61

114 23 11
                                    

Una semana después, era un 31 de diciembre del 2020. La luz envejecida de la luna agotada, necesitaba un descanso, las estrellas decoraban hermosas figuras astrales que marcaban el fin del año.

Era la última noche de aquel periodo largo, constelaciones de papel, voz que dormía el silencio del negro aposento estelar. Zeo, miró como sus ojos velaron aquellas creaciones nocturnas de ultratumbas. Él estaba reunido con sus compañeros del destino de este viejo año que se acababa; Kaori, Brooklyn, April y Alice.

Los caballeros lucían un traje negro con camisa blanca decorada con una corbata roja, mientras que las damas exhibían un majestuoso traje negro con encajes sobresalientes.

Ellos estaban reunidos, en el último piso de la torre del salón Spade, un lugar angosto, pero desnudo por la lunática estrella gigante que adormecía, faltaban pocos minutos para que la noche se volviera media y el calendario marcará un día nuevo.

Para April, este año, fue lo mejor que le paso, vivió tantas buenas experiencias como malas, la hizo crecer y quería despedir el año con una frase que se construía en base a su satisfacción personal. — ¡Esté año ha sido de gran aprendizaje para todos! —exclamó April.

Alice, se conmovió por las palabras de April, quería anexar lo que para ella significó su estadía acogedora en Spade. —Ha sido como un maestro de grandes reflexiones —dijo Alice, con un tono alto dedicándoles a todos una mirada de agradecimiento.

Zeo, quedó impactado una vez más por otras celebres palabra de Alice, simplemente ella no pudo dejar de asombrarlo. —Este año será una bendición para todos —dijo él, con un gran sentimiento dándole vida a todas sus palabras.

Kaori, con un inmenso optimismo, sintió limpios sentimientos acogedores, sólo deseaba que todos vivieran un año de lindo de recuerdos. —Este año será muy positivo para todos nosotros —dijo ella.

La euforia de Brooklyn, era imparable, estaba emocionado, expresándolo a los cuatro vientos, no era ni la sombra de aquel Brooklyn de hace meses atrás que vivía perturbado. Él, era ahora una nueva persona. — ¡ESTÉ AÑO SEREMOS GUARDIAS REALES, SEÑORES! —gritó él, mientras se ganó una mirada de todos con gran cariño.

La alegría de Brooklyn era contagiosa; los demás fueron contagiados por su emoción. — ¡YA QUIERO GRADUARME! —gritó Kaori.

— ¡FALTA POCO PARA ESO! ¡YA PRONTO LO LOGRAREMOS! —gritó April.

— ¡ESTE AÑO, SERÁ EL AÑO QUE CUMPLIREMOS NUESTROS SUEÑOS! ¡NUESTRAS METAS! —gritó Alice.

— ¡2021! ¡VENIMOS CON TODO! —gritó Brooklyn.

— ¡TODOS SEREMOS GUARDIAS REALES SÍ O SÍ! —gritó Zeo.

En ese instante se escucharon el sonido estremecedor de fuegos artificiales alrededor de todos; anunciando el año nuevo. Aquellos disparos de colores que quemaban el cielo y desaparecían con el viento; marcó el inicio de un nuevo capítulo en la vida de cada uno. Todos alegrados, se abrazaron uno a uno dándose el feliz año, era una emoción inigualable, sus rostros adoptaban una felicidad incalculable, se miraban todos como hermanos perdidos que por fin fueron reencontrados.

La euforia y los gritos; las bendiciones se mantuvieron un rato, luego decidieron bajar para dar el feliz año a sus otros hermanos; con gran entusiasmo bajaron la gran escalera larga que oscilaba su figura.

Todos se abrazaban y saludaban, recibiendo y entregando las bendiciones del nuevo periodo que vivirán, era una caravana de saludos y abrazos, como el obligado mandamiento católico; de la paz os dejo mi paz os doy, en medio de una fingida misa.

Todos cruzaron palabras y bendiciones; menos la pequeña Silver y el orgulloso de Zeo, ambos decidieron ignorarse y no acercarse en el mínimo tacto del acercamiento.

Todos se tomaron de la mano, hicieron un gran círculo, cada uno sostuvo una copa de vidrio, llenada por Brooklyn, quien sostenía la botella entre sus brazos, agradablemente como un sirviente sirvió a cada hermano de la paz; después de terminar, él decidió dedicar unas bonitas palabras que nacieron en su alegré corazón para recibir este año de gloria.

—Brindo, porque este año sea de bendición, para todos nosotros —dijo él mientras que era mirado por todos.

Zeo con unas inmensas ganas de agregar y dedicar unas palabras a todos, no aguantó sus deseos e interrumpió. —Yo también quiero hacer un brindis —dijo Zeo, mientras que todos giraron y lo observaron. Él sintió la mirada detestable y profunda del eterno y jurado odio de Silver; ella se contuvo quería aplastarlo con sus manos, pero en medio de sus hazañas mentales, se calmó y escuchó.

Zeo dejó que su corazón hablara por todos, mirando a los ojos de felicidad de cada uno, miró a Silver; profundamente él quería borrar ese odio que ella sentía, no sabía sí esa rabia en ella, fue provocada por él, o fue fecundada por sus locuras y alucinaciones; lo único que podía hacer era dejarse llevar. —BRINDO POR ESTA BONITA FAMILIA QUE HOY SOMOS —dijo Zeo, en un intento hipócrita de crear un hogar en Spade.

— ¡SALUUUUUUUUUUD! —todos gritaron, alzando sus copas, bebiéndose el vino del año nuevo; néctar jugoso del sabor de la uva prohibida.

Cada uno lo bebió, firmando el acta de su propia sentencia.

Zeo, de repente perdía sus fuerzas y el equilibrio. — ¿Qué es esto? —se preguntó él, mientras que su copa caía al suelo, produciendo un quebrantado sonido de angustia, su cuerpo entumeció, se desplomó y quedó de rodillas.

Él se sentía asquerosamente impotente, se negó a cerrar los ojos, en ese momento escuchó el sonido de todas las copas al caer. Los cuerpos de sus compañeros caían de a poco a la superficie del salón, en ese instante escuchó los quejidos de Jack. — ¡DE-DEMONIOS! —en esos intervalos trató de mover su cabeza a otras direcciones pero su esfuerzo fue en vano, poco a poco perdía la audición y su vista se nublaba, hasta que su tacto quedó congelado, su visión de a poco se transformaba en un blanco latente y su oído ya no percibía los claros sonidos del ambiente; en un pequeño segundo de tiempo, la vista de Zeo, observó una imagen negra con un color dorado que parecía una máscara sin forma y movediza, su vista no podía apreciar los claros detalles; aquella imagen desfigurada, la veía cada vez más cerca, hasta que escucho aquel sonido, antes de cerrar sus ojos y perder por completo el sentido del oído, a una distancia corta; aquel susurró qué había leído tantas veces en una carta enviada por aquel compañero que había olvidado, qué creía inocentemente que él ya no existía, pero simplemente aquel amigo estaba esperando el momento adecuado para cometer su arte y crimen. — ¡Sorpresa! —él pudo lograr escuchar mientras que sus sentidos se durmieron por completo, descansando en medio de un silencioso recital de poesías y desgracias.


Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora