entre la primera fila y la segunda, de pie al lado de April, tocándose, un poco la mejilla derecha la ataco con sus palabras. —April Smith, usted desde hace ya un tiempo, charlo con Zeo, en la actividad que tuvimos en nuestra última clase, seguro que lo recuerda, en base a sus conocimientos de detective. Es Zeo, ¿un asesino? —preguntó él, con una cara de sospechas.

April, respiró profundo, conectada con los ojos de su profesor, ella sabía bien las razones de aquella pregunta. Ella pensó, «con que ese es tu juego, juguemos», mientras adoptó una cara decidida. —No —contestó April.

El profesor Pride, mostro un desagrado con aquella simple respuesta, él esperaba más por parte de aquella detective azulada. — ¿Por qué no April, no entiendo? —preguntó el profesor Pride, con una cara de extrañado por su simplicidad.

April claramente sabía que responder, estaba preparada. —Porque no detecto, tendencias criminales asociadas a los rasgos de su personalidad —comentó April Smith

El profesor se sorprendió por aquella pulcra y técnica respuesta, pero observo en ella un pequeño detalle que delato su mentira, seguidamente miro a Zeo por unos instantes. — ¡Que buen trabajo has hecho Zeo! ¡Felicidades! —dijo el profesor; tanto April, como Zeo no respondieron al ataque del profesor, guardaron silencio.

Mientras que aquel mentor del saber anuncio a todos. —April Smith está mintiendo, cuando me dio respuestas a mis preguntas, su primer movimiento fue en su ojo derecho, eso indica que estaba creando sus palabras en base a su imaginación creativa, en cambio si su primer movimiento hubiera sido en su ojo izquierdo, eso expresa que ella estaba recordando la respuesta; buscando entre sus pensamientos la lógica y verdad. Escuchen todos, es muy importante que tengan estos principios psicológicos de cómo funciona nuestras mentes, es más efectivo que cualquier detector de mentiras —comentó el profesor Pride, mientras que todos estaban mudos, al conocer semejante truco psicológico, ninguno de los presentes tenía idea de que existiera una técnica tan fácil para reconocer verdades.

El profesor dio dos pasos al frente y con los brazos cruzados se dirigió en general, con una cara burlesca simpatizando con todos. —Ya saben, cuando estén con sus parejitas y les pregunten. ¿Dónde estabas? ¿Con quién estabas?, si te responden moviendo primero el ojo izquierdo te dicen la verdad, si te contesta con un primer movimiento involuntario en su ojo derecho. ¡TE ESTÁN COLOCANDO CUERNOS! —comentó el profesor Pride, mientras todos se rieron del comentario humorístico de él; al cesar sus risas, él dio tres paso hacia atrás, mirándolos a todos siguió hablando.

—Es prioridad que cuando apliquemos la psicología criminal, utilicemos la neurociencia, para identificar como piensa un criminal; como se emociona, como actúa desde un plano neurológico en medio de soportes científicos, es vital que conozcamos la teoría de los tres cerebros para apoyar todas nuestras hipótesis, aunque no se ha podido demostrar anatómicamente su existencia; en el mundo de la neurociencia y psicología tiene un gran impacto y aceptación debido, a que esta teoría puede convertir una simple palabra, una simple mirada en todo una razón de ser —explicó Erick Pride, mientras que todos estaban en suma atención, digiriendo todos los conocimientos transmitidos; cada uno se sintió emocionado al presenciar esa clase con aquel mago del saber.

El profesor Pride emocionado, le encanto mirar el rostro a sus estudiantes. Él podía percibir claramente que todos estaban aprendiendo. A continuación paseo por el salón, mientras continuo su explicación. — ¿Por qué les digo esto? Porque para atrapar al verdadero culpable en un crimen, es más poderoso usar la psicología que hay detrás de todo el acto, que las pistas o pruebas que existen en el evento; no existe azar más grande que el confiar en un testimonio, culpar a una persona por medio de pruebas, pistas y palabra de una tercera persona, es algo tan ortodoxo, básico, porque no siempre hay verdad en todo eso, recuerden que los asesinos más astutos, trabajan en manipular esto, en maquillar lo que les conviene y borrar lo que no les favorece —dijo Erick Pride, con un tono pausado, mientras recorría cada uno de los puestos, mirando cuidadosamente uno por uno.

Todos estaban en suma atención, nadie perdía el hilo de ninguna palabra dicha por aquel maestro, en ese instante cuando Brooklyn, entro en sintonía con la explicación del profesor, sintió un escalofrió por dentro, su respiración se agito un poco imaginándose aquellas palabras en sangre "ZU3K", enunciado que no lo dejaba dormir. Brooklyn sintió que el profesor estaba confabulando con el asesino, él pensó, «muy bien, nadie caería en eso, tú estás a favor del asesino esas letras que vi, era un mensaje de Aisha. Sólo estás buscando que me desconcentre del asesino», mientras él se imaginó la cara endemoniada de Zeo, aquellas imágenes que siempre lo perturbaban y a veces cobraban voz.

El profesor calmo sus pasos, recordó una de sus vivencias pasadas, con una visión extensa, se dirigió a todos, de una forma calmada a punto de compartirles una anécdota. —Yo una vez tuve una amiga, gran compañera mía y el esposo le fue infiel, ese señor la engañó con su mejor amiga. ¿Saben que hizo ella en medio de sus sentimientos? Ella violo con sus propios dedos a su hijo varón de 2 años, después ella testifico a las autoridades que su esposo había violado a su niño; le hicieron las pruebas pertinentes al pobre niño, dando como resultado una penetración en el pobre infante, eso más el testimonio de la madre, dio como resultado solamente a 50 años de prisión para el esposo —narro él, mientras que todos, sintieron un asco por dentro, un sentimiento de negación al episodio contado por él, imaginándose la repugnante madre desgraciándole la vida a su propio hijo.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora