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El profesor Erick Pride, camino hasta llegar de frente al puesto de aquella chica de rasgos orientales, con gran cariño venenoso él empezó a morder. —Kaori Murakami. ¿Cómo estás? —Pregunto el profesor Pride. A continuación él tocaba el suelo arenoso de las montañas, frente a él, ella estaba vestida de blanco.

—Bien —respondió Kaori. Ella caminaba en dirección a él, en aquel terreno montañoso, donde el aire era difícil de respirar.

— ¿Mataste tú a Barto y a Adam? —Pregunto el profesor Pride, mientras él miraba con celos a los cielos.

—No, no los mate por la misma razón que tú no los mataste —comento Kaori, mientras que del cielo caía una cuerda que amarro todo su cuello y la alzo.

— ¿Por qué no los mate yo? Cuéntame Kaori —pregunto el profesor Pride, mientras se quedaba sin aire, sin palabras, su sangre con un lenguaje desconocido, coloreando la piel de Kaori.

—Porque no es nuestro deber ser, así de simple —contesto Kaori, mientras se quedaba sin visión, en aquellas crueles y áridas montañas.

Él se sintió admirado por ella, al mismo tiempo que ofendido, así que empezó hablar. — ¡Excelente Kaori! Tus 497/500 se hacen notar pero. ¿Quién te hizo creer a ti que ese es mi deber ser? —Pregunto el profesor Pride, mientras que Kaori era congelada sin poder responder aquella pregunta. A continuación ella era asfixiada totalmente por la cuerda del verdugo de la vida, amante de la muerte.

Un surrealismo en todo el sentido de su concepto, se apodero en el templo filosófico, ante la última batalla, lo incomprensible para el ojo humano, solo es entendible ante los sentimientos de los artistas. Erick Pride, se levanta en los cielos, su barba y su pelo crecen, y se encanan, despojado de su armadura psicológica, es vestido con sus mantas blancas y una alucinante túnica morada ante él y 10 hermosos querubines a su lado. — ¡Alice Stone! ¡La última, la gran estrella! ¡La que lleva la batuta del salón! —Exclamo el profesor Pride, con gran emoción y jubilo.

Él en el cielo, mirando a la tierra desde arriba, Alice era tan pequeña, que era invisible para sus ojos, su presencia era tan insignificante que no era percibida. Él moviendo el viento y estirando su dedo índice. — De tus 15 compañeros. ¿Quién crees tú, que haya asesinado a Barto y Adam? —Pregunto el profesor Pride, mirando con una mirada que decía «soy un dios, ni siquiera eres un Adam, ¿qué puedes hacer tu?»

En el cielo, él se encuentra suspendido, sin percibirla. A continuación alrededor de su brazo izquierdo sin darse cuenta. Alice aparece desnuda. —Tomando como referencia, el estilo de la muerte que fue representar la obra de la creación de Adam, puedo inferir que el asesino no tiene personalidad propia, ya que depende de la personalidad y de las características de otra persona para expresar su sentido de asesino, en tales expresiones. En conclusión el asesino sufre un trastorno de identidad ya que el mismo no se puede identificar. Y la única persona que no se puede identificar a sí misma en esta clase eres tu profesor Pride, ya que necesita de su enorme arrogancia para poder identificarse como persona —dijo Alice, con su alucinante y magnifica belleza, con una mirada que quería decir. «No soy un Adam. ¡Yo soy Eva!»

Él desaparece por un momento y su luz aparece en una nube más alta, que le dio forma omnipotente a su rostro, por encima de ella, ante la madre de la humanidad. —Dime. ¿Quién eres tú? —Pregunto el profesor Pride.

Ella sintió un escalofrió en su cuerpo, ante ver lo más sagrado del mundo, sus ojos lloraron de temor. —Soy una criminóloga. Alice Stone —respondió ella.

Él sonó sus dedos, con una mirada que quería decir. «Arrodíllate ante mi mujer del mundo.» —Ves tu identidad esta acondicionada por lo criminóloga, sin eso tu identidad no existe. ¿Me llamas arrogante a mí? ¡Yo tengo 7 títulos universitarios! Y no es necesario que diga cada uno de ellos, jamás he dicho mis profesiones. ¿Sabes por qué? Porque mi propio nombre Erick Pride es más que suficiente para identificarme como persona. No necesito de todos mis títulos para tal cosa, a diferencia de ti que sin tu título de criminología, no eres nada ni nadie, ya que dependes íntimamente de el —dijo el profesor Pride, colocando en jaque Alice.

Ella tembló pero se mantuvo de pie. «No soy una mujer del mundo, soy la dama de la creación de la humanidad», dijo ella en su mente, con un grito subliminal articulado de devastación. —Que buena forma de responder profesor, como dice usted, los asesinos siempre tienen respuestas inteligentes —dijo Alice, con un tono firme e indomable, con su nombre inmortal piso los lares y las arenas de oro, con sus ojos verdes ilusorios de tormentas y huracanes. Pero dios está por encima del hombre, de la mujer y de la humanidad. Él es la creación del mundo, nuestro único dios que debemos de adorar y entregar nuestras vidas a él.

Erick Pride no podía creerlo, el espectáculo ofrecido por Alice, no solo cautivo su corazón, sino que toco el alma de todas sus vidas pasadas y venideras, sus ojos enloquecieron, la euforia en sus palabras se hicieron presentes. — ¡BRAVO-BRAVO-BRAVO-BRAVO-BRAVO-BRAVO-BRAVO-BRAVO-BRAVO-BRAVOOOO! —Exclamo el profesor Pride con una cara que adoptaba una gran alegría, aplaudiendo él solo, ante tal surrealista y psicológica batalla.

Él tomo un poco de aire, dio unos pasos ubicándose al frente de Alice. —Eres la estrella de esta clase. Estas aprendiendo mucho, eso me fascina —comento el profesor Pride, con orgullo y una ciega pasión.


Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora