La biblioteca lugar sagrado, donde descansan los libros, los saberes, la historia y los conocimientos, amplia y estrecha eran sus rincones, manantial de letras de este mundo y de los otros, en una mesa rectangular de mármol, sentadas en dos sillas negras metálicas, dos pequeñas ángeles del pecado, con sus risas de demonio, festejando la dicha fúnebre, donde tuercen sus sentidos humanos y sus pupilas brillan de un sinfín de melodías y miedos.
— ¡Menos mal que esa perra se mató! —exclamo Aisha, con una cara que expresaba alivio.
—Qué bueno que esa psicópata se mató, lo disfrute mucho —comento Scarlett, respondiendo su mismo alivio en su rostro.
—Sí, es una alegría para todos, ya no la soportaba más —comento Aisha Steel.
—Estoy cansada, Aisha, te veo mañana —se despidió Scarlett, mientras se levantaba de su silla
—Yo seguiré estudiando, para las clases de Erick Pride, nos vemos —se despidió Aisha, con una pequeña sonrisa, observando la figura de Scarlett como desaparecía por aquellos numerosos estantes de miles de libros. Ella despejo su mirada y vuelve a concentrarse en sus estudios, ordenando unos libros apilados sobre su mesa, en ese momento ella pensó. «La creación de Adan y el asesino deben estar muy vinculados», ella suspiro, tomo unos segundos y siguió pensando. «El infiltrado debe tener un nombre falso, y lo eligió en función a los delitos que quiere cometer». Ella bajo su cabeza y en voz baja comento. —Es solo una hipótesis en un millón — se dijo así misma. Ella tomo otros segundos, y con una cara apresurada saco una hoja de su cuaderno de tapa verde con anillados blancos y empezó a notar ideas tras nombres.
«Brooklyn... Hunter... Hunter... Cazador en español... Un cazador... Nosotros su presa». —Hmmm puede ser —aseguro Aisha, mientras que pensó un momento. «Suena bien, es posible», su respiración se agito, su sangre revoluciono todo su cuerpo, sus torrentes sanguíneos bailando, buscando al artista.
Se imaginó la cara inocente de Zeo, mientras que unos estragos oscuros cubrían su rostro. —Zeo Castellar... Zeus...Dios de la mitología griega, dios del olimpo, el cielo, Dios y Adan, esto está conectado, puede estar relacionado de una u otra forma —dijo Aisha, mientras anotaba todo lo que decía en voz alta, en su hoja. A continuación ella pensó por un instante. « ¿Eres tu Zeo?», mientras su rostro adopto una expresión de intriga, imaginándose el rostro puro de él. — Hay mucha bondad en ti, como para que tú seas el asesino —afirmo Aisha, con una voz muy baja, cerrando sus ojos.
Su pluma se esmeraba, conociendo los detalles de cada uno, ella abre sus ojos como platos. A continuación comienza su búsqueda. —April Smith... April... Abril... Cuarto mes del año... Cuatro, el número de la mala suerte en Japón...4 es Shi.... Shi es muerte... —dijo Aisha, en voz baja donde copiaba velozmente todo lo que decía.
Mientras ella sentía la luz, en su mente, cada vez más su cuerpo temblaba de emociones. —Silver... Plata... Plateado... Un Color...Color... Arte... Obras... Artista, amante del color...es muy posible que ella sea la infiltrada, su nombre representa el arte —dijo Aisha, con una cara que expresaba sospecha, mientras seguía anotando todo en su hoja.
Su caligrafía se hacía cada vez menos legible, mientras ella escribía sus ideas, formando pistas. —Kaori Murakami, Kaori... Hmmm, perfume de la mañana, aroma del amanecer, es lo que significa su nombre... Adam y Barto fueron encontrados en la mañana, en el amanecer... —dijo Aisha, mientras tomo un poco de aire y pensó. « ¿Eres tú?, la inocente Kaori, la asesina de todo esto, puede ser». Hasta que los pensamientos de Aisha colapsaron y una idea se formó. —UN MOMENTO, YA LO VI —grito Aisha, mientras anotaba y pronunciaba en su hoja, en grande aquellas palabras.
—LINCER — dijo Aisha, con un tono muy alto escribiéndolo en gran tamaño en su hoja, mientras saco de su bolsillo una pequeña goma de borrador, velozmente borro las letras "L" y "R", reemplazando la "L" por "P", y la "R" por la "L". A continuación al ver lo que ella encontró se levanta de su silla al observar aquella palabra que dedujo del apellido de Adrián.
— P I N C E L —grito Aisha, mientras visualizaba lo que encontró, tomo calma y pensó. «El arma de un artista, el instrumento de arte», ella se volvió a sentar, sus manos agredieron su cabellera desalineada y perdida. Sus ojos tratando de encontrar una respuesta.
— ¿Quién eres? ¿Quién puede ser?, eres un psicópata y tu nombre debe estar decorado por falsas letras que inspiran el significado de tus actos artísticos —dijo ella, mientras se recostaba en la silla metálica negra, miro al techo de la biblioteca, tratando de despejar sus dudas, la calma vino en ella, respiro y se preguntó así misma. — ¿Estas entre nosotros? O tal vez. ¿Eres Erick Pride? —Mientras cierra sus ojos, pasaron unos minutos. A continuación la serenidad volvió a su alma, hasta que en un instante ella sintió unas manos sujetando con fuerza, su cabellera negra, en unos segundos sintió el lento y frio acero de un cuchillo sobre lo largo y ancho de su cuello extendido, la flor de su cuerpo cae, marchitándose con su cremosa sangre. Ella se giró, jadeándose en su lecho sanguinario, sus finas manos tocándose la herida abierta de su garganta, tratando de articular alguna palabra, pero todas eran llevadas al vacío, ella alzo sus manos, dedicando una mirada efímera de adiós, ante aquella figura de túnicas negras y mascara dorada de destellos rojos de forma mística oriental. Ella muda, se tragaba su roja y densa sangre al tratar de hablar, la improvisada gesticulación de su cuerpo moribundo, trato de decir. « ¿Quién eres?», con un grito inarticulado de dolor.
Aquel vigía de la muerte, se apiado, escuchando el último deseo de aquella mortal, como todo un dios, tuvo piedad, él levanto su mano derecha con un gesto de misericordia, quito su máscara, dejando al descubierto aquel rostro que disfrazaba al amo del arte, ella sintió un gélido frio en su corazón, se frenó por unos instantes al ver aquel artista benevolente. El asombro invadió su rostro, simplemente se negaba a lo que veía, sus ojos perdían la claridad de la vida, y su cuerpo de a poco la gracia de vivir, con un último pensamiento. « ¿Eres tú? No puede ser», abrió las puertas de aquella inmortal enfermedad llamada muerte.
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Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.
Mystery / ThrillerOcurría algo siniestro en esa academia... Cada estudiante debía participar en un sanguinario juego de arte y perversión. ¿Quién sobrevivirá al arte de rojo y negro? Créditos de la portada a @Ang3Blue ISBN: 978-980-12-9410-8 Depósito legal: ZU2017000...