Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.

68

La desgracia fue sinfonía para los cielos. El público se escandalizo, los que salieron ilesos se fueron horrorizados para sus hogares y los heridos los atendieron en los hospitales más cercanos.

Anouk y sus pupilos, resguardaron dentro del edificio de la academia Spade. Adrián, Ricardo y Cameron fueron los únicos que resultaron heridos por balas, con extremo cuidado fueron atendidos por la unidad médica de la academia, el resto velaban en las sala de espera.

Anouk quería salir y enfrentar a Erick y sus generales, pero no podía abandonar a sus estudiantes, así que decidió quedarse para velar por la seguridad de todos.

Horas después se informó que Adrián, Ricardo y Cameron ya estaban fuera de peligro, pero necesitaban un largo periodo de descanso para reponerse de las heridas, un alivio suave dentro del corazón de todos al recibir la noticia.

Silver, no fue vista más, estaba escondida y encerrada en su cuarto, no le importaba para nada la vida de sus compañeros. Mientras que Charlotte se encontraba aislada en una de las habitaciones de la enfermería. Alice, era visitada por Zeo, narrándole los últimos sucesos; ella sorprendida, no podía creer lo que ocurría, después de una corta charla, se despidieron.

Después de un par de horas, públicamente manifestaron la noticia; los atroces disturbios habían cesado en el coliseo, no dieron más detalles, de quien pudo ser el autor intelectual de los hechos o cómo termino todo, manteniendo en profundo secreto los violentos actos.

Zeo, miró el cielo por la ventana, como era condecorado por el hielo de las escamas, un sentimiento triste, en la academia sólo ocurrían desgracias y maldades, contempló aquel atardecer que anunciaba el inicio de la noche torcida.

Decidió caminar sin sentido por las instalaciones de Spade, después, se encontró sorpresivamente con April. Ellos estaban angustiados decidieron compartir; caminaron juntos por los pasillos de la academia, un silencio incomodo entre ambos, querían lijar las asperezas que los astillaron mutuamente. El clima vivido era fuerte para los dos, así que decidieron despedirse.

—Nos vemos mañana April —se despidió Zeo, con un tono muy triste.

—Cuídate Zeo —se despidió April.

Zeo, entro a su cuarto, se desvistió quedando su cuerpo totalmente al descubierto; aturdido se dirigió al baño, le dio un giro a la llave, alzó su cabeza en dirección a la regadera, en ese entonces violentas y feroces gotas de agua cayeron sobre su rostro, limpiando su suciedad, reduciendo el peso de sus hombros, tranquilizando su ansiedad, calmando su espíritu.

El oxígeno entraba en los poros de su cuerpo, su mente quedó en blanco, en medio de un suspiro bajó su cabeza y cerró la llave, acabando la paz surrealista que se sumergía en aquel mundo que lo desconectaba de la realidad por un momento.

A continuación, Zeo abrió las cortinas, se vistió con una camisa negra manga larga, y un pantalón color blanco, preparado para abrir aquella puerta del baño, dio la vuelta despacio a la manilla dorada; abriendo poco a poco la puerta, en ese instante él, sintió un masivo escalofrió por todo su cuerpo.

— ¿Te gusta jugar con las vidas de las personas? —preguntó April, ella estaba al lado de la puerta sosteniendo con sus dos temblorosas manos una pistolada dorada, apuntando la cabeza de Zeo.

April, había revisado por completo el cuarto de Zeo, mientras él se bañaba, descubriendo muchas verdades.

Zeo, atemorizado trató de pronunciar algunas palabras, pero fue interrumpido por las de ella. —PONTELAS YA —ordenó April, mientras le lanzó unas esposas color oro, inmediatamente él las recibió con sus dos manos.