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El profesor sintió una gran curiosidad con April. Así que él, muerto de ganas decidió preguntarle. — ¿Ejerció su carrera de detective? —preguntó él, en medio de una sonrisa corta.

April, sintiendo una gran admiración de repente por su maestro, pudo deducir lo mucho que aquel hombre sabía sobre psicología, ella decidió responder con gusto. — ¡Ejercí 2 años, me alisté a la academia porque siempre fue uno de mis objetivos ser un guardia real! —dijo April, con naturalidad.

—Detective Smith. Bienvenida, serás una pieza vital y de gran valor en estas maravillosas clases —dijo el profesor, con un expresión de arriba hacia abajo con su mano izquierda, asentando lo ineludible de sus palabras.

Atrás del asiento de April, se encontraba una mujer alta, de complexión fuerte, morena, con pelo negro por arriba de los hombros, ella estaba de mal humor, era algo típico en ella. A continuación ella decidió presentarse tratando de esconder su temperamento. —La número 5, me llamo Alaska Scott, tengo 27 años de edad. ¡Soy deportista profesional! —dijo ella, con un tono fuerte.

El profesor, con un movimiento de medio giro, mostrando desgano, mira a Alaska, con desagrado. — Siguiendo el tema de la grafología, en si es una ciencia cierta e incierta, en función del caso y del ambiente en donde se evalúa. De los 18 participantes presente en esta clase. La que mayores aptitudes psicológicas de asesino según su tipografía, es Alaska. ¡Cuídense de ella! —aseguró él.

Un silencio incomodo se apoderó de la clase, al escuchar las afirmaciones de aquel profesor poco particular, al ejemplificar aquella alumna que quedó congelada, por los sustentos de sus afirmaciones.

Ella sintiéndose ofendida, tenía ganas de levantarse y golpearlo, pero conservando la poca calma que le quedaba, pero con algo de agresividad, manteniendo la distancia del respeto que aún le quedaba a ella por aquel profesor que fue duro y asertivo con ella. — ¡Si tiene razón, profesor! —contestó Alaska, con un tono hostil y con una incorporación amenazante en su rostro.

Aquel profesor levanto sus manos, y dio unos cuantos pasos hacia atrás. —Tranquila, tranquila, era broma —dijo el profesor Pride con una sonrisa burlona, desprendiendo un carisma ante sus estudiantes. Todos carcajearon al chiste,

El profesor interrumpió la fiesta de risa que todos tenían. —Sigamos. ¡Quihubo! —se expresó aquel profesor señalando con su mano izquierda y apuntando con su índice al último de la primera fila

Aquel chico moreno, de ojos y cabello negro, se sentía muy avergonzado, estaba totalmente tímido, pero él respiro profundo, tomando fuerzas decidió presentarse con todos. —Soy el número 6. Yo-yo-yo me llamo Jack Rowling, 25 años —con una voz tartamuda, tomó un poco de aire para continuar hablando. —Me dedicaba a ser actor, pero después de una gran decisión me arme de valor y me aliste a ser mi verdadera vocación, que es ser guardia real —dijo él con una cara que expresaba preocupación.

— ¿Se dedicaba a ser actor de películas para adultos? —preguntó el profesor Pride, cruzando sus brazos acompañado con una mirada de sospecha.

— ¡No, no, no, no! Nada que ver. Eran películas de terror —contestó Jack, con un rostro ruborizado.

—Ahhhh... Si, ya veo.... ya sé porque —comento el profesor Pride, mientras que respiro un momento. — ¡Que la pases bien, Jack! ¡Bienvenido! —dijo él.

Seguían las presentaciones de todos los estudiantes, el primero de la segunda fila, era el chico Cameron, sin apenarse con nada se presentó. —7 es mi número, soy Cameron Clayton, 24 años y me dedicaba a.... — en ese instante él fue interrumpido, totalmente cortado, por el profesor Pride. — ¡Si, si, si, si! Aja —dijo el profesor con un tono muy elevado. — ¡ME SOBRA PELO Y ME FALTAN KILOS! —exclamo el profesor, mientras toco ligeramente su cabellera rubia y su delgada barriga, acompañado de una mirada de ínfulas de grandeza. Entre risas breves todos los estudiantes del salón, se sumergieron ante el comentario descriptivo del profesor, abriendo paso en un segundo a la continuidad de las presentaciones.

El profesor ignoro completamente a Cameron, no le interesaba saber de él, así que hizo con su mano derecha una seña a aquel hombre que estaba de atrás del asiento de Cameron, un gesto para darle continuidad a las presentaciones. Aquel hombre era calvo, blanco, robusto, cejas pobladas, nariz grande una boca grande que apenas la movió, sin pensarlo se presentó al instante. —Soy el número 8, me llamo Brooklyn Hunter, 27 años, soy un luchador de artes marciales profesional —dijo él, con aire de desánimo.

El profesor observándolo, detecto algo muy importante en él y decidió anunciarlo con suma preocupación. — ¿Por qué aun permaneces en la academia? Tú no quieres estar aquí, quieres irte. ¿Por qué no te vas? —pregunta el profesor Pride con un tono suave, expresando total seguridad en sus palabras.

Brooklyn, se sorprendió por lo asertivo que fue el profesor. Por lo tanto él decidió llevarle la contraria y poner en dudas el conocimiento psicológico que aquel maestro de la psicología poseía. — ¿Y cómo sabe eso profesor? Claro que quiero estar aquí —responde Brooklyn.

El profesor Pride, sonrió no podía creer que alguien pondría en dudas sus palabras así que contestó casi inmediato. —No te sientes a gusto en este lugar, aun no aceptas la idea de que quieres pertenecer a esta academia. ¿Cómo lo sé? —se preguntó a sí mismo el profesor Pride.

Él dio un par de pasos, se acercó al chico, y con sus dos manos extendidas. —Te invito a que mires a tu alrededor, Brooklyn. ¿Lo ves? Eres el único que aún tiene puesto en su espalda el equipaje —aseguró el profesor Pride, con gran astucia.

Todos se miraron, unos con otros, evaluándose en el silencio suspensivo que se formó frente aquella verdad que era desapercibida por todos y descubierta por el profesor Pride. Todos los participantes de la clase, con una gran atención a lo que escuchaban y veían en ese salón, tomaron un momento para pensar, reflexionar, como si estuvieran filosofando sobre la vida y las sorpresas.

— ¡QUÍTATE EL EQUIPAJE, ESTE ES EL LUGAR DONDE PERTENECERÁS NO LO DUDES BROOKLYN! ¡Y BIENVENIDO! —vociferó el profesor Pride apretando sus dos puños y elevándolos hacia arriba con un gesto de poder y autoridad.

Brooklyn totalmente asombrado, no podía creer el nivel de percepción y observación que tenía aquel maestro. Él lo había ayudado, recobrando su sentido de pertenencia, impresionado lo único que pudo decir fue un simple. —Gracias —contestó Brooklyn, con un tono de voz bajo y una mirada complacida.

Arte de rojo y negro: Asesino de los colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora