43

124 24 3
                                    

Zeo y Brooklyn, circularon por los oscuros y silenciosos pasillos; tarde maligna, las muertes y las vidas de todos podían formar una partitura de maldades, un pentagrama musical de ilusiones perdidas. El pastor comenzó a cobrar el diezmo a su oveja. — ¿Qué es el arte para ti? —pregunto Brooklyn, con un tono bajo, mientras él, estaba a varios pasos delante de Zeo. Ellos siguieron caminando, despacio.

Zeo, sintió grandes convulsiones en su alma, apretó sus puños, se contuvo, ante la retorcida y sinigual pregunta. Él respiro profundamente, sus ojos, perdieron por un momento la humanidad, convirtiéndose totalmente en espiritualidad. —Para mí, en este momento, el arte significa dos cosas, muerte y desesperanzas —respondió Zeo, soltando un aire de malestar que sobraba de su cuerpo, tomando de nuevo el respirar inmundo y sucio, devuelve aquel efímero ataque con la misma magnitud. — ¿Y para ti? ¿Qué significa el arte, Brooklyn? —pregunto Zeo, mientras que de a poco tomó una distancia considerada y precaria con él, reduciendo sus pasos, el gran rayo que destrozo al cañón de la incertidumbre, a las entradas de las dudas y conflictos. —El arte son los dones de recrear tus más profundos sentimientos en una obra, en una creatura, todo lo que produce el arte, son hijos propios, de tu carne y de tus huesos —respondió Brooklyn.

El silencio habito por completo, con la respuesta de aquel hombre, que invoco a los escombros de la vida rozando las penumbras. Zeo, sintió de repente un agudo miedo, no sabía de qué hablar o de qué más referirse, solo observaba la amplia espalda de su acompañante; y lo solitario y apartado que estaban de todos. El frio en su cuerpo se pactó, sus pasos se hacían lentos y dolorosos, como si pisara descalzo el hielo del polo norte. Él sintió ganas de huir y gritar, pero se mantuvo de pie, de frente caminando ante la avalancha.

—El asesino siempre mata en los pasillos. ¿Verdad, Zeo? —pregunto Brooklyn.

Zeo, se asustó ante la pregunta; el pasillo estaba desamparado, prosiguió caminando al paso de atrás de él, sintió que cayó como un conejo en una trampa de fortunas, la ruleta se detuvo, su suerte era trágica, ante el silencio de Zeo, Brooklyn continuo hablando. —El asesino, mato rápidamente a Aisha, en conclusión se sintió afectado por la muerte de Alaska, eso quiere decir, que la lista se reduce a 8 personas que votaron, por el motivo de que viviera Alaska —afirmo Brooklyn, con una maquiavélica y corta sonrisa.

Después de una corta pausa, Brooklyn prosiguió hablando. —Alice, Silver, Kaori, April, Charlotte, Rachele, tú y yo —dijo Brooklyn, mientras siguió caminando junto a Zeo, despacio ante aquel pasillo interminable, acercándose a la biblioteca. Zeo, no comento ni dijo nada sobre aquellos análisis de él, se quedó mudo y asustado, mientras ellos seguían caminando, Brooklyn decidió continuar la charla. —Usemos la lógica amiguito Zeo, si lo vemos de esta forma, lo más probable, es que él infiltrado sea un hombre, si ves se identifica como asesino y no como asesina. Así la lista de 8 personas se reduciría a 2 hombres que votaron para que Alaska siguiera con vida; eso nos queda como sospechosos solo tú y yo —dijo Brooklyn, detuvo sus pasos, su cuerpo se giró completamente, mirando fríamente a Zeo. Él se detiene frente a Brooklyn, con una distancia que los separaba a ambos a un par de pasos.

Zeo, se dedicó amirar a los ojos diabólicos de Brooklyn. —Lo único que tengo es una duda —dijoBrooklyn, con aire sombrío. 

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora