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Todos estaban a las expectativas, de lo que dirá Brooklyn. Todos sintieron una gran emoción de ansiedades compartidas. Zeo, trago su propia saliva, en un toque de amargura, él no sabía que diría aquel amigo que se había convertido en su enemigo jurado en aquella tarde. Brooklyn empezó a contarles a todos lo que tanto tiempo mantuvo en total discreción, recordando claramente aquel día de muertes y locuras. —Kaori y yo encontramos una pista, importante el día que mataron a Aisha, hallamos unas letras de sangre en la biblioteca y creemos que fue hecha con los dedos de la misma Aisha —dijo él, mientras es cortado por una voz desesperante. — ¡Brooklyn! —exclamo Kaori, mientras que ella se detuvo al ver que Alice, se puso de pie y con su levantada palma izquierda hace un gesto que pareciera que quería decir. «Guarda silencio», Kaori, quedo sin palabras, miro fijamente tanto a Brooklyn como a  Alice, continuamente.

Brooklyn, al presenciar la aptitud desafiante de Alice prosiguió, sacando una hoja blanca doblada. A continuación la desdoblo y mostro el mensaje grabado en aquel papel. «ZU3K», todos leyeron aquellas tres letras y aquel número que fueron copiados en tinta.

Todos impactados por aquellas 3 letras y aquel número que anunciaban en clave a un nombre que instantáneamente todos reconocieron.

Brooklyn rápidamente clareció el código, para que todos abrieran los ojos a la verdad que el exponía. —El "3" se puede traducir en "E" y la "U" en "O" y la "K" en Castellar —dijo Brooklyn, mientras que todos guardaron silencio, trataron de buscar una explicación ante lo mostrado por él. —ZEO CASTELLAR, ESTE FUE EL MENSAJE EN CÓDIGO QUE DEJO NUESTRA DIFUNTA AISHA —grito él, con una cara que expresó resentimiento.

Kaori recordó claramente como encontraron aquellas letras hechas en sangre, ella quería que Brooklyn de alguna manera reaccionara. —Brooklyn, ese mensaje es muy ambiguo, te recuerdo que antes de la "Z", había otra marca borrosa que bien podría ser una "V" o una "I", y el "3" muy bien parecía una "S" —dijo Kaori, recordando aquella escena; donde encontraron aquellas letras marcadas, escondidas en la esquina de unos de los estantes de madera pulida de la biblioteca.

Brooklyn guardo silencio y Kaori angustiada siguió hablando de sus análisis. —Aparte muy bien, puede ser una pista falsa dejada por el verdadero asesino. ¿No lo has pensado? —pregunto Kaori, mirando con furia a Brooklyn.

Brooklyn embravecido no soportaba más que Kaori estuviera de lado de Zeo, a pesar de la pista encontrada. — ¡NO LO DEFIENDAS KAORI! —grito Brooklyn, respondiendo de la misma manera a la mirada agresiva de ella.

Un puño de sal, golpeo la herida abierta, llena de gusanos, devoradores de la carne y bebedores de sangre. —Creo que antes de manifestar tus descubrimientos. ¿Por qué no nos cuentas tu secreto, Brooklyn? Eras un artista en tu adolescencia —dijo Alice, mientras que todos asomaron su mirada a ella y a él, todos sintieron un gran soplo de angustia, de dudas; sentimientos han nacido, malignos odios.

Brooklyn, totalmente mudo, no podía creer como ella pudo enterarse de su secreto guardado, ¿cómo era posible que aquella mujer conocía su secreto?, sus piernas empezaron a temblar, sus manos traidoras, por el temblor de su corazón. Alice aprovecho el silencio y la confusión de Brooklyn para atacarlo de nuevo. —Te frustraste tanto como artista, que lo dejaste y ahora como un resentido matas a los demás y recreas a eso que le llamas arte —dijo Alice, mientras su cabellera larga era acomodada y acariciada por su siniestra, mirando a los ojos perdidos de Brooklyn.

Él no sabía que pensar, sus acciones chocaron. Él trato de recuperar un poco la calma, agacho su cabeza en búsqueda de fuerzas, no sabía cómo defenderse ante aquel brutal ataque que dio de lleno en su mente, mientras él pensó. «Tenías razón Erick Pride, ella es la estrella del salón, ella es un prodigio», mientras levanto su cabeza, él admiro aquella imagen de Alice, su belleza de cuentos de princesas y hadas mágicas, solo pudo decir aquellas vanas frases a su favor. —Yo no soy el asesino, antes me gustaba pintar, pero lo deje para dedicarme por completo a la defensa personal —dijo Brooklyn, con un tono desesperante de dolor.

Aquella fabula de mujer, con su oscura magia prohibida. —Típico de los asesinos, siempre lo niegan todo, solo has conseguido que las sospechas aumenten más contra ti —dijo Alice, con un tono bajo cerrando sus ojos, expresando desagrado ante lo ruin.

Kaori, se impresiono por las afirmaciones de Alice, y de ver como ella pudo destruir por completo la mente de Brooklyn. Ella decidió tratar de que todos dejaran de pelear. —Opino que debemos de pensar bien, las cosas con calma y no culpar a la gente, somos amigos, no lo olviden —dijo Kaori.

April, se levantó, su caballera azul se desordeno y jugo con su rostro. —Te equivocas Kaori, somos más que amigos, nosotros somos compañeros de celda, en esta prisión llamada Spade —dijo April, mientras se retiró; al mismo tiempo Zeo se levantó y acompaño a April, los dos se fueron de aquel lugar de disputas y conflictos.

Alice, como si fuera un final de una novela maldita, que hizo gritar y emocionar a todos. Ella se levantó, sin despedirse de nadie, se detuvo al escuchar el último ladrido de Brooklyn. —Alice Stone, ¿cómo te enteraste que antes, yo era un artista? —pregunto él. Ella giro su cabeza sutilmente, con una mirada de pecados infernales, con una sonrisa hecha a mano, guiño su ojo izquierdo; como un disparo a la naturaleza de aquel hombre que perdió sus fuerzas y sus credos, ella se volteó sin decir ninguna palabra, salió de aquel enfermo lugar y siguió su amenazante rumbo, en las miras de un examante de los colores.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora