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Adrián estaba nervioso, por la forma de como aquel profesor lo miraba. Él decidió responder de la forma más natural posible. —Me siento igual, que todos mis compañeros, mal por los últimos sucesos, todo esto me ha afectado mucho —contesto Adrián, con una voz temblorosa, ante aquel golpe que lo toco.

— ¿Por qué te sientes mal por la muerte de alguien que si a duras penas habrás visto 2 o 3 veces en tu vida? —Pregunto el profesor Pride, mientras que él con solo tocarlo con uno de sus dedos lo hundió en el desierto.

Adrián tratando de salir ante aquel desierto, ya no sentía el aire, sus desesperadas manos trataban de sacudir la arena. —Bueno fueron mis compañeros y comparto el sentimiento de dolor al igual que todos mis compañeros —contesto Adrián, mientras se quedaba sin aliento.

El profesor Pride, lo mira y con un solo soplo de su palma tendida. — ¡Qué bonita respuesta de tu parte! Pareciera ensayada y todo —comento el profesor Pride, asfixiando por completo al indefenso de Adrián.

El profesor Pride, dio unos pasos cortos, tomando una pequeña roca en su camino lanzándola con su mano perezosa, con un ataque de palabras sorpresivas. —Dinos la verdad Brooklyn Hunter ¿Fuiste tú el que asesino a Adam y Barto? —Pregunto él.

Brooklyn inmediatamente respondió. — ¡No, yo jamás sería un asesino! — exclamo, tratando de esquivar la roca. Por un momento él pensó que la había esquivado por completo.

El profesor sonriendo ante Brooklyn, con una mirada llena de ego. Brooklyn se hacía más pequeño y Erick más grande. — ¿Por qué nunca serias un asesino Hunter? —Pregunto el profesor Pride.

—Por-por-porque.... Eso no estaría en mí el matar a alguien —contesto Brooklyn, consternado, viendo como aquella roca lanzada lo atravesó por completo, sin él darse cuenta.

—Curioso, no estaría en ti. Sino en tu instinto de asesino, ¿no es así? —Pregunto el profesor Pride, tocando la herida de Brooklyn, que dejo su pequeña y despiadada roca.

—Espera no quise decir eso... —Brooklyn contesto. Él en el piso tragándose su propia sangre, jadeando sin ver la luz.

Entonces que quisiste decir Brooklyn, todo el mundo te quiere escuchar. ¿Verdad mi gente? —Pregunto el profesor Pride, mientras que escupía a Brooklyn arrastrándose en la oscuridad.

El silencio se apodero de la oscuridad, la saliva de él se convirtió en mares que ahogaron a Brooklyn. —Lo que quise decir, es que en mí no existiría el sentido de matar a alguien, no tengo motivos para haberle quitado la vida a Adam y a Barto —contesta Brooklyn, mientras se sumergía ante las profundidades del agua.

—Bueno... A la final los asesinos no necesitan motivos para matar a alguien, simplemente por un gusto, puede ser un motivo para hacerlo no es así mi estimada April Smith. ¿Qué motivos necesitaría usted para asesinar a otra persona? —Pregunto el profesor Pride, mientras el gran mar que formo, rodeo a April.

Ella frente a la marea suicida de prójimos. —Estoy satisfecha conmigo misma, no tengo carencias personales, no soy una persona vengativa, por lo tanto en mí no existe motivos para matar a alguien —contesto April. Aquel mar cayó de lleno en ella, asfixiándola de inmediato.

El profesor Pride comento. —Oh, que buen teatro señorita Smith, se ve que estudio bastante para hoy, tal vez muchos se comieron el cuento —Mientras él, lanzaba 30 monedas de plata en aquel mar que se apaciguo.

Erick Pride, después de destruir por completo a April, le dedica una mirada de abrazos a Scarlett. —Blair-Blair-Blair. ¿Cómo amaneciste hoy? —Pregunto el profesor Erick Pride. Mientras él aplaudió y se formó un huracán debajo de un cielo tétrico.

Scarlett, temblaba de terror, acumulo sus fuerzas para enfrentar la presión que él ejercía en ella. — ¡Mal!, la muerte de esos dos chicos, me ha afectado mucho —dijo ella, mientras aquel huracán se postro ante ella.

Erick Pride, dándose cuenta de un detalle sospechoso en ella, decide compartirlo con todos. —Sí, ya veo que le afecto mucho, señorita. Tanto que se pintó las uñas de negro y hace unos días las tenías de azul. Qué curioso, es como si usted celebrara la muerte. ¿Se las pinto esta mañana? O ¿Se las pinto ayer? —Pregunto el profesor Pride, mientras el huracán atrapo a Scarlett, sin compasión despedazándola viva.

Scarlett, no sabía cómo defenderse, lo único que pudo hacer en ese momento fue negar todo. —Yo no fui profesor Pride, me las pinte ayer porque me gusta el negro —contesto Scarlett, mientras aquel huracán se disipo en los cielos y no dejo rastro de ella.


Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora