62: Estrategias. (X).

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Después de aquel brindis, habían pasado casi 7 horas de amargo sueño.

Zeo, se despertó de a poco, sentía sus piernas rígidas, la espalda adolorida, su oído recobraba la audición y su vista era aún borrosa. «NO PUEDE SER», él escuchó borrosamente, no pudo identificar de quien era esa voz, sus ojos cobraban de a poco la visión, él tomó fuerzas de donde pudo, se puso de pie, tambaleando; su cabeza estaba a punto de estallarle, era un dolor intenso y agudo, lentamente recobraba la claridad de todos sus sentido; él estaba en aquel salón de fiesta, caminó lentamente, no podía creer lo que estaba pasando, ¿acaso la paz era una mentira?

Zeo, se sintió consternado, engañado, miró aquella escena con dolor, con ganas de tirarse al piso y caer en el llanto, pero siguió de pie, sin darlé la espalda a la realidad; mientras sus ojos apreciaban los dos cadáveres sentados en dos sillas de mármol, totalmente quemados, emanando un olor fétido, cada uno llevando una corona de oro con rubys incrustados, y en medio de los dos, un cartel de madera, pintado con letras rojas, que identificaba aquel hechó como una obra de arte.

«Obra: Crono y Rea

Año: 2021

Autor: Asesino de los colores.»

Zeo, le costó identificarlos al principio, pero mirando sus rostros, después de unos segundos, él los reconoció, eran sus dos compañeros Scarlett y Jack; esa asquerosa muestra de arte, lo llevó a la locura, la furia empezó apoderarse de su cuerpo.

Todos estaban de pie, Rachele empezó a narrar lo que ella pudo lograr ver antes, que aquel vino cosechado de maldades la durmiera. —Lo-lo-lo vi claramente, usa una vestimenta de mantas negras que caen hasta el suelo, con una máscara de oro. Él era el asesino de los colores —narró Rachele, con una voz llena de miedo y su cuerpo temblando.

Myles, también alcanzó a detallar al asesino, así que él decidió con miedo contar lo que vio. — ¡Yo alcance a ver que usa dos pistolas de oro, una en cada mano! —dijo él, con un tono muy bajo.

—Yo-yo también pude verlo, pero fue muy mínimo el tiempo que permanecí consciente —dijo Alice, con una voz entrecortada.

Las esperanzas de Brooklyn habían desaparecido, el destino se encargó de todo. —El asesino de los colores jugó de la peor manera con nuestras esperanzas, nos dio luz al final del túnel solo para apagarla cuando pensábamos que podíamos salir —dijo él.

Zeo, quitó sus ojos de aquella obra macabra, dio la espalda, mientras que April lo acompañó por un momento.

Zeo se sintió impotente; sus palabras cobraron vida en su boca. —A veces, me gustaría desordenar el mundo para que todo fuera de otra manera —dijo él, mientras que miró el rostro decaído de April — ¡Eso es imposible! Zeo, en la academia Spade, la ley es el asesino de los colores, este es su orden, este es el mundo que él ve, va más allá de cualquier palabra, más allá de cualquier acción —afirmó ella.

Zeo, no comentó las palabras de April, sólo las acepto desde lo profundo de su corazón, enfurecido quería cazar a alguien y desquitar su ira; él caminó y dejó a April, hasta que se detuvo un momento y vio como Kaori, miraba al cielo, susurrando cosas, convocando un rezo, ella estaba totalmente aferrada a sus creencias religiosas.

Zeo, sintió una gran nostalgia el verla, postrada y arrodillada le hizo recordar muchas cosas; él se le acercó, colocando su mano en el hombro de ella. —Yo una vez creí, que mirando al cielo encontraría una respuesta, pero solo encontré muchas mentiras —dijo él, mientras que abandonó a Kaori.

Él estaba a punto de salir de aquel salón, cuando de repente sintió un terror, el presentimiento de que algo se aproximaba; un escalofrió recorrió por su cuerpo, no sintió ruidos, sólo el revolver de sus emociones.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora